En cumplimiento del deber

Por Mariano Bizzio

En cumplimiento del deber: Iron Mountain, el incendio
Argentina, 2022, 68′
Dirigida por Jorge Gaggero
Narrada por Cecilia Roth

El corazón y el odio

El cine político argentino está plagado, a lo largo de su historia, de señalamientos críticos directos o indirectos (la gran mayoría) o lisas y llanas denuncias con nombre y apellido (el menor de los casos). Pero también hay grises involuntarios, que planean hacer una cosa y terminan en la otra (amenazan con grandes denuncias y apenas son señalamientos directos o indirectos (los casos menos interesantes) o parecen ser meros señalamientos que terminan comportándose como denuncias contundentes (los casos que exceden su tiempo y espacio y que con el paso de los años se nos vuelven indispensables, porque le hablan a su tiempo y a todos los tiempos y espacios en donde revivan).

En cumplimiento del deber es un documental sobre el que he oído cosas al menos hace más de dos años, como si hubiera contado con alguna versión previa (sin lugar a dudas lo menciono, ya que su segundo título Iron Mountain, el incendio tuvo, en algún momento, creo que durante 2022, alguna tentativa de proyección no oficial). Pero también cumple con la pauta de haber amenazado ser algo que quizás haya existido en la primer versión -la no oficial- pero que en el corte final experimentó cambios, como bien lo menciona el director: pasó de ser una película de denuncia directa a un testimonio humano sobre una tragedia (con alguna pizca de denuncia con fundamentos escasos, esto lo digo yo, no su director, claro).

En cumplimiento del deber cambia su eje y se “humaniza” acaso porque el aspecto de denuncia con la que el documental intenta vincular al Gobierno de la Ciudad en 2014 y el incendio (a todas vistas intencional) del depósito de información privada de la empresa Iron Mountain (sospechada del mismo accionar en al menos cuatro ocasiones previas a la de la tragedia de 2014 y en otros países) se deshace entre las manos debido a que los vínculos de responsabilidades tienen muchos más anclajes en el entonces gobierno nacional (la PFA realizó mal el trabajo de investigación previa para ingresar y desactivar el incendio, las víctimas de los bomberos voluntarios no contaron con el menor apoyo del estado considerando que si bien se trata de una actividad voluntaria, la misma es una fuerza federal, y no dependiente de las áreas metropolitanas y sus gobiernos). Pero como tercer dato, cuando el documental intenta vincular al momento de habilitación edilicia de la empresa con el gobierno de ese momento, las responsabilidades tocan a las variantes del peronismo, que entre 2000 (seis años para Anibal Ibarra, destituido por la masacre de Cromañón, con la que la Tragedia de Iron Mountain tiene puntos de contacto) y 2007 (un año de cargo para Jorge Telerman, entonces aliado al PJ como parte de una coalición de gobierno que a finales de ese mismo año perdería las elecciones con el PRO) gobernó la Ciudad de Buenos Aires.

La pregunta entonces es otra: qué documental quiso hacer Jorge Gaggero (director de evidentes simpatías con el oficialismo actual)? Posiblemente no la película que hubiera querido (la de denuncia contra los demonios neoliberales que promete En cumplimiento del deber) sino la que pudo (una denuncia a medio camino), acaso intercalada, con más corazón, con la película que las víctimas de la tragedia merecían (que mezcla a intencionalidad del incendio con la impericia de la PFA a la hora de peritar el espacio para que los bomberos trabajen con seguridad de que no perderán sus vidas, algo sobre lo que la película jamás habla).

En cierto sentido, de formas imprevisibles, a veces la voluntad no nos lleva a lugares que no queremos. Pero el azar y el corazón nos lleva más lejos todavía. Gaggero quiso entregar un material de propaganda, una denuncia funcional al gobierno de turno. Pero el corazón de escuchar el dolor de las víctimas lo llevó a un lugar, si bien no particularmente inspirado (excepto su plano inicial la película practica una chatura televisiva notable) de seguro más humano. Los malos no descansan, podrá decirse el director y los responsables. Pero las víctimas sí.

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