Jack Reacher: Sin regreso

Por Federico Karstulovich

Jack Reacher: Never Go Back
EE.UU.-China, 2016, 118’.
Dirección: Edward Zwick.
Con Tom Cruise, Cobie Smulders, Aldis Hodge, Danika Yarosh, Patrick Heusinger, Holt McCallany y Robert Knepper

No es una despedida

Algunas observaciones sobre los últimos movimientos en la filmografía de Tom Cruise con la excusa de Jack Reacher: Sin regreso

Expuesto a las oscilaciones de un mainstream cada vez más descorazonado, pero al mismo tiempo conciente de su rol como productor-actor y casi director, el buenazo de Tom supo convertirse en el plazo de dos décadas y pasó de ser la estrellita joven y promisoria de los 80’s y la primer mitad de los 90’s, a ser una estrella con plena conciencia de su lugar en el juego de espejos wellesiano que es Hollywood. Me atrevería a decir que desde Misión imposible (1996) y exceptuando un par como Vanila Sky y Leones por corderos a la fecha el tipo no tiene películas malas.
En esta última tanda de películas Tom supo condensar lo mejor de si: capacidad para reirse de su propia condición de estrella, notable control como productor para que los productos que estelariza tengan coherencia (como si se tratara de una gran The Tom Cruise film) pero a la vez un ojo preciso para saber cuándo y cómo arriesgar. Tal es la excepcionalidad de su trayectoria que sólo puedo pensar en un sujeto como Clint Eastwood para encontrar un paralelo indicado.

Asi y todo, con una buena dosis de desparpajo encima, Tom venía dando pistas de una desaceleración. La misma tenía que ver con un techo para con su personaje del hombre cincuentón que debe dejar la aventura atrás (algo que el mencionado Eastwood empezaba a sufrir allá por los 80’s). Esa despedida alla Antoine Doinel tuvo uno de sus picos más altos con Misión imposible 4 -acaso la mejor entrega de toda la saga- donde el buenazo de Tom comenzaba a demostrar que estaba viejito y cansado para los trotes.

Pero Tom la siguió y se puso metafísico aunque sin perder la noción de gran espectáculo con Oblivion en 2013 y con Al filo del mañana en 2014 –dos películas que de todos modos fueron mucho más modestas en taquilla que las M:I-. Luego, con las extraordinarias Jack Reacher (2012) y Misión imposible 5 (2015) comenzó un proceso de redundancias (super disfrutables todas y cada una de ellas, pero repeticiones al fin de algo que ya había tocado un techo).

En este proceso de reevaluaciones ingresa Jack Reacher: Sin retorno. Y ahí es donde debemos preguntarnos qué fue lo que pasó con la vieja y querida conciencia de si de la saga, con la noción de heroísmo y otras varias cosas más. Y lo único que puedo pensar es que quizás nuestro querido amigo haya llegado a un límite del cuál no puede salir. Da la sensación que Cruise ha probado alternativas, pero sólo la ya mencionada saga M:I, más sus colaboraciones con Spielberg, Mann, P.T. Anderson y Stiller le ha dado la conjunción de prestigio y éxito popular que estaba buscando. En M:I incluso, Tom supo oscilar entre la continuidad de un mundo establecido y las variaciones del trabajo con autores asi como con artesanos competentes. En todos estos casos hubo un manejo preciso, casi quirúrjico, del destino de su carrera.
Por todo eso el bochorno de Jack Reacher part deux nos deja patitiesos, porque no hay casi nada salvable, porque parece una autoparodia con respecto a la primera parte, porque tiene unos problemas de narración graves (que intenta suplir con flashbacks torpes), porque se la ve torpe, grandota, sin dinámica cinematográfica real, y parece sostenerse en pie con una de esas sobrevidas que dan los respiradores artificiales.
En esa dirección TC luce cansado, desganado, corriendo y peleando lo mínimo indispensable, poniendo el cuerpo de compromiso. Ahí donde M:I entregaba inverosimilitud al extremo del servicio del formato XXL y Jack Reacher intentaba ceñirse a un formato más realista, nos encontramos con que JR: SR oscila horriblemente entre ambas, con personajes imbéciles o exageradamente vivos según la necesidad del momento, lo que afecta cualquier expectativa frente a lo que estamos viendo. A eso sumémosle una sucesión de flashbacks innecesarios y grasosos como la margarina y personajes secundarios horribles que aportan confusión a la ya ausente cohesión. Pero no termina ahí: hay presuntuosidad en la historia de padre-hija, mùsica que parece salida de un thriller berreta de los 90’s con Steven Seagal y por último un malo de cuarta.

La pregunta obvia es si todo era una gran joda final y fue tan pero tan brillante (como ya lo hiciera Will Ferrell en A deadly adoption) que no nos dimos cuenta, o va a llegar el momento en el que Tom estrene el reboot de La momia y terminemos de convencernos que la edad dorada del rey ha acabado.

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