#Polémica: El escuadrón suicida (en contra)

Por Santiago Gonzalez

The Suicide Squad
EE.UU., 2021, 132′
Dirigida por James Gunn
Con Idris Elba, Margot Robbie, Joel Kinnaman, Viola Davis, David Dastmalchian, John Cena, Alice Braga, Peter Capaldi, Jai Courtney, Joaquín Cosío, Nathan Fillion, Mayling Ng, Flula Borg, Sean Gunn, Juan Diego Botto, Storm Reid, Pete Davidson, Taika Waititi, Steve Agee, Daniela Melchior, Jennifer Holland, Michael Rooker, Sylvester Stallone

El culto

No entiendo el culto a James Gunn. ¿Es por haber empezado su carrera en la mítica productora Troma? ¿Por haber empezado de abajo y ahora ser un nombre reconocible en la industria? ¿Por su tono irreverente y adolescente que se mantiene según su conveniencia hasta el día de hoy? Se trata de preguntas cuyas respuestas se me escapan y que me impiden disfrutar de sus trabajos. El culto como credencial de presentación. Por otra parte también hay directores que trabajan mejor lo irreverente, lo adolescente e irresponsable, pero ya llegaré a eso. 

Desconozco si Gunn encontró la clave para mantenerse fiel a sí mismo, pero lo que si sé es que entendió cómo moverse dentro de la industria. Un ejemplo es el modo en el que logró que Marvel/Disney lo volviera a contratar luego de haber sido despedido por haber realizado unos comentarios muy pavotes en twitter hacía ya varios años. Gunn se pasó a DC/ Warner para encargarse del proyecto de The Suicide Squad y luego Disney sabiendo que había perdido lo volvió a contratar. Por supuesto Gunn le lamió los pies a la vuelta -y hasta puteo a Scorsese como un nene se pelea con el abuelo- y ahí demostró quien es el jefe en verdad.

La anterior Suicide squad (2016 y sin el artículo en el nombre) fue parte de una operación marketinera en donde Warner se autoimpuso mirada negativa, algo similar con lo que ocurrió con Cats (2019, Tom Hooper). Al estar autoimpuesto no hay lugar para pensar más allá de sus errores. Esto no significa que se trate de valiosas obras, pero sí sirven de ejemplos de cómo la industria maneja la percepción de una película. De hecho Wonder woman (Patty Jenkins, 2017) estaba llena de errores groseros, malas actuaciones y pésimas decisiones, pero la percepción fue de que se trataba de una gran película. 

Entonces llega Gunn a darle el tono que se merece a The Suicide Squad. Gunn que es conocido por su incorrección y por saber trabajar en el cine de superhéroes como demostró en la primera Guardianes de la galaxia, una gran película de aventuras. Pero no tanto en la segunda que era una cosa rara, deforme que funcionaba en algunos tramos pero que se perdía en su exceso (veinte tramas, veinte villanos, veinte escenas post-créditos). Eso es la nueva Suicide Squad. Pero esta vez con el artículo precediendo (será un artículo para la venta?).

En esta nueva aventura los personajes tienen que infiltrarse en una isla que se encuentra bajo una dictadura, cualquier semejanza con Venezuela no es pura coincidencia, y destruir a una criatura que puede ser usada por aquel gobierno para conquistar el mundo. 

Desde las primeras escenas uno se da cuenta de que Gunn apuesta a jugar con el cine de la década del ochenta, ese que encontraba en países árabes o rusos un enemigo. No por algo la inclusión de Silvester Stallone haciendo la voz de un tiburon mutante idiota. Pero en vez de apostar a lo fantástico como arma política como podía hacer John Carpenter, Gunn se comporta como un nene que se escuda en el cine Z para justificarse, total el cine Z es válido todo. Puteemos a todos pero quedemos bien con todos, seamos incorrectos pero seamos bien correctos en las motivaciones de sus personajes, aplaudamos las drogas pero a la vez vamos a condenarlas, y en ese proceso queda a descubierta su faceta de director progre. 

Capaz los productores se dieron cuenta del potencial público que hay en latinoamérica y le dijeron a Gunn que sitúe la historia en una isla inventada que es obvio se trata de Venezuela y por qué no Cuba también. En esta isla conviven argentinos, venezolanos, mexicanos, todos iguales, todos cayendo en los peores estereotipos, que si bien no es algo nuevo, tampoco puede bastar con el cinismo trash-retro. Uno podría pensar que Gunn lo hace a propósito para burlarse de la ignorante y limitada mirada americana que durante años supo posarse sobre la patria grande. Y algo de eso podría suponerse en algunos diálogos conscientes donde tira dardos a su propio país (hace tiempo que eso no supone autocrítica real alguna), pero en el fondo es el mas patriota de los patriotas y lo grita bien fuerte en medio de referencias a Mafalda y empanadas. Es un chauvinismo disfrazado de cinismo, en definitiva.

Mientras pasaba esto no podía dejar de pensar en un verdadero irreverente como Robert Rodriguez que es honesto cuando sitúa sus historias en México e incluso en Rob Zombie que en Three from hell (2019) hizo la verdadera Suicide Squad, una película que respira cine Z sin necesidad de quedar bien con nadie y que por supuesto fue relegado por la industria.

Gunn te juega a hacer un cine salvaje, desatado pero atrás está Zack Snyder (no por algo una sutil referencia musical a Dawn of the dead) atandole las manos. Hacete el rebelde, pero hasta donde yo te digo.

Como cineasta Gunn tiene ideas pero estas pierden efectividad. Tener como referente a Inglorious basterds (2009) y separar la historia en capítulos le sale bien a Tarantino nada más, en cambio a Gunn se le nota el gesto. O la suma de ellos. De una escena del presente pasamos a otra que ocurrió ocho minutos antes, de lo que vendría ser el final pasamos a un segundo final y después a otro final. Podría verse como excesivo y ser bienvenido…hace 30 años. Pero a mi me parece que corresponde a una idea completamente estandarizada de cómo debe funcionar un blockbuster hoy en día. Me parece mucho más un triunfo industrial antes que más que un tono autoral, curiosamente.

Gunn no esTarantino. El segundo juega con la moral del público, nos pone en situaciones incómodas y en eso había algo de provocador natural, bienvenido e irreverente. En The Suicide Squad explotan cabezas, desmiembran cuerpos, pero no importa, porque no importa la humanidad. Aunque parezca lo contrario, en el cine de Gunn hay mucho más odio que corazón. Y eso comienza a notarse.

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