Spider-Man: Lejos de casa

Por Federico Karstulovich

Spider-Man: Far From Home
EE.UU., 2019, 129′
Dirigida por Jon Watts.
Con Tom Holland, Zendaya, Jake Gyllenhaal, Samuel L. Jackson, Jacob Batalon, Angourie Rice, Marisa Tomei, Jon Favreau, Cobie Smulders, JB Smoove y Martin Starr.

Estás mojado, ya no te quiero

Hace frío y estoy lejos de casa
Hace tiempo que estoy sentado sobre esta piedra
Yo me pregunto
¿Para qué sirven las guerras?
———–
En el circo, vos ya sos una estrella
Una estrella roja que todo se lo imagina
Si te preguntan, vos no me conocías, no, no


Mil horas (Andrés Calamaro, 1983)

En mayor o menor medida, si algo definido tiene en su horizonte el señor Kevin Feige como mandamás del MCU eso es la necesidad de instalar el género de superhéroes entre nosotros de manera naturalizada. Hoy por hoy ese impacto hace que el hecho de encontrar películas de ese género en el marco de nuestra cotidianidad se haya vuelto algo tan habitual como respirar. Si, claro, eso es el gran éxito de todo el horizonte de probabilidades de aquello que comenzó por 2008 con Iron Man y que se consolidó en 2012 con The Avengers.

Al mismo tiempo, si la instalación de la marca Marvel dependiera pura y exclusivamente de la multiplicación de personajes y películas-evento, bueno, también nos estaríamos perdiendo parte del asunto. Si me lo preguntan, creo que el hilo invisible que conecta a todas esas películas es la posibilidad de establecer lo que bien podríamos llamar el arco dramático de un género.

Spiderman 1

Permítanme un breve excursus: en la narrativa audiovisual, al menos en lo que respecta a su dramaturgia, la noción de arco dramático supone un proceso evolutivo en los personajes a lo largo del trayecto de lo narrado. O mejor dicho: no necesariamente una evolución (que suena un poco muy darwinista) sino un proceso de cambio. Ese cambio es, probablemente, la experiencia humana inmediata que nos conecta empáticamente con lo que estamos viendo. Porque en definitiva, el poder empático de los géneros no es su gran estructura mítica, sino su capacidad de reconocer la experiencia de emociones humanas más allá de esos mitos. De ahí que los grandes personajes sean aquellos que nos permiten experimentar esas emociones ahí afuera. Pero bueno, nada de lo que estoy diciendo es demasiado novedoso respecto de cosas que ya había configurado un tal Aristóteles casi 26 siglos atrás.

Ahora bien, volvamos al MCU y a la noción de arco dramático de un género.
Como bien decía antes, todo género mas o menos canónico también experimenta un arco dramático. Esa noción extrapolada de la dramaturgia habla, entonces, de un proceso de cambio, es decir, un proceso de crecimiento. Por eso cuando un género comienza a ser consciente de sus posibilidades, pero también de su pasado, podemos reconocer en él a una instancia de plena reflexividad. Claro, ojo: si hay reflexividad quiere decir que también estamos ante un momento en el que los mitos del pasado comienzan a ser revisados. Y los arquetipos y los modos naturalizados comienzan a ponerse sobre ls superficie. Pero esa reflexividad que bien podría ser discreta (Hitchcock es un ejemplo de esto, en parte también Lang, Ray, Wilder, incluso Mankiewicz, o los últimos Ford y Hawks), también puede ser explícita. El problema es que ya traemos casi cuatro décadas de naturalizar esa explicitud canchera mediante la irrupción de las formas de la cultura pop. El problema es que el género de superhéroes no es hijo de la matriz clásica, sino de la cultura pop antes que nada.

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Se puede narrar y ser reflexivo todo el tiempo y en cualquier instancia del proceso de cambio de un género? Si y no. Si, porque el código gaseoso del pop habilita a esa clase de operativas: no podemos andar poniendo a los géneros en jaulas ni someterlos a mecanismos mengelianos de evolución coartada. Al mismo tiempo, si esa reflexividad pop habilita a que en cualquier momento del proceso histórico de un género podamos generar disrrupciones de cualquier clase, hay algo que sucede con el proceso histórico: se desvanece. El pop hace eso, en definitiva: desvanece la historia para que todo esa un gran presente. El tema es que lo que esto tiene de libre también lo tiene de fugaz y de falto de volumen. Es eso malo? No. Pero puede tener consecuencias inestables que hagan que eso que conocimos como un edificio de concreto se desarme como un castillo de naipes.

A qué viene todo este asunto? A que si uno repasa casos previos del género no es inviable encontrar ejemplos de reflexividad, no es imposible identificar (un poco más adentro, un poco más afuera) momentos de reconocimiento formal en los que el género hace consciente su discurso. Ahí está Iron Man 3, pero también El protegidoFragmentado Glass, aunque también podemos reconocer a películas como HancockChronicle y sin dudarlo varios momentos de Avengers: Endgame. Pero quizás la película que más se haya tomado el trabajo de integrar narrativamente ese proceso de evolución dramática y reflexividad sobre el género de superhéroes (sin por ello convertirla en una sátira, en una parodia o en una summa temática) es Spiderman: Lejos de casa. Lo más interesante es que para hacerlo recurrió a una idea simple: focalizarse en la construcción social del superhéroe y en la construcción mediática del mismo antes que en el mito o en la aventura. Al mismo tiempo no estamos frente a una película cínica. No: el ingreso del problema de la posverdad y los medios no es un tema de agenda demagógica sino que, contrario a cualquier expectativa, se convierte en esta película en la mejor herramienta para narrar la aventura. Y si, nuevamente lo hace con la base rítmica de Hamlet de fondo: con fantasmas del pasado, con padres simbólicos falsos que encarnan roles que no son, con cuestionamientos sobre la propia identidad, con el problema de la mentira como eje, con el problema de la mirada más allá de lo evidente -los anteojos de Stark!-. Versionando a su manera esa historia, pero de modo reconocible.

Spiderman: Lejos de casa trae a Mysterio, un personaje especialista en simulaciones. Al mismo construye la película en dos grandes segmentos, que por momentos recuerda a la estructura narrativa de Perdida: por un lado toda una primera mitad girando en torno a una narrativa que se orienta en dirección a la expectativa del género. Al mismo tiempo, una segunda mitad que se concentra en desandarlo, en desarmarlo, en deconstruirlo pieza por pieza, para poner en evidencia en la superficie qué fue eso que pensamos que estábamos viendo. Por eso, sustentada en la base de la simulación y la mentira de Mysterio como villano, es que la película se habilita a si misma a ser también un momento de parate, de visión retrospectiva con respecto a lo hecho por el MCU hasta el momento.

Seguramente habrá toda una tanda de análisis que se concentren en los modos en los que la película habla del presente, en la era de la postverdad, las fake news, Hillary & Trump, los medios masivos de comunicación, las redes sociales, la necesidad de creer en un proyecto y todo eso que referencia a la validación extracinematográfica para que la película hable de nuestro mundo. A decir verdad creo que poco importa. O al menos a mi no. Y es porque todo eso habla menos de la contemporaneidad del planeta que está de este lado de la pantalla antes que de la contemporaneidad del planeta que está del otro. De ahí que estar frente a una película que pone el principal eje en torno a la revelación del artificio del propio género, pero que a su vez lo haga desde su interior, sin por ello renunciar a su musculatura narrativa, a su empatía con los personajes (aunque por contraste con respecto a la primera parte de este reboot del personaje no podemos dejar de decir que el arco dramático es algo más previsible).

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Spiderman: lejos de casa es contemporánea a la propia historia y al imaginario que la contiene (ese gran domo llamado cine de superhéroes) porque también entiende que sus personajes y la narrativa particular de que lo que narra forma parte de un proyecto más amplio (y no, no me refiero al proyecto económico, que presenta en el horizonte una monstruosa concentración económica de la cual hablaremos en algún momento, sino al proyecto narrativo, acaso lo más interesante que tiene Marvel para ofrecer en su cine hoy por hoy), por eso puede permitirse poner a personajes que exceden por historia previa el mundo particular de la película pero al hacerlos ingresar apropiándoselos los reconvierte en herramientas para hablar del proceso de cambio de este género que está reformando todas las variables del cine como negocio, si, pero también las variables que podemos tener como espectadores frente a un sistema de expectativas cada vez más mundializado . Si, hay algo de la hegemonía del Hollywood clásico y sus géneros de hierro. Pero, claro, si pensáramos que solo se está repitiendo la historia no estaríamos entendiendo el presente que se nos viene.

Spiderman: lejos de casa es una película feliz, inteligente y consciente de su lugar, si. Y es justo mencionarlo. Pero también es la confirmación de una andanada que está llenando todas las fichas del bingo como para que no quede ningún hueco libre. La perspectiva para el género es buenísima, pero claro: a nosotros, quién podrá ayudarnos?

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