#DossierRefugio – Alta Fidelidad

Por Federico Karstulovich

Alta fielidad (High Fidelity)
EE.UU., 2000, 113’
Dirigida por Stephen Frears
Con John Cusack, Iben Hjejle, Jack Black, Todd Louiso, Tim Robbins, Joan Cusack

Las chicas de mi vida 

Por Federico Karstulovich

Aviso: esta nota debe leerse con la canción que está al final, como música de fondo

Penny (Marshall), Steven (Spielberg), Clint (Eastwood), Norah (Ephron), Rob (Reiner), Francois (Truffaut), Joe (Dante) & John (Landis), John (Lasseter), Yasujiro (Ozu), Takeshi (Kitano), Walter (Hill), Wes (Anderson), John (Carpenter), Richard (Linklater). Todos y cada uno de ellos son reyes & reinas de mis refugios personales, que como todo lo que nos hace bien en la vida, cambia. Pero el rey indicutido del castillo hoy por hoy es un inglés, especialista en hacer mundos de bizcochuelo en los que puedo habitar y volver, como esa isla a la que se encomendaba el protagonista de Collateral. Stephen Frears es el dueño de mis lágrimas, lamentos y agradecimientos (Tears for Frears, si).

Un refugio no es una casa, es, por el contrario, un santuario. Es un lugar de protección y resistencia ante los males del mundo. A veces pueden parecerse a una casa (muchas veces los confundimos con una). Pero no: los refugios son provisorios. Son, como quería Demócrito, la posada al costado del camino. Sin posadas, no hay camino ni nada. No hay aventura ni hay vida. Pero sin refugio tampoco hay corazón que aguante.

Las chicas de mi vida fueron los perfectos refugios en los que pude/supe/quise vivir. Lo fueron para mi. Algunas fueron una casa, en todos los casos no hubo otra cosa que capacidad para armar un lugar con almohadas, una suerte de cueva, y aislarse de las putadas que nos derribaban diariamente desde el mundo exterior. Y aunque todo se haya terminado y se hayan ido (incluso si están leyendo esto, algo más que probable), cada una de ellas sabe de qué hablo y a qué me refiero. Una relación de pareja, además de ser un acto amoroso, es también la construcción de un refugio necesario en el que poder hacernos fuertes y sensibles a la vez. Revisarlas y aprender de ellas es, también, una manera de rendir tributo a esos espacios de protección que alguna vez supimos construir con alguien.

Rob Gordon, el protagonista de Alta fidelidad entiende algo parecido. Por eso arma una lista de sus grandes rupturas amorosas, su top 5 de corazones rotos. Primero para despedirse despechadamente, luego para entender que esa gente que amodia es gente que lo hizo ser lo que es.

La música, así como las películas, las series, los libros, la comida (y otras tantas manifestaciones de la cultura popular que rodean nuestra vida cotidiana) no son otra cosa que una forma indirecta de hacernos una armadura que haga que cada caída, cada derrota, cada sensación de hastío, desgano, abandono, se sienta menos en la carne. Pero para mi no son refugios, sino materiales indispensables con los que poder armar uno. Para muchas personas los refugios en cuestión pueden armarse en soledad. Para mi en soledad uno puede armarse un caparazón. Pero un refugio es un lugar en el que podemos estar libres, sin la cota de malla encima, sin el escudo. Y ese lugar es, como bien reza la nota introductoria a este dossier, un lugar donde conocen nuestro nombre.

El itinerario que hace Rob Gordon a lo largo de su top 5 en Alta fidelidad es precisamente ese: el de recorrer el camino con gente que conocía su nombre, pero que hoy por hoy Rob no sabe si lo reconocen. Porque también sabe que cada siete años cambian todas las células de nuestro cuerpo y que, quizás esa persona con la que construimos un refugio hoy nos considere un extraño. Bueno: Rob se dedica a constatar eso y a preguntarse por su presente, en el que quizás tenga un refugio o quizás no (quizás hizo todo lo posible para perderlo).

El recorrido de Rob no es el mío, por suerte, pero el modo de construir refugios a lo largo de la vida con distintas personas, si. La obra maestra de Frears me habla de eso, constantemente. De cómo uno crea círculos en los cuales bailar/cantar/comer/coger/leer/ver películas con otro mientras el mundo se cae. Alta fidelidad es un refugio perfecto para quienes creemos que los refugios, por más provisorios que sean, se parecen mucho a un hogar. Los círculos, los refugios, los hogares se pueden caer, si. Pero nosotros podemos volver a ellos con furia y sonido.

 

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