#DossierRefugio – Escuela de rock

Por Andres Cappiello

Escuela de rock (School of Rock)
Estados Unidos, 2003, 109′.
Dirigida por Richard Linklater.
Con Jack Black, Joan Cusack, Mike White, Sarah Silverman, Joey Gaydos Jr. y Miranda Cosgrove.

Sex Pistols never won anything

Por Francisco Noriega

Durante el 2003, yo hice quinto grado de la escuela primaria. Mi recorrido en esa escuela, hasta ese momento, había sido un poco tormentoso. Mi mejor amigo se había cambiado de escuela un par de años antes y en los dos años siguientes había habido un reflujo de alumnos nuevos que me había dejado solo, un poco por mis propias pobres habilidades sociales (yo era muy tímido y a veces mi manera de vencer esa timidez resultaba en algunas agresiones) y otro poco por ataques genuinamente gratuitos hacia mi. Mi mamá me había ofrecido cambiarme de colegio, pero en mi pequeña mente infantil había una concepción un poco ridícula del honor y de “Lo que había que hacer”, aunque yo no lo planteara en ninguno de esos términos, que me hizo mantener la postura firme de que yo no tenía que cambiarme de escuela. Mi lugar era ese y tenía que aprender a vivir en él. Nunca volví a tener un acto de madurez así.

Al mismo tiempo (y en una nota un poco más feliz) empezó a gustarme el rock. Mi papá me compró una copia en VHS de Submarino Amarillo (Yellow Submarine, 1968) en Tower Records. Mi educación musical empezó ahí, creo, y fue expandiéndose de a poco con la ayuda de mi familia. Beatles, Rolling Stones, Pink Floyd, Deep Purple, Led Zeppelin, The Police, The Clash. Las clases de guitarra consecuentes fueron inevitables.

En ese estado, un poco perdido y solo en lo social pero muy a gusto y cómodo en lo cultural, se estrena Escuela de Rock, en febrero del 2004. No me acuerdo con quién la fui a ver, si con mi papá o mi mamá (ya en ese entonces se habían separado) pero me acuerdo que yo no sabía lo que estaba yendo a ver. No había visto trailers ni sabía quiénes eran Richard Linklater y Jack Black.

Me está costando poner en palabras lo que me pasó en ese momento, pero creo que pocas experiencias cinematográficas en mi vida fueron tan puras y esclarecedoras como esa en ese momento específico. La reacción más inmediata, más clara y sólida, fue de incredulidad total. No podía creer que esa película existiera. Escuela de Rock le daba forma a un ideal de vida que yo no lo sabía pero anhelaba profundamente.

Mi infancia, en principio, era muy distinta de la de los chicos de Horace Green. Yo fui a una escuela pública de Argentina, mientras que ellos estaban en una escuela privada de Estados Unidos. En la clase de música tocaban sinfonías con cuerdas, vientos y percusión. Nosotros tocábamos la flauta dulce y, algún rebelde, el triángulo. Los padres de los personajes eran conservadores y distantes, mientras que mis padres siempre fueron muy presentes y, como ya dije, me metieron en el mundo del cine y del rock. Pero todo estas diferencias son puramente superficiales, contextuales. En realidad, los chicos de Horace Green y yo éramos muy parecidos. Había cierto desencanto con el mundo de la escuela, tanto académicamente como socialmente. Cierta incomprensión y soledad.

Los personajes de Escuela de Rock encuentran la solución a esa soledad en el rock and roll. El rock and roll los une, no solo entre ellos, sino con ellos mismos. Los libera, tanto a ellos como a sus propios padres (o, en el caso de Dewey, tanto a él como a su mejor amigo) de las trabas de una sociedad que se olvidó de lo que era ser joven. Esto no es un acto de rebeldía gratuito, anárquico y adolescente. Es una celebración de la vida.

Después de ver Escuela de Rock en el cine al menos dos veces, mis papás me compraron el DVD. No fue el primer DVD que compramos, pero sí fue el primero que era mío. En los casi catorce años que continuaron desde aquella primera experiencia debo haber visto Escuela de Rock decenas de veces, muchas más de las que podría contar.

Mi amigo Andrés Cappiello, que me obligó a escribir para este dossier, distinguió acertadamente entre las películas refugio y las películas “favoritas”. Catorce años después, hoy sí sé quién es Richard Linklater. Mi película favorita de él es Antes del atardecer (Before Sunrise, 1995) y cuando llegó el momento de armar la lista de las mejores películas del siglo XXI esa fue mi elegida y no Escuela de Rock. Pero, ¿qué importa? Los Sex Pistols nunca ganaron nada, tampoco.

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