Solo las bestias

Por Luciano Salgado

Seules les bêtes
Francia, 2019, 117′
Dirigida por Dominik Moll.
Con Denis Menochet, Valeria Bruni Tedeschi, Laure Calamy, Nadia Tereszkiewicz, Damien Bonnard, Bastien Bouillon y Guy Roger ‘Bibisse’ N’Drin.

Circo de pulgas

Sólo las bestias comienza con el final, como todo producto determinista, no entiende las posibilidades del caos, porque considera que siempre hay una explicación para los acontecimientos, incluso los más insignificantes. Pero Sólo las bestias es también un rompecabezas signado por muchos fragmentos que, presentados de manera aleatoria, parecen más interesantes, más complejos, más sofisticados de lo que realmente son. Tenemos varias cosas funcionando a la vez: un pueblo alejado, una desaparición de una mujer, un patriarca dominante, relaciones familiares rotas, identidades falsas, engaños varios. Pero también tenemos un miserabilismo que coquetea con el cine de Robert Ostlund (que en el fondo es uno de los peores herederos de lo peor de Michael Haneke), tenemos los tonos grises y la gelidez de los thrillers policiales nórdicos. Pero no solo es todo lo anterior, porque podemos sumar una historia coral (con cinco personas vinculadas a la desaparición), una culpa primermundista que llega hasta la denuncia colonialista en África (si no bastaba con Ostlund, ahora tenemos a Iñarritu también). Pero el rompecabezas aparece asediado por un tono, acaso un poco anacrónico, que exacerba las cosas aún más: el melodrama, como segundo código que baila de a dos con el policial, con su persistencia determinista, con su rol central para el destino fatal, es lo que da sentido al forzamiento sádico que propone Sólo las bestias.

Pero aunque lo intente, Dominik Moll no es uno de esos sádicos mencionados previamente, sino que es un entomólogo culposo, por eso su determinismo ni siquiera tiene el rigor de esos dioses menores que hacen de sus personajes los portavoces de una idea trascendente para el mundo. No, Moll parece querer escaparse de esa prole, pero no sabe muy bien cómo. Por eso los géneros son el salvoconducto para que pueda moverse por otras partes del campo de juego. Ahí, cuando confía en los tonos, en los tiempos y formas de los géneros es cuando mejor le va. El problema es que es algo que nos provee a cuentagotas mientras nos apabulla de información.No obstante, luego de años de olvido, el retorno a las primeras ligas del director alemán afiancado en Francia se da gracias a esa mencionada confianza en los géneros que mejores resultados le trajeron a su carrera. El principal problema, en todo caso, es que las maneras en las que lleva a cabo el asunto no son depuradas. Es como si, en buena medida, Moll, como responsable final de este revuelto gramajo, sintiera que sin todo el andamiaje informativo que mencionamos al principio la película podría pasar desapercibida, es decir, señal de que en el fondo no confía demasiado en esos géneros en los que Sólo las bestias se mueve.

En su humanismo ausente, presentado como desesperanza, la película no ofrece salida, ni salvación ni vía redentoria para nada ni nadie, por eso el determinismo de sus imágenes dista de ser verdaderamente desesperado. No hay vacío aquí, como si puede haber frente al caos, frente al azar (elemento que parece central en la película, pero que en el fondo no existe como lógica posible de los acontecimientos), lo que si hay es condensación de verdades sobre el mundo expresadas en forma de un miserabilismo cool. Ni los excesos del melodrama, ni los modos de la exageración de los códigos del destino pueden sacarnos del circo de pulgas que organiza Moll, un vendedor de humo en lata.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter