Todo el dinero del mundo

Por Rodrigo Martín Seijas

Todo el dinero del mundo (All the Money in the World)
Estados Unidos, 2017, 132′
Dirigida por Ridley Scott.
Con Michelle Williams, Christopher Plummer, Mark Wahlberg, Charlie Plummer, Timothy Hutton y Romain Duris.

El coleccionista

Por Rodrigo Martín Seijas

Una escena. Gail Harris (Michelle Williams), la madre del joven John Paul Getty III, quien ha sido secuestrado, trata desesperadamente de conseguir dinero para el rescate vendiendo un objeto artístico que el abuelo del muchacho, el millonario John Paul Getty (Christopher Plummer), le había regalado a su nieto hace unos años diciéndole que valía una fortuna. Sin embargo, cuando acude a un coleccionista, éste le dice que en realidad eso es una baratija y que vale apenas unas monedas. Es posiblemente el momento en el que el film nos dice con mayor sutileza que Getty es un viejo tacaño. Imagínense la “sutileza” del resto de la película.

All The Money In The World Mark Wahlberg 2

Una película para reflecsionarr. Todo el dinero del mundo se la pasa resaltando que Getty no solo era un tacaño, sino también un avaro de campeonato y, principalmente, un coleccionista casi compulsivo de cosas y hasta personas. Eso es lo que le importa contar a la película y hasta da la impresión de que el secuestro del nieto –y el calvario que pasa su madre para finalmente rescatarlo, porque el abuelo se negaba a poner la plata que pedían los secuestradores- es algo secundario, accesorio incluso, por más que en la narración sea el conflicto central. Es como si el film quisiera ser un biopic sobre ese millonario petrolero solo preocupado en convertirse en el hombre más rico del mundo, o una reflexión un tanto moralista sobre los alcances de la ambición y cómo se lleva puestos a los afectos, pero termina conformándose con tomar el secuestro como foco. De ahí que el relato sea un híbrido entre el thriller y el drama familiar, donde ninguno de los aspectos termina de funcionar fluidamente.

Paralelismos. Es interesante cómo Ridley Scott configura una discursividad que caratula a Getty como un villano unidimensional -utilizando a los personajes de Gail y al del jefe de seguridad Fletcher Chase (Mark Wahlberg) como seudo jueces morales- pero, acaso involuntariamente, el realizador termina compartiendo algunas características con el viejo Getty. Él también es, al fin y al cabo, un coleccionista: su cine es en buena medida colección y hasta acumulación de relatos y géneros. No se trata de eclectismo o apertura a distintas vías narrativas y estéticas, sino más bien una pulsión por concretar proyectos. Scott es un artesano efectivo en la puesta en escena, rápido para trabajar y con una cierta capacidad para narrar, lo cual no tiene en sí nada de malo, y le ha permitido entregar tres clásicos al principio de su carrera (Los duelistas, Alien y Blade runner) y un puñado de films decentes en los últimos veinte años (Gladiador, Gángster americano, Misión rescate), pero también muchas películas que van de lo discreto a lo mediocre. Su cine no tiene voz propia y hasta podría compararse con un enchufe: cuando se lo conecta con la historia adecuada, es funcional, pero muchas veces le salta la térmica.

All The Money In The World 1

Placas rojas, color amarillo. No, el problema de la película no proviene del sensacionalismo extra cinematográfico (el desplazamiento de Kevin Spacey tras las denuncias por acoso sexual y la entrada de emergencia de Plummer), porque de hecho los actores principales son lo mejor de la película (tanto Williams como Wahlberg cumplen dignamente con sus respectivos papeles y Plummer monta un pequeño show, pero un show pertinente, que resalta sus capacidades para apropiarse del personaje y escaparle un poco a los esquematismos y estereotipos en que quiere encasillarlo el relato), las dificultades pasan por los tonos, las atmósferas y la construcción puramente cinematográfica. Esto se debe a que Scott vuelve a mostrar su peor rostro: allí reaparecen el sensacionalismo y la banalidad de los peores momentos de Hannibal o Hasta el límite; pero también el desgano en la puesta en escena de films como Un buen año y Los tramposos. Su único recurso parece ser la acumulación, a partir del despliegue de los lugares comunes que todos saben por las crónicas -como la cabina telefónica que tenía Getty en su mansión, el momento en que le cortan la oreja a Getty III (en el que el pudor faltó a la cita) o las declaraciones que quedaron registradas por los medios-, pero no por la propia capacidad de apropiación e invención visual. Ese “toque Scott”, esa acumulación no tiene fines narrativos o de construcción de personajes, son meros guiños a la historia real, gestualidades un tanto altisonantes pero no más que eso. A veces el amarillismo no se abandona nunca. A algunos directores se les pega como chicle a la suela.

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Chatarrero. Scott sigue coleccionando films, acumulando géneros e historias en su filmografía, a la que suma año tras año nuevos títulos. Pero Todo el dinero del mundo, tras su apariencia lustrosa, brillosa, hasta qualité y prestigiosa, no hace más que conformar la regla, reproducir una conducta, justificar una extraña lógica de autor: guardar, acumular todo, sumar cosas por el solo hecho de juntar, por más ostentoso que parezca, no cambia la naturaleza de lo que se guarda: a la larga no se trata de otra cosa que de baratijas que con el tiempo solo acumulan polvo.

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