#PostBafici 2017 – (4) Correspondencias

Por Federico Karstulovich

Correspondencias (Correspondências)
Portugal, 2016, 145′
Dirigda por Rita Azevedo Gomes.

Hamacas y flores. Un océano

Por Fernando Luis Pujato

Quizá la vida es la lucha de las imágenes que no mueren

Sophia de Mello

Como su nombre lo sugiere, Correspondencias trata acerca de un intercambio epistolar: el mantenido durante más de veinte años por los poetas Sophia de Mello Breyner Andresen y Jorge de Sena, cartas que comenzaron a escribirse exactamente desde que este último abandonó Portugal en 1959 y que dejaron de escribirse exactamente cuando murió en los Estados Unidos en 1978. Estos hechos incontrastables -los poetas, las cartas, las fechas- ya tenían un formato de libro en dos ediciones del 2006 y una edición definitiva, por ahora, en 2010, a la que se le se agregaron cinco cartas inéditas. Este otro hecho incontrastable, la fisicidad literaria por llamarla de algún modo, se ha transformado en otra cosa, en otro lenguaje, en otro escrito, pero las imágenes cinematográficas han mutado su carácter, no su esencia. Todos aquellos años oscuros marcados por la dictadura de António de Oliveira Salazar, todas aquellas cartas preñadas de dolor y de afecto, son todos estos planos tan bellos, tan desgarradores, casi indecibles, arrasando con el olvido. Aun cuando haya otras voces resonando en las terrazas y otros cuerpos paseando por los prados -fantasmas sobrevolando el eco de otros fantasmas. Aun cuando esa hamaca vacía continúe balanceándose suavemente en un desierto jardín y esos jarrones repletos de flores sigan perfumando el aire de solitarias habitaciones. Y ese mar, siempre ese mar, surcado por estelas blancas de invisibles embarcaciones, semeje una frontera infranqueable y a la vez el único horizonte posible. A pesar de aquella rabia infinita y aquella imposible distancia. A pesar del Estado Novo y la PIDE (Policía Internacional y de Defensa del Estado) y las manos gruesas de los fascistas. A pesar de aquel tiempo ya ido, muy a su pesar, todas estas personas y seres y cosas se encuentran hoy depositadas, dulcemente, en la heteroglosia fílmica de Rita Azevedo Gomes, desplegada a partir de una variedad de formatos que van desde el super 8 hasta el digital, pasando por el 16mm o un iPhone, insertando el material crudo sobre el cuadro de la pantalla o superponiéndolo en el plano de una ventana, mostrando la preparación de una escena o la paciente espera de la luz adecuada, combinando (parte de) el backstage con imágenes puramente ficcionales y algún que otro archivo a la búsqueda de una representación que no solo eluda la recreación histórica -esto es: filmar el pasado tratando de que este sea lo más verosímil posible- sino también la mímesis, ese concepto un tanto, o bastante, problemático, del cual parte la idea de que el arte puede imitar la realidad. Ahora, ¿representar qué, exactamente?, ni más ni menos que una tragedia: el exilio. Que este haya sido la consecuencia de un estado fascista está más que claro en el film. Que haya sido externo y forzado en el caso de Jorge de Sena e interno y un tanto menos brutal en el caso de Sophia de Melo también lo está. A veces en forma directa y frontal, en ese blanco y negro de archivo, desde donde Sophia se queja amargamente de la situación de su país y Jorge embiste con irónica fiereza contra la civilización occidental desde los griegos en adelante. A veces de manera indirecta en ese lento travelling que surca el mar acompañado por la música desgarradora de un violoncelo. Pero siempre esa sensación de que jamás se podrá volver a caminar libremente por las calles de Lisboa y comer con los amigos y escribir en el lugar que alguna vez -ya no más- fue un lugar de sentida pertenencia, se encuentra en cada secuencia, en cada plano, en cada mínimo gesto, en cada palabra pronunciada en portugués o en francés o en italiano o en griego o en inglés, en el tono de cada palabra de cualquiera de estos idiomas, de cualquiera. Todo esto, que sobrevuela Correspondencias desde su inicio, es también el estrecho camino de piedras que conduce al océano mientras la triste voz de una amiga se despide de un amigo que nunca logró volver a cruzarlo. La caricia de una voz. La caricia de una imagen. Es dentro de esta infinita congoja donde la poiesis del cine podrá aliviar las imágenes de este mundo, de nuestro mundo. Son estos dulces contornos. Desgarradores.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter