Cine club Perro Blanco – Comunidad de espectadores: Coherence

Por Daniel Alaniz

Estimados amigos:

Como muchos de Uds lo saben, pero otros no, les queremos contar por acá que comenzaron las actividades de nuestro cineclub. Pero al mismo tiempo es importante aclarar: no es un simple cine club en el que proyectamos películas que amamos, sino que nos propusimos hacer algo distinto. Gracias a la convocatoria del Centro Cultural San Martín, que ha dispuesto una serie de ejes temáticos por bimestre a lo largo del año, Perro Blanco ha programado 12 meses con 4 películas por cada mes en cuestión.

https://www.youtube.com/watch?v=AQ6wpBhSnBw&t=10s

La segunda película que vimos y trabajamos no es otra que la opera prima de James Ward Bykrit. Se trata de la super indie y casi desconocida Coherence. Esta película de 2013 vuelve, para nuestra proyección del martes 12/2, a los problemas del espacio, eje temático del mes. Durante su proyección vimos cómo la peliícula lograba salir por medio de un atajo grandioso frente a la idea del fuera de campo. Y es que ahí donde en la mayoría de los casos de películas de encierro (en este en particular un grupo de amigos debe afrontar las consecuencias de la apertura de un vortex espaciotenporal hacia diferentes multiversos gracias a la acción del pasaje de un cometa) se concentra en el peligro de lo invisible (el fuera de campo) frente a la tranquilidad de lo visible (la información en campo), Coherence le da media vuelta de tuerca más: sencillamente convierte a todo lo que no se puede ver en una versión alternativa de lo que vemos. El problema es que nunca dejamos de ver las versiones alternativas al universo que se nos presentó al inicio, por lo que el fuera de campo se reconvierte a un virtual pleno-de-campo, si fuera posible el neologismo.

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Al mismo tiempo pensamos qué es lo que hace la ciencia ficción y el terror contemporáneos con la limitación de recursos. Y con buena parte de esto se vincula con el espíritu del cine clase B, más específicamente recuerda a algunas cosas que lograba Edgar Ulmer con dos mangos y una cámara en un set de 2×2. Basicamente sucede esto porque la película no precisa de un arsenal de recursos sino que logra apelar a lo perturbdor con elementos básicos: fuera de foco, baja iluminación, falsos raccords. Pero fundamentelmente cuenta con ideas a las que puede defender con imaginación.

En una noche como cualquiera un grupo de amigos decide juntarse a comer y a festejar. En esa noche, en la que además del grupo y su camaradería existen tensiones solapadas entre sus integrantes, algo interrumpe la situación de partida, generando un corte de luz. Cuando los personajes salen a la calle se encuentran con la curiosa situación de hallarse en medio de la más inmensa de las oscuridades apenas interrumpida por el destello de un cometa que se desplaza de manera imprecisa y lejana en la lejanía. Todo lo que sigue luego no es otra cosa más que la derivación imprevisible de un cincuentenar de realidades paralelas que se abren para cada uno de los integrantes de la reunión, desdibujando, como lo hacía la ciencia ficción de los 50s, los límites de lo que conocemos de los demás o lo que creemos conocer.

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