El arma del engaño

Por Amilcar Boetto

Operation Mincemeat
Reino Unido, 2021, 128′
Dirigida por John Madden
Con Colin Firth, Matthew Macfadyen, Mark Gatiss, Kelly MacDonald, Johnny Flynn, Penelope Wilton, Hattie Morahan, Simon Russell Beale, Paul Ritter, Lorne MacFadyen, Markus von Lingen, Nicholas Rowe, Alexander Beyer, Amy Marston, Charlotte Hamblin, Nico Birnbaum, Jason Isaacs, Paul Lancaster, Alex Jennings, Rufus Wright, Caspar Jennings, Dolly Gadsdon, James Fleet, Gabrielle Creevy

El punto de vista

Hay películas que entienden que el material histórico con el que están trabajando es de mayor interés e importancia que la película que se pueda llegar a hacer con eso. Hay, en consecuencia, películas que deliberadamente se rinden ante ese material (sea un registro, sea una investigación). Se rinden de una forma muy sincera: ayudando a los materiales a hablar por sí mismos. Este era el caso, por ejemplo, de la impresionante (en todas sus acepciones) La Salida de los Trenes en las que actores leyeron durante 180 minutos testimonios sobre lo ocurrido en el pogrom de Iasi. Un caso completamente opuesto al de No Llegarán a Viejos, una película que, al contrario de lo que plantee al principio, se propone deliberadamente alterar el material histórico que tiene en frente para provocar un acto de milagro audiovisual: ver 1914 como lo veríamos hoy en día.

Sin embargo, cuando una película de ficción se enfrenta a un material histórico, la situación se complica un poco más. Sabemos que el documental siempre altera lo real, y que los límites son cada vez más difíciles de delimitar. Sin embargo, el contrato que le plantea en la ficción al espectador traza otra relación con lo real: una relación más lejana y mediada por un punto de vista, el de sus personajes.

Lo que sucede, entonces, es que hay películas que ingenuamente (o no tanto) pretenden tachar el punto de vista desde la ficción. Es decir, la pretendida operación de omnisciencia puede ser verosímil en un caso como la mencionada película de Radu Jude o ciertos documentales de observación, o testimoniales. Pero en la ficción, buscar alterar ese contrato, es, aunque sea, retrogrado, o poco consiente de la historia del cine.

El Arma del Engaño se plantea representar una historia apasionante y oculta de la segunda guerra mundial. John Madden, no puedo saber si conscientemente o no, pareciera pensar que la historia es más interesante que la posible ficcionalización de esta, por lo que hace correr a la película para llegar a contar todo lo que quiere contar. Como si la decisión que toma Radu Jude de priorizar al material por sobre todo lo demás se hubiera trasplantado a priorizar una anécdota histórica por sobre todo lo demás. Por más interesante que haya sido lo ocurrido durante la operación Mincemeat, el cine trabaja con materiales, de esa forma logra un impacto emocional o intelectual en el espectador, sino leeríamos una crónica de los hechos.

Y esta falta de conexión con sus propios materiales, es lo que sumerge a la película en la ausencia del punto de vista. O digamos, en el punto de vista del desinterés total por la narración y por sus personajes, en favor de relatar el engaño de los ingleses a los alemanes. Porque en el montaje, por ejemplo, se puede notar como la película decide comprimir constantemente los hechos, acumulando una secuencia de montaje al lado de la otra; en las escenas más largas la película intenta jugar el juego de los personajes ficcionalizando el engaño, pero estructuralmente a la película no le importa mucho eso porque cuando esas charlas podrían significar algo oculto de los personajes y podríamos como espectador establecer vínculos ocultos o entender una tridimensionalidad, en la escena siguiente todo se resuelve con un diálogo que nos explicita esas intenciones (demostrando que el juego de ficción y aquel triángulo amoroso que la película quiere formar mucho no le interesa, y más bien es la excusa para que la película tenga extensión -pensemos como en el tercer acto esa tensión romántica directamente desaparece dando lugar a una serie de emociones relativas a haber logrado el objetivo, para luego dejar lugar a los cuadros finales con las típicas frases de que sucedió en la vida de cada uno después de lo narrado en la película-).

Es decir, El Arma del Engaño termina cometiendo la ingenuidad de ser una película de ficción que plantea un punto de vista omnisciente, sin hacerse cargo, sobre un hecho histórico, pero no lo hace desde una intención de supuesta objetividad histórica, sino más bien desde una negligencia en torno a los materiales que definen una narración cinematográfica. Sino me creen, vean la película y luego traten de recordar algún plano que les haya resultado singificativo (quizás esta sea una apreciación personal, como todo en una crítica, por si pensaban que no hacerse cargo del punto de vista es un problema mío como redactor también).

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