¡Huye!

Por Federico Karstulovich

¡Huye! (Get Out)
Estados Unidos, 2017, 104’
Dirigida por Jordan Peele.
Con Daniel Kaluuya, Allison Williams, Catherine Keener, Bradley Whitford y Caleb Landry Jones.

Un hombre bueno es difícil de encontrar

Por Paola Menendez

“(…) los intereses intensamente espiritualistas y teológicos del los colonizadores, así como de la naturaleza extraña y prohibida del escenario en el que se adentraban. Las inmensas y sombrías selvas vírgenes en cuyo crepúsculo perpetuo podían cobijarse todos los terrores; las hordas de indios cobrizos cuyos rostros extrañosy saturnianos y violentas costumbres delataban poderosamente la huella de su origen infernal; la rienda libre que por influencia de la teocracia puritana se daba a toda clase de ideas respecto a la relación del hombre con el Dios severo y vengativo de los calvinistas y con el sulfuroso Adversario de ese Dios… ; la morbosa introspección a que daba lugar la vida aislada en el interior de los bosques, privada de las normales distracciones y de talante recreativo… Todas estas cosas contribuyeron a producir un clima en el que los consejos de las siniestras abuelas rebasaban el rincón de la chimenea, y en el que las historias sobre brujerías e increíbles y secretas monstruosidades perduraron mucho después de los temibles días de la pesadilla de Salem.”

H.P. Lovecraft.
El horror sobrenatural en la literatura

Signos
Get out comienza brindando una escenografía diáfana, aséptica y elegante de un suburbio blanco desde el cual un joven negro es secuestrado y conducido hacia dentro de un auto, abierta declaración que estamos frente a una película de género. Sin embargo, el director juega deliberamente con la escena posterior en la que brindará una secuencia a tono de una comedia familiar anclada en el evento nuclear que dará origen a la historia, esto es, la visita.

En ese sentido, el tópico permite una constelación de asociaciones del que resulte, quizás, ¿Adivina quien viene a cenar? (1967), la intertextualidad más cercana para el espectador. En efecto, se subraya hasta la hipérbole -y desde ahí es posible pensar en clave paródica- la posición ultraliberal de los padres de la joven Rose – Allison Williams- “que votarían a Obama por tercera vez” si se hubiera dado la oportunidad.
Con esa aparente seguridad, se inicia el viaje hacia la casa de los futuros suegros de Chris – Daniel Kaluuya- y se da lugar a la incorporación de algunos indicios que, para el espectador entrenado, no pasarán desapercibidos. En primer lugar, la advertencia del amigo de Chris, Rod – Lilrel Howery- respecto a “la sorpresa” que tendrán los padres de la joven, agregando además que la casa en cuestión queda situada nada más y nada menos que en Alabama. No hace falta agregar nada más…

Rápidamente nos encontramos con la escena que inviste – aun más claramente- de malos augurios todo el viaje y que emerge ante el choque con algo que se atraviesa en medio de la carretera. Rose atropella con el auto a un ciervo que sale del bosque. Chris contempla premonitoriamente los ojos vacíos del animal que expira y que pronto habrá de conocer en casa de los Armitage. Por otro lado, funciona como índice de otra precaución abiertamente declarada: “no te duermas” o más bien, “despertate”[1]
La llegada a la casa de los Armitage se convierte en cierta forma en fantasmagoría – con imágenes engañosas que enmascaran relaciones de producción y estructuras de dominio de la sociedad -.El clima en la residencia Armitage se muestra enrarecido, extraño, como si efectivamente ése acto fuera la verdadera transición hacia el universo puramente onírico que plantea la obra.

Si tomamos como antítesis por ejemplo, el uso del ralenti al momento que Django -Jaimie Foxx- ingresa a la plantación Candyland en la película de Quentin Tarantino, podremos percibir que Peele, de manera similar a Jacques Torneur en Yo caminé con un zombie (1943), está demarcando una frontera no solo política o ideológica sino también, sobrenatural.Esta inseminación de signos y referencialidades no persiguen tanto la búsqueda incansable de los miedos del espectador porque de alguna manera es una interpelación abierta, sino más bien, un un juego con el acervo cultural de éste.

