El secreto mejor guardado de los festivales: Festival EPA Cine

Por Federico Karstulovich

Por un cine no permutable

Entrevista a Eduardo Marún (director y programador), Geraldine Salles Kobilanski (programadora), Sebastián Rosal (programador) y Fernando Pujato (programador) de EPA Cine, Festival internacional de cine de El Palomar, en su primera edición, en mayo de 2016.


Por Federico Karstulovich

Ya con su primera edición acaso sea el secreto mejor guardado de los festivales pequeños que podemos encontrar en la Argentina. Contra todos los pronósticos (que tienden a augurar a los festivales chicos un carácter exclusivamente local, casi un cine para los conocidos) EPA se construyó a puro esfuerzo, encontrando una identidad que lo posiciona como uno de los principales eventos cinematográficos locales a tener en cuenta a la hora de estimular el acceso a nuevos cines y miradas.
En virtud del excelente trabajo realizado, entrevistamos a su director y programador como al equipo de los restantes programadores. La entrevista se realizó en 2016 y anticipa lo que veremos en la segunda edición, en mayo de 2017.

En la primera edición de EPA Cine – Festival Internacional de cine Independiente de El Palomar, tuve el honor de formar parte de un jurado compuesto por Marcela Gamberini y Fernando Martín Peña donde premiamos a tres películas: In the crosswind (primer premio), El último viaje de la Sra. Phung (primera mención) y Si escuchas atentamente (segunda mención). Sobre cada una de ellas habrá tiempo de explayarse (y lo ha hecho mejor que yo mi compañera de jurado Marcela Gamberini en el blog Con los ojos abiertos, nota que recomiendo y complementa esta entrevista). Lo que sigue es la palabra de director y programadores, responsables de este pequeño milagro cinéfilo.

 

PB: ¿Cómo nace EPA? ¿Podrían contarnos brevemente cómo surge?

EM: El festival tiene dos patas que nacieron casi al mismo tiempo. Yo llevo trabajando 5 años en el cine Helios y les propuse el año pasado la posibilidad de hacer un festival. Al haberse declarado la sala como espacio INCAA y contar con DCP y sonido 7.1 la propuesta tuvo un visto bueno, por lo que había que armar un equipo potencial de trabajo. A su vez la segunda pata es el staff que compone Teorema, que es un grupo de cinéfilos que intenta ver cuanta película puede e ir a cuanto festival fuera posible. Ya planteada la idea en el anteúltimo Bafici, desde ese entonces comenzamos a recorrerlo menos como espectadores que como potenciales programadores. Entonces estaba el espacio y estaba el deseo del grupo para armar el festival.

 

EA: ¿El INCAA los apoyó en el proceso de producción del festival? ¿Hubo apoyo económico e institucional de parte del INCAA?

EM: El INCAA nos facilitó movilidad y apoyo institucional, pero apoyo económico no tuvimos. Es algo con lo que esperamos poder contar en la segunda edición del festival.

 

PB: ¿Podrían contarnos cuáles fueron los criterios de programación para cada uno de ustedes?

SR: Yo lo que quería evitar sobre todo en la competencia era una suerte de estilo festivalero, si se quiere. Para mí, si tiene una característica ese cine, es que es un cine permutable. Frente a eso, yo me impuse un antídoto con dos reglas: primero, que las películas tuvieran en lo posible una marca detrás de cámara con un director palpable con nombre y apellido. La segunda condición era que las películas fueran capaces de marcar un tiempo y sobre todo un espacio concreto. Esa era un poco la idea de no caer en el cine permutable. Y esto sería que hay películas que si no ocurrieran en donde ocurren y transcurrieran en otro lado y en otro tiempo, en el fondo sería más o menos lo mismo lo que se cuenta. Y la tercera es que fueran películas personales, películas más frágiles, películas que tienen más complicaciones para conseguir pantalla, con mayores problemas de distribución. No necesariamente son malas películas las que no cumplen con eso, al contrario, son películas más fuertes. Creo que eso, de manera más o menos implícita, le terminó dando una unidad a la programación.

 

PB: Frente a lo permutable, impersonal, previsible (en el marco del cine de festivales), carente de tiempo y espacio con peso propio, un cine pequeño, no intercambiable, personal, frágil e imprevisible. Da la sensación que pensaron una programación en donde la ética sea una estética.

FP: Yo creo que hay algo que se despliega también como criterio común en casi todas las películas del festival (exceptuando In the crosswind, posiblemente) que era la idea de que fueran películas amables. Ojo, no condescendientes sino amables, que no busquen hacer sufrir a la gente. Que no sean “películas de festivales”, que sabemos que son películas donde el foco está en mostrar a gente pobre, que sufra mucho y que esté bien filmada, cosa que hoy hace casi todo el mundo. Ojo, no renegamos de ese cine porque no puedan mostrar cosas duras. Pero nos interesa que piensen el abordaje desde otro lado, incluso la miseria. Nosotros recibimos películas que formalmente eran increíbles pero que eran un horror. Intentamos no caer en eso.


PB: En muchos festivales del conurbano aparece centralmente como criterio de programación el componente local que reniega de la apertura al mundo, de lo cosmopolita. No parece ser el caso de EPA, que mezcla criterios locales y cosmopolitas a la vez. Me gustaría que pudieran relacionar lo local y lo cosmopolita como criterio de EPA, como una marca de identidad del festival. Digo, pensándolo en relación con otros festivales cosmopolitas locales como Bafici y Mar del Plata y contrastados con muchos festivales locales, cerrados al mundo exterior …

EM: En lo que hace a mi criterio de programación hubo algunas películas que pasaron de los focos a competencia y viceversa. No defino a priori. En ese sentido el criterio de programación lo fui armando más sobre la marcha. Yo suelo comenzar al revés: yo veo las películas con las que cuento, pongo las cartas sobre la mesa y veo, en todo caso, cómo las puedo hacer dialogar. Cuando armé la sección Panorama, intenté armar un corpus que pudiera pensar diferentes modos de representación para distintos problemas locales. No dar cuenta de un estado mundial de las cosas sino ver problemas particulares de las zonas seleccionadas (películas de Israel, de Burkina Faso, por ejemplo).

El festival tuvo a su vez un deseo de que pudieran participar directores de la zona pero en secciones que no funcionaran como ghettos sino que participaran dialogando con cines de diversas geografías. Creo que eso se ve claramente en el spot del festival hecho por directores de la zona pero con un aire medio nouvelle vague (o Jarmusch, si se lo observa más detenidamente).

PB: El mayor desafío era construir un público desde cero. E ir en contra de los prejuicios, ya que el público estuvo a la altura de esa exigencia que pensamos. Me interesaba el tema del diálogo con otros festivales, es decir, por un lado no ser solamente local pero al mismo tiempo no volverse una sucursal de quizás los dos grandes festivales cosmopolitas que tenemos que son Bafici y Mar del Plata. No ser una repetidora, una filial de festivales grandes. De hecho las dos principales películas de la premiación fueron dos estrenos nuestros y, aunque la visión cosmopolita se comparte, la idea no es replicar, no repetir, sino diferenciarse.
EM: A mí se me juega una cuestión que es el equilibrio entre películas que puedan estar en festivales como Bafici y Mar del Plata, pero fundamentalmente que no sean permutables, como dijo Sebas. Creo que ahí hay una punta del equilibrio que pensamos.

FP: Yo creo que hay que estar atento a cosas que está pasando en otras partes del mundo, uno tiene que estar atento a películas escondidas, a veces, en pequeños festivales que pueden convivir con películas más “instaladas” en festivales más grandes. Yo creo que al ser un festival pequeño pudimos manejar bien esto de lo tapado y lo consolidado.

EM: En nuestra pequeñez, creo que pudimos acceder a películas que a veces se escapan a los festivales grandes. Y creo que eso nos ayudó a encontrar una identidad. Ojalá sigamos en esa dirección.

GSK:
Yo creo que es imposible perder de vista la influencia de otros festivales. A su vez, suele ser muy difícil conseguir películas presentadas en grandes festivales. Se suma que una suerte de falsa sensación de acceso al cine (esta falsa democracia de que todos pueden filmar) puede confundirnos, por eso creo que al ser un festival chiquito es donde más precisos tenemos que ser. Me parece que es contundente la idea de Sebas de un cine no permutable, que se piense en el mundo a través de ideas cinematográficas, aunque sea chiquitito en presupuesto. Y que el festival funcione como ventana para ese cine y esa sensibilidad. Si luego se proyecta o no en Bafici o Mar del Plata, es secundario.

PB: Es interesante cómo relacionaron esa identidad del festival intercalando las competencias y los focos con fluidez, como si formaran parte de un diálogo…

GSK: En lo que hace a mi foco programado, que fue el foco experimental, creo que mucho cine experimental deja de lado al cine en su sentido más amable. Para eso tomé un concepto de Stan Brakhage, que es el concepto de cine amateur. La raíz de amateur proviene del latín “amante”. La idea de Brakhage concebía al cine como una actividad que se diferenciara de la actividad industrial, que sería el cine de los grandes estudios. Ese cine amateur se ocuparía de brindar amor a un cine que no necesariamente contara un conflicto central, que no fuera comercial, que no pudiera tener una gran circulación ni manifestara una gran sensibilidad. Por eso el cineasta amateur expresaría de manera amorosa lo que ve del mundo circundante. Con ese criterio, elegí películas caseras, sensibles, personales, libertarias, que pudieran narrar distintas cosas.

SR: Fijate, si sumás lo que acaba de decir Geraldine sobre su foco y la mirada amorosa sobre los mundos pequeños, si sumás la idea de trabajar con conflictos puntuales que proponía Edu en su foco (Panorama), si sumás el foco que programó Fernando, el de Jean Rouch, quien tiene una perspectiva donde hace un cine que no puede sino ser definido en un tiempo y espacio específicos (África entre mediados de los 50’s y principios de los 70’s) y, si sumás por último mi concepto de cine no permutable, creo que se termina dando una coherencia que al menos no estuvo como algo planificado. Responde a una visión de cine compartida.

PB: ¿Qué rol le dieron a las presentaciones personales de cada película y a las actividades especiales? Ambas son situaciones que sirven para contener al espectador en el marco de un cine que en muchos casos le es ajeno.

FP: Nosotros pensamos que era importante presentar todas las películas. Yo creo que a la gente le sirvió mucho eso. Desde algo más que no sea la sinopsis y el catálogo. Por su parte, creo que las actividades especiales necesitaban otro espacio, que por ahora nos tiene limitados y que quizás a futuro pueda ampliarse. También quizás puedan incluirse mesas sobre crítica, sobre historia del cine que en esta edición no pudimos hacer por estas limitaciones espaciales y presupuestarias.

EM: La idea de las actividades especiales era que sirvieran para hacer dialogar a la gente con un cine quizás no tan conocido, que pudiera enriquecer el cine que estábamos mostrando. Ahí estuvieron, entre otras, las charlas sobre fotografía, sobre edición, pero también la charla sobre el foco Rouch. O la proyección de La muerte cansada, de Fritz Lang, con música en vivo.

PB: ¿Qué cosas podrían sumar para ediciones futuras? ¿Existe la posibilidad de expansión del festival hacia nuevas sedes, con más actividades de cara al público?

FP: Yo creo que estaría bueno poder darle mayor visibilidad al festival, es decir, que incluya a gente que no solo sea de la zona del Palomar y alrededores, que fue el fuerte de la concurrencia. Creo que tenemos que tratar de llegar a más gente del conurbano y más gente de capital. Pero por ahora el principal impedimento es presupuestario. Y en lo que hace a los focos como retrospectivas, ampliarlos un poco más, quizás.

EM: La idea es poder expandirse, poder contar con una segunda sede, que implica poder contar con segundas funciones para las películas. Y de esa manera poder ir expandiéndose en el territorio. Quizás sea el objetivo más deseado. Y seguido a eso ampliar el staff, claro.

GSK: Creo que estaría buenísimo contar con una sala más. E incluso la posibilidad de acceder a un foco de cine para niños. Creo que expandir el festival es también un modo de abarcar mundos. No pasa por la cuestión de gusto, sino de acceder y tolerar otras realidades, creo que tiene que ver con la posibilidad de conocer a otros, de viajar. Entiendo que es una de las cosas más hermosas que pueden pasar en un festival.

SR: Exacto. Se vuelve, si se puede decir, un poco adictivo esto de mostrar películas. Al fin y al cabo, es un espacio para compartir. Si el presupuesto lo permite, nos encantaría contar con otras salas, pero también de ser posible pensar en una competencia argentina de largos.

GSK: Luis Buñuel decía que hacía las películas para amigos que no iba a conocer nunca. Creo que el rol de programación tiene que ver con eso. Ojalá se haya notado esa idea y ese amor y sacrificio.

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