Festival de la Canción de Eurovisión: la historia de Fire Saga

Por Rodrigo Martín Seijas

Eurovision Song Contest: The Story of Fire Saga 
EE.UU., 2020, 123′
Dirigida por David Dobkin
Con Rachel McAdams, Will Ferrell, Pierce Brosnan, Demi Lovato, Dan Stevens, Jamie Demetriou, Natasia Demetriou, Ólafur Darri Ólafsson, Melissanthi Mahut, Jóhannes Haukur Jóhannesson, Björn Hlynur Haraldsson, Elena Saurel, Nína Dögg Filippusdóttir, Marcus Garvey, Julian Miller, Jóhann G. Jóhannsson, Arnmundur Ernst Björnsson, Elina Alminas, Kajsa Mohammar, Aiste Gramantaite, Gudmundur Thorvaldsson, Paul Riddell, Steve Saunders.

La canción (im)perfecta

Se podría pensar a Festival de la Canción de Eurovisión: la historia de Fire Saga como la película más accesible para el público en general del cine de Will Ferrell hasta la fecha. Más aún si tenemos en cuenta que se estrena directamente por Netflix, con toda su capacidad para llegar a un abanico amplio de audiencias. Pero también se lo puede ver como un film que funciona como un compendio de todo el cine de Ferrell, una síntesis de sus ideas no solo humorísticas sino también éticas. 

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Desde sus comienzos, Ferrell supo zambullirse en distintos mundos: los noticieros de los setenta (El reportero), las carreras de Nascar (Ricky Bobby: loco por la velocidad), el patinaje artístico (Deslizando a la gloria), el básquet semi-profesional (Semi-pro), por citar un par de ejemplos. Pero no se adentra en estos universos para contemplarlos con distanciamiento, cinismo o desprecio. Sí para retorcerlos, para explorar sus diversas capas, parodiar sus códigos sin dejar de reivindicarlos. No los deja de ver como absurdos, pero precisamente por eso los trata con cariño (que no quiere decir paternalismo) porque en un punto le permite cuestionar las carátulas sobre lo normativo o marginal, evidenciando cómo esas categorías son maleables y hasta intercambiables de acuerdo con tiempos y lugares. Por eso también films como Hermanastros, Policías de repuesto o Guerra de papás son capaces de utilizar ámbitos e instituciones (la hermandad, la familia, la policía, la ley) para ponerlas en crisis o mostrar que no son compartimentos estancos y estáticos. En esa lógica, sus personajes son criaturas imperfectas, capaces de crear y/o reformular sus propias normas; y sus narraciones, caminos de aprendizaje con altibajos de todo tipo.

Lo de Festival de la Canción de Eurovisión: la historia de Fire Saga no solo es una confirmación, sino una reafirmación de que lo freak, lo grasoso, lo inverosímil, son niveles de análisis con connotaciones no solo positivas, sino incluso necesarias. Ya en la escena inicial podemos contemplar la tesis general del relato: el pequeño Lars mira por televisión desde su hogar en Islandia a Abba participando de Eurovisión y descubre su sueño de participar en el evento, pero la única que lo avala y acompaña es la niña Sigrit, y desde ahí saltamos a una adultez de esos personajes que no es tal porque se aferran a ese objetivo idílico que parece imposible. Como los protagonistas de Hermanastros, son niños que se resisten a crecer, yendo a contramano del contexto. Como a Lars y Sigrit, a la propia película le cuesta encontrar la forma de plantear su resistencia, hasta que a los protagonistas se les presenta la oportunidad única de entrar en la competencia. Cuando ellos arriban a Eurovisión, la narración encuentra también su eje.

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Y ese eje es doble: por un lado, la fascinación con ese evento ecléctico, bizarro y heterodoxo que es Eurovisión; por otro, la relación de amistad entre Lars y Sigrit que busca ser romántica. Una historia de amor por partida doble, que se va liberando progresivamente, minuto a minuto, a medida que la puesta en escena del director David Dobkin va cobrando atrevimiento, dejándose llevar por los imaginarios que afloran en el guión co-escrito por Ferrell. Elfos que nunca vemos pero que definitivamente existen; turistas norteamericanos a los que despreciar, pero también pedir ayuda; un fantasma inútil; una rueda gigante convertida en una trampa mortal; un hombre obsesionado con escuchar una sola canción; equívocos con una hermandad no del todo aclarada; un song along improvisado (por favor vean el video que dejamos aquí abajo: un momento de felicidad inoxidable); y muchas más ideas que van haciendo sistema alrededor de un relato que pone a interactuar la comedia lunática, los conflictos paterno-filiales, el detrás de escena de los espectáculos y hasta la competencia cuasi deportiva dentro del musical.    

Subiendo en intensidad, Festival de la Canción de Eurovisión: la historia de Fire Saga llega a una resolución potente y conmovedora, plagada de emotividad, romanticismo y sabia poesía, con una canción perfecta interpretada por seres imperfectos. Ferrell entrega así el que posiblemente sea su film más potencialmente masivo y popular, pero también dulce y honesto. Y de paso nos enseña que el islandés es un lenguaje que puede llevarnos a unas sanas lágrimas. 

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