Dog, un viaje salvaje

Por Mariano Bizzio

Dog
EE.UU., 2022, 90′
Dirigida por Reid Carolin & Channing Tatum
Con Channing Tatum, Jane Adams, Ronnie Gene Blevins, Q’orianka Kilcher, Kevin Nash, Cayden Boyd, Aqueela Zoll, Nicole LaLiberte, Amanda Booth, Neraida Bega, Patricia Isaac, Skyler Joy, Luke Forbes, Timothy Eulich, Jamaal Lewis, Alex West, Luke Jones, Tom Beyer, Junes Zahdi, Mathew Trent Hunnicutt, JoAnne McGrath, Joy Sunday, Tory Freeth, Jay Washington, Eric Urbiztondo, Evan A. Dunn, Pablo Ramos

Lamerse las heridas

Situada en un incierto territorio, tan americano como es posible de ser, la ópera prima como director de Channing Tatum se produce literal y simbólicamente en un cruce de caminos, que también se puede hacer extensible a un cruce de influencias cinéfilas que tiene su centro en la sensibilidad de un cine afín, que es el cine de Clint Eastwood, con cuya obra Dog tiene mas de un punto de contacto.

La historia (un ex soldado con traumas de guerra que debe trasladarse con la perra de un compañero a lo largo de la costa oeste para entregarla a sacrificio, a la vez que para despedir al compañero militar, recientemente fallecido en un accidente) acaso sea lo que menos importa en Dog, porque su nobleza radica en los detalles, en el modo en el que articula sus relaciones hacia el interior. Tanto los espacios, como los personajes como los objetos adquieren en la narrativa un lugar clave. En cierta medida lo que hace Tatum no es nuevo, es, acaso, el viejo y querido secreto del clasicismo: explotar hasta la última gota narrativa para potenciar la empatía del espectador.

Pero la película también oculta otra serie de ideas, que en alguna medida la orientan a una sensibilidad de otros tiempos, como si también su existencia funcionara como una declaratoria de principios contra la especulación del cine actual. La obsesión por las redenciones, en buena medida, tienen mucho más que ver con el cine del pasado, con la lógica crepuscular que con el presente. Desde su perspectiva, Dog cuenta, a su manera, también, la historia de un mundo que se muere, que se retira lentamente. En cierto modo, si bien Tatum es un actor joven, el modo de encarnar y de comentar ese choque de épocas hace que como actor también asuma un rol distinto al de sus compañeros de generación.

La reivindicación del lenguaje clásico y de los lugares comunes del cine del pasado (un pasado que se aleja con una velocidad pasmosa y solo vuelve cuando es recuperado con la retromanía cool en plan de negocios) la emparenta, también con Let him go, otra maravilla reciente salida de otros tiempos. Pero también con Palmer, protagonizada por otro actor con sensibilidad fuera de su época, Justin Timberlake. También hay ecos de esa otra maravilla llamada Marley y yo, lo que, invariablemente nos prepara para un estado de melancolía que se instala desde la segunda mitad y estalla en el final, como un buen exponente del clasicismo pide.

Y ahí, llorando, estamos nosotros, lamiéndonos las heridas junto a los protagonistas, preguntándonos por qué esta clase de películas pasan desapercibidas.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter