Riesgo bajo cero

Por Rodrigo Martín Seijas

The Ice Road
EE.UU., 2021, 103′
Dirigida por Jonathan Hensleigh
Con Liam Neeson, Laurence Fishburne, Amber Midthunder, Holt McCallany, Matt McCoy, Martin Sensmeier, Matt Salinger, Paul Essiembre, Marcus Thomas, Lauren Cochrane, Gabriel Daniels, Bj Verot, Chad Bruce, Steve Pacaud, Bradley Sawatzky, Aaron Merke, Jake Kennerd, Lorrie Papadopoulos

El profesional

En Riesgo bajo cero, conviven dos subgéneros o superficies situacionales bajo el paraguas del cine de acción. Por un lado, el que podríamos denominar como “camionero”, donde los camiones juegan roles determinantes y cuyo mejor exponente es, sin lugar a dudas, Reto a muerte, la ópera prima –y obra maestra- de Steven Spielberg. Por otro, el que podríamos llamar “frío extremo”, donde los personajes usualmente andan con múltiples capas de ropa, condicionados por las bajas temperaturas, y que Liam Neeson ha sabido transitar en dos muy buenas películas como Venganza y El líder. Los camiones y el hielo son territorios/espacios donde se suelen mover los profesionales, y hacia allí apunta el film de Jonathan Hensleigh, aunque con resultados dispares.

Hay en Riesgo bajo cero un intento por acercarse al clasicismo y alejarse de la pirotecnia audiovisual, a pesar de su trama algo rebuscada al principio. Todo comienza con un derrumbe en una mina de diamantes en una región remota de Canadá que deja a decenas de trabajadores atrapados. Es entonces que un conductor de camiones (Neeson) debe encabezar una misión de rescate casi imposible, ya que tiene que llevar una carga muy pesada a través de un camino de hielo muy fino, con el tiempo jugándole en contra. Para colmo, tendrá que lidiar con una amenaza inesperada dentro de su propio equipo. A pesar de lo enredado del planteo inicial, Hensleigh busca enmarcar las tensiones a unos pocos personajes y locaciones, con lo temporal pero también lo ético como ejes de conflicto.

Claro que Hensleigh es un guionista y director entre desparejo y limitado, como lo demuestra su propia filmografía, que incluye algunos trabajos muy buenos, como Duro de matar 3 – la venganza y Jumanji, y otros entre mediocres y malos, como Armageddon y El castigador. Aquí sus intenciones son nobles: armar una puesta en escena artesanal y con economía de recursos, sosteniéndose esencialmente en los dilemas de los personajes, los lazos de lealtad y profesionalismo, y los choques a partir de los desacuerdos o traiciones. Pero a la narración le cuesta ensamblar todas sus piezas, como si al guión le hubiera faltado algunos retoques de último momento, lo que lleva a que solo de a ratos podemos empatizar con los protagonistas y que eso decante en el dinamismo requerido.

Además, lo conciso de la trama le termina jugando en contra a la película, que a pesar de sus vueltas de tuerca ve agotado su conflicto principal ya entrada en su segunda mitad. Eso la obliga a introducir un par de subtramas un tanto forzadas -como el conflictivo vínculo entre el personaje de Neeson y su hermano-, que no pueden evitar la sensación de estiramiento innecesario del argumento. Para colmo, hay una especie de villano sorpresivo que se adivina a la distancia y que no llega a tener la suficiente carnadura como para plantarse adecuadamente como contraparte de los héroes de la historia. Con lo que sí cuenta a favor el film es una sumatoria de momentos decisivos, donde el tiempo aprieta y los protagonistas se juegan el todo por el todo, en los cuales hay una espectacularidad medida pero precisa, aprovechando bastante bien el impacto de los vehículos chocando y estrellándose. Eso, y el carisma de Neeson, que a esta altura se ha convertido en un actor casi inoxidable.A pesar de sus limitaciones y fallas, es difícil no ver Riesgo bajo cero con ligera simpatía: su estructura pequeña y modesta parece salida de otro tiempo. Y evidencia una apuesta de Neeson, si la pensamos en relación con otros de sus films recientes, como El protector, Venganza implacable, El pasajero o las antes mencionadas Venganza y El líder. Lo suyo, indudablemente, son los héroes imperfectos e involuntarios. Incluso los antihéroes, con los que su rostro noble y honesto calza perfecto.

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