#DossierRefugio – El cine de Paul Rudd

Por Andres Cappiello

Eterna sonrisa de New Jersey (el cine de Paul Rudd)

Por Tomás Carretto

Cuando me plantearon escribir sobre una “película refugio” podría haber elegido cualquiera de mis películas preferidas, podría haber escrito sobre Lola (1961) de Jacques Demy, o sobre La Mamá y la Puta (La maman et la putain, 1973) de Jean Eustache, o acerca de El extraño caso de Angelica (O Estranho Caso de Angélica, 2010)de Manoel de Oliveira, o quizás rememorar La Regla del juego (La Règle du jeu, 1939) de Jean Renoir. Las cuatro son (grandes) variaciones del amor tradicional, del amor decimonónico de las novelas. Películas luminosas y desencantadas. Lola es el encandilamiento de la infancia y juventud y como eso nos marca para toda la vida seamos hombres o mujeres; la de Oliveira es un amor espectral, que trasciende este mundo, sus miserias y sufrimientos, el amor como escape; La Mamá y la Puta plantea una quimera amarga, el amor es problemático (nunca es de a dos), es un campo de batalla abierto donde el deseo nunca es univoco, siempre hay un tercero dando vueltas, que nos condena al sufrimiento y la frustración. La cuarta, la de Renoir, es un grandioso resumen de todas las anteriores.

O quizás podría haber elegido alguna variante del “amor fou”(el amor loco). Desde L’Atalante (1934) de Jean Vigo y la desesperación por el amor desencontrado; el amor por una persona como misión de vida que trasciende el tiempo en Carta de una enamorada (Letter from an unknown woman, 1948) de Max Ophuls, o la pasión prohibida y tierna de Lady Chatterlay (2006) de Pascal Ferran (¿y si elegía Casco de Oro -Casco d’oro, 1952-de Jacques Becker? ¿O por qué no Breve Encuentro -Brief Encounter, 1945-, de David Lean) o su versión autodestructiva en Marruecos (1930) de Josef Von Sternberg y su final abrumador. ¿Y por qué no Senna (2010) de Asif Kapadia y esa pasión que lleva a una muerte inevitable?. O podría haber sugerido una variante leve y luminosa, en tono de comedia: Ceremony (2010), opera prima de Max Winkler (estén atentos a su próxima película todavía inédita).

Son películas que para mí representan el adentrarse al mar abierto de las emociones. Films que llegan a mis entrañas, por las cuales tengo un profundo respeto. Amo su belleza con locura pero no le recomendaría a nadie que se meta mar adentro. Es verdad (sin embargo) que son mi refugio y forman parte de mi educación sentimental. A la gran mayoría las tengo ahí disponibles para revisitarlas en cualquier momento pero por alguna razón no lo hago, salvo casos de extrema necesidad o por accidente. La melancolía es un sentimiento solitario, peligroso y autocomplaciente del que es difícil salir cuando el mar se empieza a sacudir.

Por eso a la hora de pensar en un cine refugio – evaluando otras alternativas- traté de evitar las referencias fijas, los puntos de vista unívocos, la filmografía de algún director que nos haga transitar por su misma cadena de obsesiones. No podía pensar en una sola película pero tampoco en la filmografía de un solo director (aguas en las cuales regodearme peligrosamente una y otra vez). Entonces (decidí): ¿por qué no pensar en ese otro gran artefacto que tiene el cine?. Esa otra herramienta que dota a este arte de humanidad, que le da cuerpo, que nos identifica, y lo hace trascender de la simple postal: los actores. La nobleza de esos seres que ponen su cuerpo y sus sentimientos a los deseos e imaginarios de algún otro. ¿No hay ahí un acto de amor? ¿Por qué no pensar en En la ciudad de Sylvia (2007) de José Luis Guerín, la mencionada El extraño caso de Angelica de Oliveira y Medianeras (2011) de Gustavo Taretto como “La trilogía del amor” en Pilar Lopez de Ayala?. Ahí tienen el mejor de los refugios. Pilar, esa actriz bella y noble, afectiva y piadosa, con cara de buena, que es la salvación para esos hombres sensibles y desangelados. Aunque sea un acercamiento casual en la calle, un derrotero que se posterga o una unión de espíritus que se aplaza hasta después de la muerte. Tres imaginarios distintos y la misma persona, la misma mujer.

Hey Rudd. Semejante introducción para llegar al punto que interesa. Mi elección final, esa por la cual –en definitiva-me decidí y que creo los va a llenar de felicidad. A la hora de evaluar un “actor refugio” no se me ocurrió otro mejor que ese judío bonachón de Passaic, Nueva Jersey. Ahí de donde también eran Las Shirelles. ¿Quieren también de paso un tema refugio?. “Esta noche eres mía completamente. Me entregas tu amor tan dulcemente. Esta noche la luz del amor está en tus ojos. Pero ¿Will You Still Love Me Tomorrow?”.

Sigamos con el amigo Rudd. Ninguno como él. Cine pit-stop (parada en boxes) del bueno. Ese que te permite cambiar las gomas y llenar el tanque de combustible y salir otra vez en carrera.

Cuando te pregunten qué filmografía-actor-director-etc de todo el cine contemporáneo podrá lograr trascender esta época, sugiero estas dos palabras: Paul Rudd. Un estado de gracia expresado en un corpus de una cantidad y calidad de películas que solo tiene parangón con el Cary Grant de la década del 30 y 40. Y es que en los últimos 20 años, de Ni idea (Clueless, 1995) para acá, el tipo tiene mas de una decena de obras maestras, donde su aporte ha sido prominente.

Enumeremos: Ni idea de Amy Heckerling, El reportero: la leyenda de Roy Burgundy (Anchorman: The Legend of Ron Burgundy, 2004) y Anchorman 2: The Legend Continues (2013) de Adam McKay, Virgen a los 40 (The 40-Year-Old Virgin, 2005), Ligeramente embarazada (Knocked Up , 2007) y Bienvenido a los 40 (This Is 40, 2013) de Judd Apatow, ¿Cómo sobrevivir a mi novia? (Forgetting Sarah Marshall, 2008) de Nicholas Stoller, ¿Cómo sabes si es amor? (How Do You Know, 2014) de James L.Brooks, I love you, man (2009) de John Hamburg, Nuestro estúpido hermano (Our idiot brother, 2011) de Jesse Peretz, Mal ejemplo (Role Models, 2008) y Wanderlust (2012) de David Wain, además de Prince Avalanche (2013) de David Gordon Green. Podrían ser otras pero estas son indiscutidas. Un corpus de films para revisitar una y otra vez y salir feliz y renovado.

Porque Paul es ese amigo fiel que no te abandona. Ese amigo amoroso y leal (el amigo “que no tenía amigos”) en I love you man (2009), la rueda de auxilio y secret-crush de Alicia Silverstone en Ni idea, el marido paciente de Wanderlust, el compañero de amarguras de Prince Avalanche, el cuñado que parecía -en un principio- débil e inestable pero que termina siendo el personaje mas arraigado de todos en la trilogía de Apatow, el soporte del resto, el que sale adelante, el marido devoto. El hermano sanador de Our idiot Brother. El que en un gesto de amor le regala potecito de Play-Doh a Reese Whiterspoon en ¿Cómo sabes si es amor?  “porque todos estamos a un pequeño paso de que nuestras vidas funcionen”. Solo necesitamos un pequeño giro.

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