No me las toquen

Por Sergio Monsalve

No me las toquen(Blockers)
Estados Unidos, 2018, 102′
Dirigida por Kay Cannon.
Con Leslie Mann, Ike Barinholtz, John Cena, Kathryn Newton, Geraldine Viswanathan y Gideon Adlon.

De vuelta a la NCA

Por Sergio Monsalve

La nueva comedia americana acusó el régimen de la extenuación. Por fatiga la dimos por cuasi extinta. La convencionalidad la anuló. Pero de vez en cuando revive para extraernos algunas carcajadas conscientes, algunos pensamientos paradójicos.

En alguna medida, e indirectamente, el género obtuvo el reconocimiento oficial en el 2018. Hay visos de humor NCA en el indie en las películas salidas de la factoría Sundace: The Disaster Artist, LadyBird y Tres anuncios por un crimen. Al final las tres se fueron con el vaso medio vacío, contando el pinchazo del realizador Martin McDonagh en la última ronda del Oscar. Al final del día, los viejunos votaron a Del Toro, porque la incorrección política les sigue cayendo mal.

050418 Blockers Review

Vengo leyendo con atención los análisis de los ex El amantes (varios de ellos eso esta misma revista) sobre el filón. Las teorías de los sandlerianos me despiertan innumerables conjeturas. El actor reposa en una sábana de contradicciones, hinchadas por su fandom. Reconozco su genio en The Meyerowitz Stories, pero honestamente se me pierde en películas menores y alimentos generados para la plataforma Netflix. Ya no lo espero con la misma emoción de antes. Me agotó su imagen y su repertorio de chistes, al menos por ahora. Aprecio interesarme más en la revisión de las críticas de sus defensores porteños. El sandlerismo es tan argentino, pienso, como el mate consumido por la selección de Inglaterra, por el contagio de Pochettino.

Revisando el párrafo de arriba, comparto una confidencia. La deuda de Venezuela con la crítica argentina es enorme. Primero se inició por la publicación en línea de El Amante. Después se profundizó en viajes de noteros caraqueños a Baires. Yo visité la redacción en un verano, me compré 20 revistas, le pedí un autógrafo a Gustavo Castagna, repartí el botín entre colegas del país. De a poco, nuestra afición por la crítica argentina fue evolucionado, así como nuestro gusto por la NCA. Hoy escribo en Perro Blanco en el ánimo de seguir dialogando con quienes nos inspiraron.

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De vuelta al punto de origen: fui a la función de Blockers (estrenada en Argentina con el penoso nombre de No me las toquen que pareciera rememorar a las comedias argentinas de la dupla Olmedo-Porcel de antaño) en Caracas, recordando la vigencia de la democracia del gag y el arte de escribir guiones de sitcom, acaso las piedras angulares de la debutante Kay Canon, quien supo especializarse como guionista de diálogos y los playbacks de Pitch Perfect. Con todo, fui a la premier sin muchas expectativas. Pero, sorpresa sorpresa: la película me reconciliaría con la NCA, las teorías locas de El Amante, pero centralmente con el lujo de reír en un país donde hacer catarsis cuesta cada vez más caro por la inflación.

Varias ideas subyacen en el acabado plástico y narrativo de la opera prima de Canon como directora. Primero, se cuenta la tradicional historia de la fiesta de promoción (que supone el egreso de la escuela secundaria), desde la mirada de tres chicas, quienes organizan un pacto para perder la virginidad en medio de la celebración del grado, bajo el acecho de unos padres dominantes, conservadores y castradores. La perspectiva cambia en todo momento, permitiendo que la broma surja del desencuentro y el conflicto generacional y no del gag fácil. La trama es no solo cobijo de un armado clásico y predecible, sino de una estructura polifónica. Irónicamente, la realizadora decide prescindir del uso y el abuso de la técnica del soundtrack, que es uno de los vicios del populismo audiovisual del milenio. Lo venimos padeciendo en las series inspiradas en la nostalgia de los ochenta. A propósito recomiendo leer el artículo de Hernán Schell sobre Cobra Kai en el número de mayo de Perro Blanco.

Pero volvamos: Blockers no enciende el Playlist de rigor, hasta bien entrado el segundo acto. La habitual edición videoclipera e instrumental se mitiga en el transcurso de los minutos iniciales, priorizando el manejo de diálogos incómodos que transgreden el espacio del encuadre. La directora construye con textos mordaces que destilan sin sentido, así como con secuencias silentes que desprenden una corrosiva deconstrucción social de la tensión entre generaciones. Al respecto, un absurdo fragmento con los ojos vendados sería la réplica sarcástica del forzado ejercicio de terror de Fede Álvarez en No Respires.

Filme de adultos negados a crecer (otra marca de la Nueva Comedia Americana), por largos pasajes del montaje, el relato habla más de los padres frustrados y conservadores de la américa blanca y silenciosa de Trump, que de los jóvenes del milenio que parecen menos confundidos y desorientados que sus representantes. Incomunicados y separados por la brecha digital, los personajes desnudan la hipocresía y la doble moral de su forma de autoridad, que es la misma del estado. Por ende, siguiendo esa tradición de comedias morales que en el fondo no dejan de ser cuentos oscuros sobre las sociedades de época, Blockers construye una aguda y compleja figuración libertaria, que tampoco rehúye de la necesidad de empatizar con los diferentes y outsiders del sistema.

Cock Blockers Movie Prom Sex Consent

Me guardo uno de los últimos y melancólicos planos que me refresco el desolador final de Fat City, cuando en la barra un compañero le pide al otro que no lo deje por la abrumadora soledad que lo embarga. El happy ending esconde que la felicidad es un mito del mainstream y que lo normal es que exista disconformidad. Las soluciones sexuales para cada chica son viables y coherentes con un Hollywood que ha evolucionado desde que fue un arma para la censura de los políticos rancios y puritanos.
Al femenismo, al lobbie de la diversidad se le incorpora de una manera fresca y no dogmática o agresiva, a diferencia  de cómo se impone en las arengas del Me Too. Por ejemplo, una chica lesbiana visibiliza un enfoque que es puro surrealismo erótico y estético.

Blockers cierra con un armisticio y una tregua de amigos que se perdieron en el camino, por tantas fricciones, complejos y competencias innecesarias. Los padres vuelven a ser humanos, después del viaje, y aprenden algo del entrañable ritual de paso de sus hijos, que uno espera que no repitan los errores de sus progenitores freaks. Acaso estemos ante una de las comedias del año.

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