I want you back

Por Ludmila Ferreri

EE.UU., 2022, 111′
Dirigida por Jason Orley
Con Charlie Day, Jenny Slate, Isabel May, Scott Eastwood, Manny Jacinto, Clark Backo, Gina Rodriguez, Jami Gertz, Dylan Gelula, Quinn Cooke, Luke David Blumm, Jordan Carlos, Giselle Torres, Lauren Halperin, Jessi Goei, Braxton Alexander, Aleks Alifirenko Jr., Claudia Rocafort, Marco Schittone, Julian Williams, Ava Ann Gale, Linda D Gaines, Yanni Kitas, Betsy Sligh, Chris Ward, Christopher Cocke, Babatunde Oyewo, Josh Royston

Los detalles insignificantes

Las comedias románticas contemporáneas se nos disuelven como arena en las manos al ingresar al agua. Es imposible asirlas porque su cuerpo es lipídico. Las comedias románticas contemporáneas vacían su propia tradición muscular, y suplen ese faltante con nervios, grasa y cartílagos. Parecen cuerpos, tienen peso y volumen, pero carecen de corporeidad, sencillamente porque no creen en ella.
Cuando comencé a ver I want you back sobrevinieron las mismas sensaciones que me aparecen desde hace mas de un lustro a la fecha cada vez que veo una comedia romántica: la sensación de que el género es abordado con vergüenza, con una suerte de necesidad de aclarar todo el tiempo “ojo que esto es un lugar común, eh, no se lo crean bajo ningún punto de vista”. Quizás, pensé, sienta esto porque en efecto la película intenta que no conectemos con ella deliberadamente: personajes carentes de interés, que no presuponen ninguna clase de química entre si, y para peor, una excusa narrativa añeja y vista una y mil veces. Pero esto mismo comportaba una paradoja: por que mientras por un lado la película nos instaba a creer en los lugares comunes del género, por otro nos desalentaba a creerlos posibles de ser encarnados por esos personajes.

I want you back es o se hace? Un poco de cada, vale decir. Si nos tomamos en serio sus mohines, sus premisas y su desarrollo, bien podemos sentirnos estafados, ya que como bien sucedía con The Big Sick, hay una comedia romántica, si, pero asordinada, inhibida en sus posibilidades, casi reprimida, pero a gusto propio, como si deliberadamente buscara reproducir las formas más calcificadas (casi con osteoporosis diría) de las rom com. Pero a su vez hay una plena conciencia, de que ese gesto displicente, no puede cubrirse con las formas remanidas del pasado sino que hay que indagar en los detalles, en las formas laterales del género, una estrategia que me recordó a la notable (y ostensiblemente mejor) Badur Hogar, de nuestro Rodrigo Moscoso. En esta última y en I want you back los detalles insignificantes toman por asalto a los rituales de la comedia romántica ya no para obligarla a aggiornarse a un presente cínico, displicente u odioso con los géneros canónicos, sino, en todo caso, para demostrarle a los espectadores que pueden consumir gato por liebre pero con el plan invertido: consumir un desprecio que en algún momento se revele como amor.

I want you back está bien lejos de ser perfecta y derrocha energías en gags verbales y físicos que no funcionan casi nunca, lo que no puede mas que apenarnos cada vez que recordamos sus intentos denodados por que “conectemos” con esos personajes insufribles. Pero en sus transiciones, como quien no quiere la cosa, va construyendo una contrahistoria, que está dada por el valor de los objetos, de los mencionados detalles (una mirada, un roce, una circunstancia: extraña forma de intensidad que recupera lo romántico desde una perspectiva casi olvidada por el ritual cinematográfico que el género nos legó).

Ese recorrido contraintuitivo nos prepara, indefectiblemente, para que el final sea y no sea emocionante a la vez, como si la película nos hubiera estado diciendo “creeme que en algún momento voy a mostrar alguna clase de corazón detrás de todos estos gestos”. Entonces el momento llega, en altura (en un avión), pero en voz baja. Quizás haya algo ahí, que no estamos mirando. Y que tiene que ver con la forma que hayan encontrado algunos géneros que nos hicieron felices para seguir viviendo entre nosotros.

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