Sweet Home Alabama
The Dunwich Horror (1929) resulta un homenaje abierto de H.P. Lovecraft a uno de sus maestros, Arthur Machen. Por otro lado, es una de las obras claves fundantes de los mitos de Cthulhu, en ella aparece un personaje llamado Henry Armitage. Este hombre se desempeñaba como bibliotecario de la universidad de Miskatonic encargado de poner bajo llave el temible libro Necromicon.
Más allá de este juego con la referencialidad, la casa está visiblemente alejada como aquellas solitarias granjas que se levantan en la literatura del gótico americano, pues es en esas regiones del Sur es donde mejor se combinan los elementos de soledad, fantasía e ignorancia, hasta constituir la máxima expresión de lo tenebroso.

Frente la militancia en que ciertos escritores y cineastas americanos se han empeñado en mostrar una imagen idílico-pastoril de los territorios del Sur como cuna de la civilización norteamericana hasta los años 60 hegemónicamente, el cine de terror y el fantástico, fundamentalmente el clase B, exaltaría, desde sus orígenes y posterior desarrollo, la subversión de esa idea. En oposición al buen cavalieri del sur, el terrateniente que vivía en armonía con la naturaleza y que concedía al negro un trato civilizado de la que no había gozado hasta el momento – al respecto, era frecuente comparar el cuidado que los propietarios proporcionaban a los esclavos frente a la situación de miseria en la que vivían los trabajadores blancos europeos durante esos años-. Tobe Hooper y Wes Craven, por ejemplo, expondrían temas como el incesto o el canibalismo y se animarían incluso a trastocar tópicos fundacionales para el entendimiento de la cultura norteamericana como el del viaje, ampliando las posibilidades argumentales forjadas en la denominación del sur profundo.

Inscrita en esta tradición, Get Out, convierte con maestría construcciones ideológicas fundacionales como exotismo campestre, tranquilidad rural, nuevo Edén en racismo, endogamia y decadencia. La familia Armitage mantiene un secreto que, en tanto es siniestro, nos será prontamente revelado, siguiendo la máxima de Schelling.

Ese slang en que se maneja a la perfección, el paternalismo en las relaciones humanas, las afirmaciones comunes ligadas a los afromericanos- la superioridad física, la destreza sexual, etc.-, la ratificación incesante de una mentalidad abierta nos permiten observar una caricaturización de una sociedad que vota a Trump pero se declara liberal. Peele no hace crítica partidaria, sino crítica social profunda, compleja y contradictoria.

En ese sentido, Peele, toma la familia como uno de los ejes característico del terror rural para mostrar que tras la apariencia del progresismo, la experiencia Obama y la supuesta igualdad de derechos, se yergue una superestructura ideológica mitificada sobre la que estriba la superioridad blanca que no ha sido derroída por las experiencias democráticas. El procedimiento resulta interesante porque no recurre a los redneck de Hopper, ni al extraño clan Firefly de Zombie, sino a una familia declaradamente instruída, dedicada a apoyar los valores democráticos de convivencia tolerante, etc. En ese sentido, la crítica se vuelve movilizadora porque el villano puede ser un ciudadano más.

Una vez que el dispositivo está montado, la película se traiciona a sí misma porque tanta (auto)referencialidad termina sustrayendo la sorpresa. El guión, tras la escena de hipnosis, decae considerablemente con lo que la efectividad inicial va extinguiéndose lentamente.De todos modos y con estos fallos, al igual que It Follows o The Witch, sienta precedente para explorar viejas-nuevas líneas de terror que han caído en desuso en estos días.

___________________________

[1]En ese sentido es destacable que la banda de sonido de la película no solo contiene piezas para el clímax característico de un film de horror sino también incluye bandas contemporáneas que tocan abiertamente temas en tono a la cultura negra como Childish Gambino. La canción Redbone, narra justamente la necesidad de permanecer con “los ojos abiertos” para no ignorar los peligros que nos acechan cotidianamente.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter