Halloween: La noche final

Por Santiago Gonzalez

Halloween Ends
EE.UU., 2022, 111′
Dirigida por David Gordon Green
Con Jamie Lee Curtis, Will Patton, Andi Matichak, Rohan Campbell, Kyle Richards, Nick Castle, James Jude Courtney, Nick Lawrence, Stephanie McIntyre, Emily Brinks, Dillon Belisle, Derrick Lemmon, Joseph D. Webb, Dawn Lasusky, William Brooks Perez, William Matthew Mang, Michele Dawson, Candice Ross

Laura no está, Laura se fue, Laura se escapa de mi vida

Chau, fanáticos. Halloween ends (¿por qué esta manía del título en castellano con los dos puntos? Me niego a llamarla Halloween: La noche final) toma posición (y posesión, como si un espíritu se apoderara de ella) desde los títulos en créditos azules e iguales a la tipografía de la tercera entrega de la saga original, que en realidad iba por otro lado. Halloween: Season of the witch (1983) fue una película odiada durante muchos años tanto por los fans de la saga como por cinéfilos de variada índole por no tener a Michael Myers en su trama. Esta ¿última? película, entonces, bien puede pensarse como un homenaje a todas aquellas secuelas que fueron y siguen siendo bastardeadas ¿Contra quien? Contra todos aquellos que las enterraron cuando se estrenaron. Una suerte de película anti-fandom.

Un linaje descastado. Pero si bien Halloween Ends toma a Season of the witch como punto de partida, también hay espacio para Halloween: Resurrection (2002) e incluso para la  remake-reboot de Rob Zombie y su secuela. Pero el fandom siempre se ha quejado, ya que si nos retrotraemos a la primera secuela, Halloween II (1981) en su momento también fue criticada por subirse a la exitosa moda del slasher que la primera entrega cimentó. Todo esto viene a colación de que las críticas recientes tras el estreno internacional de este cierre de la trilogía de Gordon Green parecen demostrar un desconocimiento manifiesto ante la historia de una saga que siempre pero siempre traicionó a la primera Halloween, tomando caminos desconcertantes y ramificaciones imprevisibles que han llegado a incluir hasta una secta en su haber.

Diferencia y repetición. Volvamos a Halloween ends, que es conscientemente diferente, como lo es su nuevo protagonista. Corey Cunningham (parece hasta un comentario al apellido del director de otro Slasher seminal como Martes 13) quien al igual que la tipografía de los títulos de crédito, viste de azul, color va a estar presente durante toda la película. Pero no será el único. Lo diferente se va a extender a todos los personajes de una u otra manera, como si David Gordon Greene quisiera desmarcarse ya no de la saga original sino de su propia versión de la saga. Laurie, por ejemplo, ya no será la mujer traumatizada, paranoica y encerrada, sino que se ha vuelto productiva, está intentando rearmar su vida y se dispone a terminar la escritura de un libro que le permita dejar el trauma atrás de una vez y para siempre. De hecho en esta ocasión ni siquiera es la protagonista. Su nieta Allyson tiene una participación mayor, pero también adquiere autonomía, ya que es la única consciente de la necesidad de librarse del pueblo de mierda donde vive maldita por los hechos ocurridos cuatro años antes (y su familia vive atravesada por un monstruo que lleva mas de cuatro décadas obsesionado). Allyson, que es diferente a su madre y abuela se va a enamorar de Corey porque, justamente, es alguien diferente. Es interesante cómo la película construye esa relación a partir de los objetos, en particular sus vehículos (en este caso un auto y una moto), que los equipara como personajes ya que ambos funcionan mal. Pero Laurie no es la única des-centrada. Michael Myers también va a sufrir un destino similar, ya que prácticamente no aparece durante toda la película, a excepción de algunas escenas aisladas en la pelea final, que a su vez es corta y contundente, porque David Gordon Green ya había filmado el encuentro de estos personajes en el 2018. ¿Para qué repetir lo mismo? ¿Para qué entregar otra pelea final si ya tenemos como cinco? ¿Para qué mostrar a los personajes viviendo en un puro sufrimiento, entregados al trauma de por vida? No, acá se termina todo. 

Carpenter. Halloween ends termina resultando, a su manera, indirectamente, una película carpenteriana, acaso la más carpenteriana de toda la saga que siguió a la inauguradora de 1978. Pero esa pertenencia no refiere solo a la banda sonora, compuesta por el mismo Carpenter e hijo, sino por entender la diferencia entre las dos formas en las que el mal puede manifestarse. En este caso Myers reconoce en Corey Cunnigham el acto que lo convirtió en una paria en Haddonfield y por eso no lo mata sino que lo entiende y lo acompaña, como una especie de Golem, como una especie de bestia asesina. Pero se trata de un mal traidor, metafísico. Como bien sabemos, Myers es el diablo, no literalizado, desde ya. Pero es un mal sin fondo ni justificativo. Un mal del vacío y el sadismo. De ahí que la única forma de morir sea siendo crucificado y luego llevado en una procesión a su destino final, como bien resuelve el final interminable de Halloween Ends.

A su vez esta toma de posición, esa diferencia manifiesta la emparenta con una de las películas más tapadas y olvidadas de John Carpenter. Me refiero a Christine (1983), película cuya trama gira en torno a un automóvil, un Plymouth Fury que posee a un joven apellidado Cunnigham quien es una paria en su pueblo y que va a ir convirtiéndose en un villano progresivamente. No, por algo en la cita más evidente a la película Corey, ya transformado en Myers, se funde en un camión destartalado y persigue a quienes le hacían bullying asesinándolos de manera sanguinaria. Pero las citas al cine de Carpenter no quedan en eso. De hecho todo el conflicto de la película se dispara porque Corey no deja ver en la TV al niño que cuida (y al que mata por accidente) una película en particular, La cosa (John Carpenter, 1982), película en la que, valga la redundancia, el mal iba de cuerpo en cuerpo para mantenerse  vivo.

I wanna know what love is. Pero el aspecto que más habría que aplaudir dentro de las licencias y libertades que se toma DGG es lograr que cada película de Halloween que filmó sea una diferente la una de la otra, a la vez que un eje temático las una. Si la primera era un espejo de la original, la segunda era pura acción y slasher orgiástico e hiperbólico, esta tercera le escapa a eso por completo. Aquí estamos ante una película contemplativa, casi hitchcockiana por momentos. Una película que se queda al lado de los personajes y que los deja respirar y ser felices. Si en general las sagas nos muestran que sus personajes están obligados a vivir bajo el infierno de una especie de obsesión de los hechos traumáticos vividos (y por lo tanto debe seguir profundizándose esa herida), ante eso, David Gordon Green toma una posición en contra y va en dirección opuesta. En un acto final de verdadero amor a Laurie (Jamie Lee Curtis), no solo la despoja al comienzo de todo trauma sino que también deja que encuentre el amor y que sea feliz por una vez. O de una vez por todas. Nada de seguir traumada, nada de esperar a Myers en un asilo de lunáticos, nada de seguir esperándolo cuarenta años después. El final es uno feliz y punto. Y en una película de terror que tiene más de diez secuelas, la felicidad es una osadía que se agradece.

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