No respires 2

Por Rodrigo Martín Seijas

Don’t Breathe 2
EE.UU., 2021, 90′
Dirigida por Rodo Sayagues
Con Stephen Lang, Bobby Schofield, Adam Young, Brendan Sexton III, Madelyn Grace, Rocci Williams, Stephanie Arcila, Christian Zagia

La redención imposible

La voluntad de humanizar a los malvados ya estaba muy presente en precuelas como Hannibal, el origen del mal, Cruella, Maléfica y Guasón, con resultados cuando menos desparejos. Pero en No respires 2 hay una ligera novedad, ya que no se busca tanto la explicación de la maldad en los orígenes, sino un marco de redención a través de la continuación del recorrido moral para el antagonista de la primera parte. Sin embargo, el objetivo se muestra demasiado complejo para un villano que en la entrega previa se había mostrado tan temible como repudiable. 

Ahora con Rodo Sayagues a cargo de la dirección (aunque Fede Alvarez permanece como co-guionista), No respires 2 está situada varios años después del allanamiento de la primera entrega. Allí vemos a Norman Nordstrom (Stephen Lang), que vive en una aislada cabaña, donde ha acogido y criado a una niña huérfana, a la que rescató de un incendio. Sin embargo, esa existencia tan tranquila como frágil, donde el contacto con el resto de la sociedad es mínimo, es destruido cuando un grupo de criminales llega a su hogar con el claro objetivo de llevarse a la niña. A partir de ahí, se desata una batalla de voluntades por la supervivencia, con un par de giros focalizados en el vínculo paterno-filial, que lo hacen aún más particular y problemático.

Es innegable que la dupla conformada por Savagues y Alvarez vuelve a mostrar una gran habilidad para convertir a los espacios y objetos en actores relevantes dentro de la trama y la puesta en escena. Desde esa astucia, la película va enhebrando varias secuencias potentes, repletas de tensión y donde es la propia cámara la que arma el montaje a través de un uso preciso de los movimientos, las miradas y las tonalidades en la luz. El problema es que estamos ante piezas audiovisuales sueltas, chispazos de creatividad que no llegan verdaderamente a ser un todo armonioso. Y eso sucede a pesar de que el guión se esfuerza constantemente por darle carnadura a los personajes. Claro que lo hace mediante explicaciones un tanto redundantes y unas cuantas vueltas de tuerca forzadas.

Quizás eso se deba a que Savagues y Alvarez se plantean una meta conceptual que roza lo inverosímil. Es que ese ex soldado ciego metódico, despiadado y obsesivo que es Norman podrá ser fascinante en algunos aspectos, pero no deja de ser un psicópata con motivaciones y acciones con las que es imposible empatizar. Es cierto que la fisicidad que le aporta Stephen Lang (un gran actor al que pocos han sabido explotar en todo su potencial) permite capturar la atención del espectador, pero de ahí a que sea creíble su recorrido afectivo hay un trecho que se hace insalvable. Frente a esto, los realizadores combinan el thriller con una progresiva apuesta al drama moral, mientras al mismo tiempo introducen instancias de violencia un tanto excesivas y hasta gratuitas. Todo lo anterior coloca a No respires 2 en un lugar problemático -más aún teniendo en cuenta el contexto actual de corrección política exacerbada- que no deja de ser interesante.

En buena medida estamos ante una película que subvierte expectativas, yendo incluso a contramano del punto de vista que adoptaba en su predecesora. A la vez, no deja de apelar a una mecanicidad narrativa que, a medida que pasan los minutos, se hace cada vez esquemática: en los minutos finales deja de lado toda ambigüedad y arma un enfrentamiento de buenos y malos sin muchas vueltas. Sayagues y Alvarez terminan cayendo, un tanto involuntariamente, en un cierre entre disparatado e irresponsable, con el que es difícil saber si conviene enojarse o reírse. Sin embargo, toda esa mescolanza entre suspenso bien calibrado, gore y lágrimas telenovelescas no deja de ser llamativamente atractiva, incluso entretenida, en una película que muestra a Sayagues moviéndose con sorprendente profesionalismo en su nuevo rol (recordemos que siempre fue coguionista de Alvarez).

En su combinatoria sin miedo al vacío ya a las contradicciones, sin especular, No respires 2 se parece a Viejos, el último y deplorado largometraje de M. Night Shyamalan: ambas pueden parecer, a primera vista, películas un tanto pedantes, pero en el fondo exhiben las suficientes credenciales formales como para dificultar juicios definitivos.

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