Ya se sabe: cada quien visita (o, más bien, arma) el festival que quiere/puede. La programación ofrece un campo de posibilidades (incluso, como en esta edición, menos posibilidades que otros años, pero aun así en un número inabarcable) y uno sigue los criterios que tiene a mano. En mi caso, la experiencia me ha enseñado que, a pesar de mis más nobles intenciones, nunca logro seguir ninguna de las competencias...