Rotterdam 2019 – Diario de Festival (2)

Por Laura N Vitalli

48° IFFR

Apuntes para la cobertura del Festival Internacional de Cine de Rotterdam

Por Laura N. Vitalli

Retrospectiva Edgar Pêra.

Es difícil hablar de la edición de un festival como un todo cuando uno, con mucho ímpetu y trabajo sólo puede acceder a un 10% o 15% del total de la programación. Cada uno arma su propio recorrido y, por supuesto, deja fuera de campo la mayor parte de las películas seleccionadas por una muestra tan extendida como la del Festival Internacional de Cine de Rotterdam. Por lo poco de lo nuevo que he podido ver (cuando hablo de nuevo me refiero no a nuevo para mí, sino a premieres mundiales o internacionales), este año parece haber sido menos generoso en cuanto a descubrimientos que el 2018. Sólo pensar que La película infinita tuvo su premier mundial aquí en la 47° edición marca una diferencia relevante.

Sin embargo, debo aclarar que lo dicho es más una sensación surgida de algunas pocas decepciones y de muchas películas que he evitado ver, llevada por el aviso de amigos críticos y programadores en quienes confío. El runrún generalizado ha tenido que ver con una Tiger competition realmente muy alicaída, con unas cuantas películas algo así como impresentables. Hay que decir, además, que el IFFR no puede hacer caso omiso de lo que parece un reclamo popular: existiría un determinado gusto (correspondería preguntarse cuán natural o cuán construido es) por películas “de temas importantes”. Esas “películas de la semana” que sobreactúan su indignación frente a tal o cual problema que aqueja al mundo; esa demagógica catarsis que opera como lava-culpas ante las bajezas (siempre ajenas) de la raza humana, parecieran tener muchos seguidores por estas tierras. El hecho de que Capharnaum, de Nadine Labaki (Cafarnaúm, la ciudad olvidada, será el título de estreno local) haya marchado durante todo el festival primera por lejos en el voto del público es algo que preocupa y llama la atención. Para que quede en claro, la gran idea “humanista” que conforma el meollo de esta película es la de un niño que demanda a sus padre ante los tribunales por haberlo traído a este injusto y podrido mundo. “Yo no decidí nacer” podría haber sido otra frase ganchera para explotar esta cosa que, so pretexto de la denuncia, se encarga de torturar a un niño en la gran pantalla durante dos horas.

Es por eso que llama aún más la atención la riqueza, riesgo y heterogeneidad que siempre tienen las retrospectivas del IFFR. Este año, una de ellas tuvo que ver con la obra del artista portugués Edar Pêra, el “único maestro portugués desconocido del moderno cine de Portugal”, en los términos del programador Olaf Möller (a quien conocemos, y queremos, del último Festival Internacional de Cine de Mar del Plata). Este realizador es dueño de una libertad creativa y de un ánimo voraz que le permite procesar y jugar con los géneros, las formas y la música de un modo ciertamente llamativo; capaz de acercarse a algo parecido al documental (A cidade de Cassiano, O homem-pykante-Diálogos com Pimenta), construir una farsa política para el gran público (Virados do avesso, segunda película portuguesa más vista en su país en 2014), revisitar el mito de Drácula (The baron) o jugar políticamente con el video clip (Caminhos magnétykos) y permitirse disfrutar de la instalación o la performance (Lovecraftland-cine-koncerto 3D, con música y acción en vivo).

Hay mucho para pensar en relación con la obra de un director en el que crece cuando se afirma en la libertad de jugar con música e imágenes y al que la urgencia de su necesidad de manifestarse políticamente puede jugarle una mala pasada, como en el caso de su reciente Caminhos Magnetykos, en el que su gruesa mirada sobre la realidad portuguesa y mundial se torna por momentos intolerable ante su habitual tendencia a la reiteración. El ritmo y el contrapunto son parte de su universo creativo (la influencia del muralismo, el graffiti y la videoinstalación tampoco puede desconocerse). Todavía estoy felizmente convaleciente de la experiencia de exponerme a la obra de Pêra. El tiempo dirá cuáles han sido los efectos.L

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