Hellraiser

Por Ignacio Balbuena

Reino Unido, 2022, 121′
Dirigida por David Bruckner
Con Jamie Clayton, Goran Visnjic, Selina Lo, Drew Starkey, Hiam Abbass, Odessa Adlon, Brandon Flynn, Aoife Hinds, Adam Faison, Jason Liles, Yinka Olorunnife, Zachary Hing, Kit Clarke, Predrag Bjelac, Gorica Regodic, Vukasin Jovanovic, Ivona Kustudic, Greg De Cuir, Miodrag Milovanov, Nikola Kent, Katarina Gojkovic

Abarcar y apretar

Personajes queer y una Pinhead mujer. ¿Estamos ante una Hellraiser con una sensibilidad ajustada al paladar del siglo XXI? Probablemente, aunque no por las razones que el runrún previo al estreno de esta versión, hoy disponible en Hulu, parecía indicar. Más allá de lo novedoso de castear al icónico personaje con una actriz mujer, la nueva versión se dispara en varias direcciones a la vez, dando como resultado una película interesante pero dispersa, que por momentos no termina de justificar su extendida duración, cercana a las dos horas. 

David Bruckner y los guionistas Ben Collins y Luke Piotrowski tienen un evidente amor por varios de los aspectos memorables de la franquicia, pero toman distancia de los aspectos psicosexuales de las primeras entregas para contar una historia sobre el consumo problemático de sustancias. Si algo no esperaba con este reboot es terminar reflexionando sobre las consecuencias de la adicción. Como alguien que viene atravesando un proceso de recuperación largo, la película en general y su final en particular me resonaron bastante. Vale decir, que conozco el tema de primera mano. (El de la adicción, nunca me tocó invocar seres interdimensionales amantes del BDSM extremo por suerte). 

Hellraiser 2022 se centra en Riley, una adicta en recuperación que vive con su hermano y su novio. Trevor, el novio de Riley fachero y bad boy le propone a Riley irrumpir en un edificio abandonado con la intención de robar algo de valor y se encuentran en cambio con un cubo misterioso por toda recompensa. Nada nuevo bajo el sol: en casi todas las hellraiser hay un protagonista que, atraído por las vibras esotéricas del cubo (o caja de Lemarchand para los nerds), intenta resolverlo cuál cubo Rubik y termina invocando a los cenobitas, una suerte de cónclave de emisarios infernales con pasión por sensaciones extremas con una línea difusa entre el dolor y el placer. O al menos así lo entienden ellos, en general lo que pasa es que terminan encadenando y torturando gente de formas sangrientas y horribles. 

La saga de Hellraiser, al igual que muchas otras del cine de terror, pasó por un recorrido que empezó con dos películas que están entre lo mejor del cine de horror de los ‘80s, dos secuelas divertidas pero olvidables (¡una de ellas en el espacio!), y un descenso infernal al directo a video donde la tortura parecía ser el visionado mismo de las películas en cuestión. Yo me quedé en la 8va entrega, en donde Doug Bradley, el actor original que interpretó a Pinhead seguía prestando su siempre intimidante interpretación del cenobita principal. Después de eso hubo dos películas que no me molesté en ver, pero que no tuvieron tan buena recepción entre la crítica y el fandom. 

La nueva versión tardó un tiempo en llegar, y pese a sus falencias, es quizás la mejor entrega desde la segunda. Claro que no es una vara muy alta para superar, dada la pésima calidad que la saga tiene en promedio. Pero ah, esas dos películas iniciales, qué cosa bárbara. La visión original de Clive Barker se distanciaba de los típicos slashers de la época para crear un mundo oscurísimo, con imágenes pesadillescas que tomaban como referencia el cuero y los placeres hedonistas del universo sadomasoquista y lo revolvían con un esoterismo mezcla de horror lovecraftiano con una pizca de imaginario cristiano. 

La primera película contaba una historia bastante autocontenida que mezclaba el gore extremo con una sexualidad retorcida bastante explícita, mientras que la segunda expandió la mitología con imágenes imponentes de laberintos imposibles, redoblando la apuesta con la violencia. De alguna forma, la versión del 2022 es una síntesis de ambas, con un plot que por momentos toma elementos de la primera versión y una dirección de arte que apela bastante al imaginario visual de la segunda. 

A nivel visual, la película es impecable. El rediseño de los cenobitas, Pinhead incluido, se deshace de los atuendos de cuero de las originales para mostrar a los monstruos vestidos con pliegues de su propia piel desprendida del cuerpo, pero manteniendo el aspecto de ‘glamour repulsivo’ con el que Clive Barker los describió originalmente al crear la primera película, una adaptación de su novela The Hellbound Heart. Los cenobitas mantienen su actitud tan amenazante como taciturna y solemne, y su presencia relativamente limitada los mantiene atractivos. 

Y por supuesto las muertes y la violencia no se hacen desear, hay escenas bastante intensas que harán las delicias de los que vienen a buscar sangre. Es probable que muchos neófitos den con esta película en su pantalla de inicio sin tener mucho conocimiento de la saga o las pelis anteriores y se encuentren con un nivel de crueldad inusual para una película directa a streaming. Tampoco llega a un nivel extremo estilo splatter francés de los ‘00s, muchas veces la película elige el fuera de campo o el corte directo en vez de regodearse en planos de sangre y sadismo. 

Los cenobitas y las escenas de violencia se combinan con una dirección de arte que va de un uso interesante de los efectos visuales a presentar una mansión lujosa llena de estructuras metálicas que invocan la atmósfera ocultista y laberíntica de la segunda película. No hay quejas en lo artístico, los problemas son con la historia, que como dijimos antes, intenta hacer muchas cosas a la vez. 

Por un lado tenemos la historia de una protagonista recuperándose de una adicción, algo que parece anclar a Hellraiser en la tendencia del elevated horror contemporáneo a contar historias ‘sobre trauma’. Esto no es algo necesariamente malo, pero los personajes no terminan de desarrollarse lo suficiente para que esto llegue a ser del todo efectivo. Es decir, al terminar la película resulta evidente la historia de los placeres hedonistas ofrecidos por los cenobitas como una metáfora de las consecuencias destructivas de la adicción, pero quizás conecté un poco más con la temática dada mi historia personal, lo cierto es que los personajes que van muriendo en el camino no terminan de tener la carnadura suficiente como para que ese subtexto tenga el peso suficiente. 

Además, la historia empieza como una suerte de película de misterio, para luego parecerse más a una película de monstruos más convencional, sumado a un twist de último momento que resuelve un subplot sobre un millonario maligno que lleva su propio trato con los cenobitas hasta las últimas consecuencias. Todo esto se suma a bastante diálogo y situaciones expositivas que juegan con la mitología original y la llevan a lugares interesantes y nuevos, pero a costa del ritmo de la película. Incluso tenemos la típica escena de ‘vamos a un hospital a hablar con un personaje traumatizado del pasado para que nos brinde backstory’. 

El que mucho abarca poco aprieta, y así es como tenemos una película ubicada en un lugar raro: supera por mucho las expectativas y rankea alto en la franquicia pero aún así también deja un aire a decepción, de algo que pudo haber sido y no fue. Entiendo que es una franquicia difícil: hace poco salió, también por Hulu, una precuela de Predator en forma de una película de acción concisa, brutal y redonda.Es difícil lograr algo así con Hellraiser, que mezcla elementos de género más bien típicos con una mitología compleja llena de elementos tan disímiles como el eldritch horror y los placeres sexuales extremos. Y en el medio tiene que haber cadenas y un tipo (o tipa) con cabeza de alfiler. Todo no se puede.

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