Ni un paso en falso

Por Mariano Bizzio

No Sudden Move
EE.UU., 2021, 115′
Dirigida por Steven Soderbergh
Con Don Cheadle, Benicio del Toro, David Harbour, Jon Hamm, Matt Damon, Brendan Fraser, Ray Liotta, Kieran Culkin, Noah Jupe, Julia Fox, Amy Seimetz, Frankie Shaw, Bill Duke, Wayne E. Brown, Roger Petan

Un cine gris

Por favor no confundamos a No sudden move con el thriller de los 80s de John Frankenheimer 52 Pick Up, que supo ostentar el mismo título en español. No obstante, el error no podría haber resultado más conveniente. Por qué? Básicamente porque tanto Soderbergh como Frankenheimer comparten el amable, el dulce podio de pertenecer al club de los artesanos competentes. Pero Soderbergh no lo fue siempre, no lo fue durante toda su vida. Lo fue a partir de un determinado momento en el que eligió que su carrera autoral se fuera bien al demonio. Primero una década de instalación pública (que va de Sexo, mentiras y video (1989) a Un romance peligroso (1998), en donde siempre presumió de cierta condición de “artista comprometido con su tiempo” y varias sandeces más. A partir de aquella película de 1998 comenzamos a testimoniar una doble condición: su obra supo oscilar entre un cine pretencioso (Traffic, 2000 sería el caso paradigmático) y una serie de películas propias de un director que se preocupaba por presentar un producto terminado antes que un film.

Las entregas de La gran estafa pertenecen al conjunto de las películas desinteresadas de ser parte de una obra con mayúsculas. Y en el medio reconocemos algunos intentos de comedia en películas que en el fondo se revelan pretenciosas, es decir, nos quieren hacer creer que pertenecen al segundo conjunto pero en realidad son plenamente pertenecientes al primero. Pero en medio de todo esto comenzaba a asomar un Soderbergh distinto. Se trata de el director de Solaris (2002), de Contagio (2008), de Magic Mike (2012), de La estafa de los Logan (2017). Ese Soderbergh es uno que escribe contra si mismo, que opera contra su propia historia, que cree en los personajes antes que en la posibilidad de una obra. En un sentido algo menor Ni un paso en falso pertenece a este conjunto de la películas, que no son mas que unas pocas, que no llegan a una decena. Pero que merecen la pena ser pensadas desde un aspecto: la sobriedad y la desindividuación del estilo.

Hay un estilo en los artesanos competentes? Quizás el estilo no sea más que la confianza en el sistema. En uno que los exceda. Por eso Soderbergh mueve poco y nada la cámara. Por eso confía en los lentes angulares que le brindan libertad de movimiento y proporcionan espacio a sus actores para la improvisación. Por eso confía en los géneros como una base sobre la cual poder improvisar. Pero lo que parece canchereo, a decir verdad, es disfrute. Y si bien Ni un paso en falso está bien lejos de ser una película perfecta, lo es en alguna medida. Fundamentalmente porque cree en la capacidad extraordinaria de los tonos medios. Porque cree que destacarse es una histeria. Y narrar confiando en un puñado de personas, con una trama de fondo y con una moral definida basta y sobra. Por eso el policial que narra sobre engaños cruzados en donde dos matones con su cabeza en alto precio no es nada nuevo. Pero extrañamente nos proporciona la sensación de estar viendo algo que no busca la excelencia sino la consolidación de un estilo medio. Esa mediocridad, distinto a tratarse de una calificación destructiva es una declaración de principios: abrazar la ignominia de el anonimato es mejor que un buen nombre en una placa.

Pero claro, en el medio de dos grandes películas medianas, como esta y la mencionada La suerte de los Logan Soderbergh hace La Lavandería y Let Them Talk. Y nos lleva de vuelta al principio: qué cine quiere hacer este tipo?

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