Jim & Andy : The great beyond (2)

Por Hernán Schell

A varios de los integrantes de Perro Blanco nos tomó por sorpresa esta película, que forma parte de la sección No estrenos pero que merecería ser exhibida en cines urgentemente. No solo se trata de una gran gran película sobre la actuación sino que tiene la capacidad de exceder ese problema. En el medio habla de la identidad, del fracaso, de las relaciones con quienes nos rodean y el rol que adoptamos. Pero habla de mil cosas más. Y como somos glotones de cine, por más que sean varias notas a favor, decidimos publicar tres reseñas sobre esta película extraordinaria. Aquí está la primera. La segunda es la que podrán leer aquí debajo. En los siguientes días publicaremos la última. Lean y disfruten, porque hay alma, corazón y vida, pero también una tristeza infinita detrás de todas estas palabras.

Jim & Andy: The Great Beyond
EE.UU.- Canadá, 2017, 94′
Dirigida por Chris Smith
Con Jim Carrey

Beber el té

Por Hernán Schell

La mayoría de la gente que ha visto el cine de Jacques Rivette ha visto la película La bella mentirosa. Quizás se trate de su película más analizada y respetada (ojo, también de las más agradables) pero al mismo tiempo es una de las mejores reflexiones que ha dado el cine acerca de la relación entre el artista y su obra. Allí el director cuenta la historia de un pintor y la modelo que usa para hacer sus pinturas, si. Pero en paralelo la película va derribando todos los clishés existentes de las películas-que-hablan- sobre-el-arte-y-el-lugar-del-artista. En definitiva la película de Rivette en vez de optar por hablarnos de tal pintor expresa un sentimiento de amor, angustia o alegría según lo que vivió en algún momento (la típica idea de que ante un trauma infantil por ejemplo el artista se pone a hacer dibujos lúgubres sobre sus padres) propone la idea de una relación constante entre el artista y la propia obra como ejercicio interdependiente. Ya no se trata de un pintor que simplemente vuelca vivencias en una obra sino una obra que va alterando a su pintor en la medida en que la va pintando, como si el acto de pintar (o el de hacer una obra de arte x en realidad) fuera una experiencia activa y que altera a quien la ejecuta. Más aún, la propia La bella mentirosa introduce otra cuestión: la figura de una modelo que el pintor necesita para poder hacer sus pinturas. Y con esto otra pregunta que sobrevuela sutilmente todo el metraje: ¿si el pintor necesita de esa modelo para hacer la pintura…hasta qué punto esa propia modelo no es tan responsable de esa pintura como el propio pintor? De esta forma Rivette va preguntándose si existe en verdad algo así como un artista capaz de hacer una obra en soledad, si al fin y al cabo una obra es algo en lo que si o si terminan interfiriendo muchísimas más personas de lo que realmente creemos.

26Jim And Andy

Creo que hasta Jim & Andy que no había visto una película que me transmitiera esa misma sensación de desconcierto frente a la idea de una ejecución artística y frente también a la imposibilidad de una obra de arte genuinamente individual. Este documental es, en efecto, el relato de la historia por la cual Jim Carrey abordó su interpretación de Andy Kaufmann para la película Man on the Moon (conocida en habla hispana como El mundo de Andy) pero es también algo más: un documental que registra el modo en el cual Carrey se “apoderó” de un rodaje, creando lo que parece ser un clima de desconcierto que ayudó a la propia estética de la película. Así es que, cuando uno ve este documental, no sólo resulta imposible imaginarse a otro actor que no sea Carrey en ese rol, sino que también es imposible imaginarse cual hubiera sido el resultado final de una película como esta si el protagonista hubiera sido otro. Acá Carrey no hace simplemente la locura de “ser” Kaufman, sino también obliga prácticamente a todos los actores y técnicos a jugar el mismo juego que él juega. Más aún: en una de las escenas vemos como Carrey haciendo de Kaufman es capaz de conmover a Danny de Vito (quien conocía a Andy Kaufman en la realidad) haciendo su actuación genuina y verosímil.

Al mismo tiempo, la película pone otra cosa en cuestión: si la actuación de Carrey está tan ligada a la figura de Kaufman, si su mímesis quiere ser tan grande y su base de inspiración es tan concreta, ¿porque no pensar que la (perturbadora) responsabilidad de esa interpretación es tanto mérito de un Kaufman ya fallecido como del propio Carrey?

Carrey2

Por eso también la escena en la cual Carrey cuenta que en algún punto el espíritu de Kaufman se apoderó de él cuando estuvo en la playa puede tener algo de cierto. No se trata necesariamente de una afirmación fantasmagórica o de ultratumba (el propio Carrey dice al final del documental que no sabe si hay vida después de la muerte ni le interesa) sino una idea del arte como transmisor de sensaciones, sensorialidades y personalidades. Era Herman Melville sin ir más lejos quien creía que toda obra artística que trascendía podía actuar en alguna medida como metempsicosis, es decir, como una suerte de transmisor de alma de una persona a otra. Es decir, cuando se lee a autores como Dickens, Flaubert o el propio Melville, se está absorbiendo un pensamiento de ellos, una forma de mirar el mundo. Y era Herman Melville también quien creía que este tipo de concepción de la lectura hacía que su propia obra no podía lamentablemente considerarse como puramente suya: todo lo que escribía era siempre un poco de otro y no había forma una vez que se absorbía un autor determinado de escribir de otra manera.

Hay mucho de esto en Jim and Andy y junto con esto también una concepción de la propia idea de libertad. En uno de los momentos claves de la película Jim Carrey dice no creer demasiado en el libre albedrío y para probarlo se pregunta porque toma finalmente el té, porque quiere hacerlo o porque tiene sed. Es un momento que contrasta (y mucho) con otro en el documental en el cual  Carrey dijo que había rezado para tener una bicicleta y que gracias a eso la bicicleta había aparecido de milagro. O sea, si en este último caso había un Carrey asegurando que su propia voluntad le permitía adquirir lo que deseaba, hacia el final este mismo actor dice que ni siquiera sabe si el acto de beber un té puede ser una decisión genuinamente libre. De modo similar, el documental mostrará a un Carrey que con su acting de Kaufman pareciera hacer que todos se adapten a él y transformándose en un aparente momento de libertad creativa absoluta, para terminar diciendo a la cámara que ya llegó un punto de tanta compenetración que tenía que dejar de interpretar a Kaufman. Como sucede hacia el final de La bella mentirosa, lo que empieza siendo una película sobre el arte como expresión, termina siendo una película sobre el acto de hacer arte como forma de autoencierro que limita las propias libertades. Acaso el mayor miedo que propone este juego de cajas chinas sea ese: la paradoja de la libertad es la misma existencia de un límite.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter