El estrangulador de Boston

Por Luciano Salgado

Boston Strangler
EE.UU., 2023, 113′
Dirigida por Matt Ruskin
Con Keira Knightley, Carrie Coon, Alessandro Nivola, Chris Cooper, David Dastmalchian, Morgan Spector, Rory Cochrane, Robert John Burke, Kris Sidberry, Ivan Martin, Mellanie Hubert, Caitlin Zerra Rose, Greg Vrotsos, Jon Lindstrom, Richard O’Rourke, Owen Burke, Charlie Thurston, Jimmy LeBlanc, Jennifer Ellis, James Ciccone, Mary Ann Schaub, Pamela Jayne Morgan, Rob Lévesque, Nate Richman, Victor Warren, Josh Drennen, Kate Avallone, Frank Ridley, Michele Proude, Tom Mariano, David Torres Jr., Michael Malvesti, John Lee Ames, Gary Galone, Erin Rose, Nicole Johan, Bill Thorpe, Ian Lyons, Sarah Ismail, Liam Anderson.

A la vuelta de la esquina

Como casi todo de revisionismo, la historia que narra El estrangulador de Boston, en su versión de 2023, se propone desmontar y desmentir la narrativa que la versión original The Boston Strangler (Richard Fleischer, 1968)-en inglés con el artículo al principio, a diferencia de la actual- para proponer algo acaso mas inquietante. Lo que tendremos que pensar es si lo que ocurre es, en efecto, un ejercicio de investigación sobre los hechos o es una fabulación acorde a los tiempos que corren y a las necesidades de interpelación directa de estos tiempos nuevos en donde todo es pasible de revisión bajo la excusa de renovar la mirada ante un nuevo público.

Pero no seamos prejuiciosos: El estrangulador de Boston 2023 (Boston Strangler, a partir de ahora con las siglas BS, para diferenciarla de TBS, la versión de 1968) no es mala. De hecho tiene algunas ideas como para mantenerla a flote. El problema es que carece de imaginación suficiente para llevarlas a fondo. Por eso todo lo que narra se nos asemeja a cosas que vimos una y mil veces, en particular a Zodíaco (David Fincher, 2007), parcialmente por su estilo, pero mucho más por la obsesión que el tema genera en sus investigadores, en este caso dos mujeres periodistas que intentan hacerse un lugar en un mundo machista en el que los crímenes de mujeres no se analizaban sistemáticamente. Ahora bien, lo que en la película de Fincher (que a su vez conectaba con otra de temática similar, Memorias de un asesino, de Bong Joon-Ho, 2005) abría todo un sistema de interrogantes sobre los modos y configuraciones del crimen en el Estados Unidos de la década del 70 pero sin objetivo alguno de establecer una bajada de línea sobre la época, en BS se transforma en una constante necesidad de establecer un señalamiento retrospectivo. Y es que la película no habla desde esa época sobre hechos de esa época, sino que habla todo el tiempo desde la actualidad.

Ahora bien, BS no es Men (Alex Garland, 2022), donde todos y cada uno de los hombre que vemos en pantalla se vuelven una amenaza. Esto se debe a que, si bien coquetea con esa idea, BS también es capaz de montarse sobre un posicionamiento ético un poco más complejo: los abusos de poder suceden en distintas épocas, pero también los roles de hombre como mujeres también son producto de una escala de grises y posibilidades: ni todos los hombres son bestias asesinas ni todas las mujeres son víctimas. En este punto, BS puede jugar al señalamiento y al guiño al presente, pero funciona mucho mejor cuando propone una aproximación adulta y contradictoria, que abre el juego de posibilidades en vez de cerrarlo. En esa misma dirección de cosas, entonces, funciona mucho mejor la posibilidad que la película plantea, acaso más inquietante que TBS, quizás demasiado cercana el el tiempo a los hechos y apegada al libro que narra la “confesión” del asesino. En este caso ya no se trata de un asesino serial, sino de varios asesinos distintos, sin vínculo previo, con tipologías distintas, que aprovechándose de la inercia dada por la toma de estado público del caso, se escondieron detrás de la sombra del frenesí colectivo para llevara cabo crímenes con menor grado de sistematicidad (quizás la película debió haberse arriesgado a llamarse Boston Stranglers, en plural).

“Todos los hombres asesinan” dice la frase tribunera de uno de los presos que formó parte del “ablandamiento” del principal sospechoso y su posterior confesión. La realidad es que no sabemos si BS opina lo mismo que el personaje verbaliza. Lo que si sabemos es que el juego de la locura colectiva en efecto puede esconder cosas terribles, crímenes impunes y casos que pasan de largo. En ese sentido de cosas, BS -no sabemos si voluntaria o involuntariamente- también envía una nota al presente: a veces la locura persecutoria también tiene un contrapunto, un efecto boomerang. Y puede convertir a todo aquello que se buscaba iluminar en un manto de oscuridad más espeso. En esa incómoda paradoja encontramos lo mejor de esta película que pasó por debajo de los radares, como si se tratara de una más, extraviada en el algoritmo de las plataformas.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter