Némesis

Por Mariano Bizzio

Samaritan
EE.UU., 2022, 102′
Dirigida por Julius Avery
Con Sylvester Stallone, Javon Walton, Pilou Asbæk, Sophia Tatum, Martin Starr, Moises Arias, Dascha Polanco, Michael Aaron Milligan, Joe Knezevich, Olaolu Winfunke, Rahiem Riley, Ryan Dinning, Scott Rapp, David M Sandoval Jr., Julie Haught, Laura Palka, John Rymer, Eric Daniel Stumpp, Shane Berengue, Maximo Duran, Audrey Williams, Henry G. Sanders, Abraham Clinkscales, Shameik Moore, Jared Odrick, Frederick Williams, Kevin Mikal Curry, Roger Payano

For no one

Samaritan, como ya sucedía con otros lugares comunes de las anteriores películas de Julius Avery (Operación Overlord y Son of a gun), no precisa, para ser amables, de una puesta en escena cuidada, ni de un verosimil estricto ni de de un gesto que la obligue a diferenciarse de lo existente. Bien por el contrario, hay en ese director, una búsqueda deliberada por abrazar todos y cada uno de los materiales berretas que el cine actual tiende a descastar. Lo mas interesante es que pone, en el centro de esos materiales, a una historia de superhéroes crepuscular (al final de cuentas Samaritan cuenta la historia de un retorno de un héroe un poco hecho pelota), un actor que no termina de despedirse y de volver sobre si mismo para celebrar sus persistencia en el tiempo a como dé lugar (Sylvester Stallone, cada vez más inmovilizado por las fajas que le deben evitar los dolores articulares en la espalda), pero todo, todito, mezclado en un armado, en un rejunte de tropos y formas que, además, nos remiten a una época poco cool para los superhéroes: iniciosy mediados de los 90s, que es el momento en el que podríamos ubicar las acciones que se narran en la película, pero mas que nada, es el imaginario que se nos narra.

Samaritan (la torpeza superlativa de haberla llamado Némesis para latinoamérica es un error garrafal que spoilea todo lo que pueda spoilearse…siempre y cuando no se haya prestado atención a los uno y mil elementos que nos permiten anticipar el plot twist incluso sin este error de traducción) no es buena, pero tampoco es tan mala. Ni tampoco es tan mala que es buena. Su consumo no puede ser irónico porque no parece creerse todo lo que cuenta con la más absoluta de la ingenuidades. No, Avery no es Ed Wood ni es Tommy Wisseau. Ni siquiera es el Joel Schumacher de Batman & Robin. Pero tampoco es un cínico que se propone hacer del género de superhéroes una declaración campy, que busque mofarse de los lugares comunes que el imaginario de comic pudo haber habilitado sin que nos causara gracia alguna. Quizás, entonces, el peor error que comete Samaritan es que busca denodadamente gustarle a todos. El problema es que en ese intento conduce un proyecto que no termina de establecerse en un código que inmediatamente intenta cruzarlo con otro, como si a cada momento nos estuviera codeando, diciendo: “lograste ver la cita?”, “te diste cuenta de esa alusión?”.

El tipo de película que supone Samaritan es similar al dulce de leche: es rico por momentos, si, pero también es empalagoso, por eso no puede gustarle a todos. Y en un territorio en el que las redes sociales y los consumos cruzados por valoraciones de interacción dominan nuestras vidas, Samaritan tiene algo de la vieja escuela y de la actual: una película que no se hace mirando los focus groups, pero al mismo tiempo una película tan insegura de sus materiales que todo el tiempo nos provee alguna clase de reconocimiento según el tipo de espectador que encarnemos. El tema es que a veces, por querer gustarle a todos, no terminás gustándole a nadie.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter