I don’t feel at home in this world anymore

Por Andrés Brandariz

donfeel at home in this world anymore
EEUU, 2017, 93′
Dirigida por Macon Blair
Con Melanie Lynksey, Elijah Wood, David Yow, Jane Levy, Devon Graye.

Superhéroes

Por Andrés Brandariz

I don’t feel at home in this world anymore.(con punto final incluido, como para darle sequedad) toma su título de una canción de Jim Reeves, This World Is Not My Home, que suena en el tramo final de la película en la interpretación de Fern Jones. La letra, hamacada por el sonido Nashville, entusiasta y trotón, resulta bastante penumbrosa: expresa el deseo de abandonar este mundo para reunirse con los ángeles y los seres queridos que perdimos, en contraposición con continuar en un mundo que no tiene ya nada para ofrecer. En una operación que se reitera frecuentemente en el indie norteamericano, el debutante Macon Blair contrapone un ícono cultural como es la música country con imágenes de un Estados Unidos suburbano en el que pululan criminales de poca monta, antisociales con ínfulas de antihéroes e instituciones que resultan, como mínimo, poco eficaces.

Review Idontfeel

La película es una comedia negra con elementos de policial: Ruth (Melanie Lynksey) afronta el mundo con honestidad y sentido del deber, pero también con ingenuidad. Bebe demasiado, tiene sobrepeso y frecuentemente le toca padecer la prepotencia de los demás, que simplemente toman lo que desean cuando lo desean, sin importar quien esté en el medio. Un día, al llegar a su casa, Ruth descubre que faltan su computadora y los cubiertos de plata de su abuela, con quien tenía un fuerte vínculo. Por supuesto, su problema no ocupa el primer puesto en la lista de prioridades de la policía: ella dejó su puerta sin llave. Ruth, harta de que siempre le estén tomando el pelo, decide tomar cartas en el asunto y recuperar los objetos robados por sí misma. Para lograrlo convoca a Tony, un vecino patético obsesionado con las artes marciales japonesas, quien vendrá en su ayuda. Más temprano que tarde, ambos aspirantes a justicieros se ven envueltos en una espiral de violencia que involucra tanto a los ladrones -tan patéticos como ellos- como al millonario padre de uno.

I don’t feel at home in this world anymore dista de ser extraordinaria: la mayor parte del tiempo, a la puesta en escena le falta audacia. De hecho parece más una película de enredos de Disney con una leve pátina de maldad que una comedia negra cruel. Sus decisiones de puesta en escena responden a la corrección académica, la cámara está donde se supone que esté y pasa lo que se supone que tiene que pasar. Recién a partir del enfrentamiento final, en el que la película vira con mayor decisión hacia el thriller, cobra genuino interés e intensidad. El director y guionista, el debutante Macon Blair, actuó en un par de películas de Jeremy Saulnier y logra replicar cierta visceralidad de su cine en este debut. El epílogo vuelve a desandar el camino, ofreciéndonos un final amigable con renovada fe en el mundo, sin que nada de lo que pasó nos sugiera que esa fe tiene razón de ser. Si bien Netflix sólo asumió la distribución de esta película, bien podría haberla producido: es un proyecto perfectamente adecuado, complaciente, corporativo. Tiene una cuota de cinismo que no resulta tal pero no apuesta el optimismo porque, presumiblemente, está pasado de moda.

Melanie Lynskey And Elijah Wood In Macon Blairs I Dont Feel At Home In This World Anymore

Lo más estimulante con respecto a I don’t feel at home in this world anymore aparece al pensarla en relación con un mainstream en el que proliferan las películas de superhéroes, un cine que en su base propone la acción individual como superadora de la institucional. En su variante más transgresora y pesimista muchas de estas instituciones, y sus cabezas asociadas a las altas esferas del poder, organizan un mundo que perpetúa la injusticia y la violencia. En este sentido resulta atractivo pensar en la posibilidad que desde el indie se subviertan las convenciones con películas de superhéroes encubiertas. Estas serían películas en la que alguien, cansado de ser avasallado cuando respeta las reglas del status quo, decide combatirlo a su manera con las limitadas armas de las que dispone. Hay un territorio para explorar cuando ese imaginario superheroico, que el propio cine idealiza (como lo hace el personaje de Tony, que se piensa a sí mismo como un samurai) colisiona violentamente con la crueldad y arbitrariedad del mundo en el que vivimos. Lo único que cabe esperar de ese choque es caos y violencia absurda. Cosa que en I don’t feel at home in this world anymore termina sucediendo, pero de la cual la película no termina de hacerse cargo: todo termina cerrando de una manera adecuada para sacarnos alguna sonrisa irónica, que surge después de haber asistido a una hora y media de situaciones que funcionan pero que no terminan de apuntar en ninguna dirección. En este punto, reaparece el producto corporativo y la incomodidad se disipa: el pesimismo canchero es sucedido por el optimismo näif. La biblia junto al calefón, hamacadas por alguna canción tradicional. God Bless America.

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