Mi ex es un espía

Por Ignacio Balbuena

Mi ex es un espía (The Spy Who Dumped Me)
EE.UU.-Canadá, 2018, 116′
Dirigida por Susanna Fogel
Con Mila Kunis, Kate McKinnon, Justin Theroux, Sam Heughan, Gillian Anderson, Ivanna Sakhno, Fred Melamed y Paul Reiser.

Sororidades

Por Ignacio Balbuena

Los espías siempre vuelven, escribía Javier Porta Fouz en La Nación hace más o menos un año. Como el terror, el espionaje es un género perenne en las salas argentinas. Con un espectro que cubre tanto el thriller tenso como la acción vertiginosa, el espionaje siempre encuentra su camino hacia el espectador ansioso de vueltas de tuerca. Este año tuvimos la grandiosa Misión: Imposible – Repercusión (si me apuran, la mejor de la saga, o al menos la mejor de la segunda trilogía), y ahora llega esta pequeña gran comedia con Mila Kunis y Kate McKinnon, más cerca del Tom Cruise de Encuentro Explosivo que de Ethan Hunt, al menos en el tono. En lo que a la trama respecta, Misión: Imposible – Repercusión y Mi ex es un espía (MEEUE de aquí en más) son muy similares, y es que esta última recorre los tropos y lugares comunes argumentales de las películas de espionaje contemporáneas casi como tildando casilleros en una planilla: desde un Mcguffin que esconde planes terroristas y cambios de bando constantes, a una agente de jerarquía que pone cara de enojada detrás de una pantalla y una asesina a sueldo con su propia peculiar origin story y que termina con la cara quemada.
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Si MEEUE logra sostenerse como comedia de acción a pesar de los elementos genéricos de su costado de película de espionaje es, sin lugar a dudas, por la dupla protagonista de Kunis y McKinnon. Ambas luminosas y carismáticas, logran llevar adelante la película a fuerza de timing cómico e interpretando a dos amigas entrañables, demostrando una vez más que el fuerte de las comedias americanas de estudio de este año es el núcleo emotivo, que funciona como cimiento para los chistes de pijas, el humor físico, o los momentos más absurdos. Kate McKinnon hace uno de sus personajes típicos, ok. Pero aunque acá no es explícitamente queer como en la remake de Ghostbusters (Paul Feig, 2016) sí es muy feminista (y bastante torta también, en rigor, basta ver sus atuendos, que explicitan el lugar común del imaginario prejuicioso sobre una lesbiana). McKinnon es responsable de varios de los mejores gags y diálogos de la película, como las conversaciones con esos padres con los que comparte todo, hasta las dick pics. O cuando profesa admiración por una espía de alta jerarquía, apoyando constantemente a Mila Kunis con una mezcla de insistente Girl Power pero también como una mejor amiga de toda la vida, de esas que te apoyan hasta en las peores cagadas que te mandás y que conoce todos sus secretos.

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Entre tantas vueltas de tuerca, por momentos esperaba algún plot twist en el que Mila Kunis resultara ser una espía ella misma, dada su inusitada habilidad para disparar, manejar bajo estrés (en una gran escena con un conductor de Uber en las calles de Viena) o incluso para no quebrarse en interrogatorios. Pero no, es una chica común hasta el final, respaldada por su mejor y también inquebrantable amiga. Mila Kunis y Kate McKinnon se parecen un poco a Abbi e Ilana de Broad City, esa sitcom fumona de Comedy Central. Tanto Abbi como Audrey, el personaje de Kunis son chicas ‘promedio’ (al menos en un universo paralelo en donde una chica como Mila Kunis es promedio) e inseguras, con miedo a terminar estancadas en la vida y a la mediocridad, e Ilana y Morgan Freeman (sí, así se llama el personaje de McKinnon) son las deschavetadas con un par de tornillos sueltos, con facilidad para sostener los absurdos más delirantes como si fueran verdades evidentes y comunes. Y al igual que en Broad City, en MEEUE el elemento de empoderamiento femenino está bien integrado en la trama, en parte por lo honesta que resulta la amistad entre las protagonistas. De todas formas, y aunque la trama transita lugares ya muy recorridos en varias películas (incluso en otras parodias, como Spy), resulta interesante ver a estos dos amigas absolutamente sobrepasadas por la situación atravesando exactamente las mismas situaciones en las que anteriormente vimos a un Jason Bourne o un Tom Cruise. Donde normalmente hay brutalidad o eficiencia, en MEEUE hay gritos desaforados, torpeza, y cada tanto, golpes de suerte.
 

Eso sí, todos los villanos, matones y otros espías que aparecen sí son eficientes y brutales, y es notable la escalada de violencia. Brazos rotos, empalamientos, explosiones de granadas, choques y un sofocamiento en una olla con queso derretido demuestran que la directora Susanna Fogel no tiene problemas en balancear un grado alto de violencia con la comicidad de las boberías de las protagonistas Tal vez por eso el último acto se resiente un poco, cuando las dos chicas ya están más cancheras con las cuestiones del espionaje y la película se desarrolla de forma más convencional (especialmente con un último plot twist que se ve venir desde muy lejos), porque lo que era torpeza y sisterhood lo fi (es decir, sororidad que no se grita, sino que se hace) se convierte en eficacia. MEEUE tal vez no esté a la altura de otras comedias de este año como Blockers o Noche de Juegos (tal vez esté más cerca de Te atrapé!, otra comedia también algo fallida pero en última instancia emotiva y con protagonistas carismáticos), pero aún así tiene momentos muy graciosos y efectivos y dos actrices que son (y ponen) TODO.

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