Mi histeria en el cine

Por Nadia Marchione

Mi histeria en el cine
Argentina – España, 2015, 64′
Dirigida por María Victoria Menis.
Con María Victoria Menis, Cecilia Menis

Lo primero es la familia

Por Nadia Marchione

Qué pasa cuando se pone en crisis en la vida de una persona aquella actividad que, justamente, lo define? Cuánto se juega en torno a aquellas decisiones que uno ha tomado profesionalmente y que ha sostenido durante años? Qué pasa si uno quisiera hacer “borrón y cuenta nueva”? Si quisiera ser otro? Porque mirando al de al lado (sobre todo cuando uno tiene un trabajo poco rutinario) a veces todo parece (de fuera) tanto más fácil. La previsibilidad de un trabajo estable es una seguridad que muchas veces se vuelve atractiva cuando se la mira desde la vereda de la actividad artística. Aquel que se levanta todos los días a la misma hora, que puede disfrutar de los fines de semana, aquel para quien los feriados significan descanso, ese otro cuya vida siempre le ha parecido aburrida y rutinaria a quien se dedica a lo autogestivo, en otras ocasiones se vuelve aquello otro que el trabajador autónomo quisiera probar un rato.

Mi Histeria En El Cinell

María Victoria Menis trabaja en torno a estas cuestiones dando menos una respuesta que busque englobar la experiencia compartida con otros realizadores (es decir: no pretende respuestas universales) que abriendo interrogantes personales. De esa manera la experiencia personal y sus particularidades se imponen frente a los lugares comunes de “la experiencia del artista”. Pero la película no aborda la experiencia aislada solamente, sino que encuentra el segundo gran eje en la familia y la relación de cada miembro de esta tribu con la actividad cinematográfica en general y con la carrera de Menis en particular (la escena de la comida familiar donde ella “confiesa” su intención de abandonar el cine y las reacciones de cada uno es de lo mejor de la película).
La tensión entre el amor personal por el cine (y la identidad de la familia frente esa elección de la directora) se pone de manifiesto no sólo en la composición de cuadro (Menis hace hablar a sus personajes más y mejor cuando los integra a la plástica del lenguaje visual que cuando verbalizan, valiéndose del humor como principal recurso) sino también en lo que los “personajes” no dicen pero hacen (sus hijos también se dedican al mundo audiovisual, con lo que uno puede sospechar que han sido criados entre cámaras y gritos de “corten” y eso ha prefigurado también su identidad). Pero quizás el “mundo audiovisual” como abstraccción y su caracterización sea lo menos interesante dramáticamente hablando. Los cuestionamientos acerca de la inestabilidad de una actividad fluctuante económicamente  (sobre todo si hablamos de alguien que ha dedicado su vida al cine independiente), se vuelven menos atractivos cuando uno se adentra en el “mundo Menis” que claramente no sería tal sin la presencia constante del cine en las vidas de todo el clan, pero que también lo excede. De ahí que el código y el tono con el que juega la película se acerque mucho al “mockumentary”, lo que la hace más atractiva y querible, en alguna medida porque responde a una necesidad consciente de vincular dos mundos que podrían ser irrenconciliables (familia y trabajo) pero que no lo son.

Mi Histeria En El Cine

Así, Menis, en una película en apariencia sencilla, de corta duración, logra gana mucho más cuando asume su propia voz (con sus excesos, sus dudas, sus limitaciones) que cuando coquetea con la presunta universalidad de representar a un conjunto más amplio (los realizadores independientes, o incluso, si se quiere, los artistas audiovisuales en en general). La incertidumbre económica pero también vocacional si se quiere, el “pender de un hilo” constante, la falta de estabilidad y el trabajo full time en una actividad que no tiene horarios ni feriados son algunas de las características que vuelven tan insoportable como irresistiblemente atractivas las actividades relacionadas con el arte para sus hacedores. Pero esa universalidad dice menos de lo que abarca. Por el contrario, cuando Menis se detiene en un ajustado y por momentos hilarante retrato de su familia, compuesta de personajes atractivos y super interesantes de seguir (como lo son especialmente sus padres) es cuando, cinematográficamente, es decir, gracias a netos recursos del lenguaje, la película cuenta más, mejor y logra mayor empatía con su realizadora  .

A lo largo de toda la película, la voz de María Victoria acompaña las imágenes en off, desde detrás de cámara, en franco diálogo con su familia. Así Menis configura su identidad tanto dentro como fuera de la película: Menis adora el cine y su vida es el cine, tanto así que la identificación con la cámara es inmediata y total, incluso en ausencia de cuadro. Sólo se la ve en un momento, a través del espejo. Ese momento puede parecer obvio y hasta redundante, si. Es el momento del autorretrato, si. Pero no era necesario: en los otros, en el lenguaje que los muestra y en la relación que el cine expresa como vínculo con el mundo ya estaba presente la directora. A veces menos es más.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter