Jackass por siempre

Por Federico Karstulovich

Jackass Forever
EE.UU., 2022, 96′
Dirigida por Jeff Tremaine
Con Johnny Knoxville, Steve-O, Chris Pontius, Jason Acuña, Ehren McGhehey, Preston Lacy, Dave England, Eric André, Chris Raab, Tony Hawk, Mat Hoffman, Lance Bangs, Machine Gun Kelly, Spike Jonze, Jeff Tremaine, Rob Dyrdek, Tory Belleci, Tyler the Creator

Caro Diario

A mi amigo Felix, sobreviviente de mil batallas

  1. Es casi religioso. Cada cinco o seis años, vaya uno a saber muy bien por qué, mi cuerpo me recuerda que es un envoltorio inestable y me deja una marca: una fractura por acá, una cicatriz por allá, un paso por el quirófano por un lado, un tiempo de purga por otro. De alguna manera el cuerpo me actualiza que es cuerpo y que si no lo cuido (o incluso si lo cuido mucho), él está aquí para hacerme saber qué no tengo el control de nada.
  2. En su indispensable Caro Diario (Nanni Moretti, 1993), Moretti se pasea por una veintena de médicos buscando saber qué carajos es lo que le causa la picazón que lo está enloqueciendo. En mi versión personal, luego de un Covid que me dejó como secuela una tos sarnosa que no se me iba con nada del mundo y que incapacitaba a vivir normalmente (sin en el medio estar con tres dosis de Benadryl que te dejan como zombie, a la altura del Jordan Brewster de El lobo de Wall Street arrastrándose por los rincones), me agarró una reacción alérgica que se encargó de hacer el relevo de la tos: un cuerpo lleno de ronchas, más visitas a guardias nocturnas, cremas que no servían para nada, llantos y desesperación por no poder dormir, duchas heladas y, finalmente, gracias a una venezolana con corazón, los corticoides del corazón que me dejaron con dolor de culo pero me permitieron recuperar el sueño. Farmacity se hizo rico a costa mía durante enero y febrero.
  3. No hay que estar solo en la vida. Nunca. Ni estando con uno mismo. Ni con una pareja. Ni con amigos. No hay que estar solo. Los muchachos que componen el grupo de Johnny Knoxville en Jackass son animales gregarios. Que fueron pendejos alguna vez, hace veinte años, cuando rondaban los veintipico mas o menos. Y hoy son unos viejos cincuentones que ya visitaron al proctólogo varias veces (el eufemismo al que le rehuímos los cuarentones, como si la próstata no existiera y la vejez no llegara). Vuelven doce años después de la última Jackass, la extraordinaria e insuperable Jackass 3D. Pero es un retorno con el caballo cansado, no porque la troupe haya sido invadida por el miedo de la edad, sino porque en alguna medida esta Jackass Por siempre es también una versión otoñal, en donde un puñado de amigos siguen aplastándose las pelotas con cosas lacerantes, siguen tirándose semen de animales por la cabeza, siguen fogoneando pedorreicos poemas en flor, como si el tiempo no les hubiera pasado. Pero les pasó, como a nosotros, que también los miramos azorados. Jackass es johnwaterismo puro y duro, irreductible, inoxidable, juventud divino tesoro en las bolas de un ruisieñor cincuentón. Ampliaremos.
  4. La cuestión es que cada cinco o seis años me la pongo de alguna manera: accidente, pico de estrés, enfermedad sorpresiva o previsible, el cuerpo me dice “cortala”.De alguna manera respeto ese llamado. Escribo respeto otra vez porque había puesto “repelo”. Y no, no repelo ese llamado, al contrario, casi como que lo veo venir con cierto regocijo sadomasoquista, porque el cuerpo también es juego y hay que permitirse tenerle miedo y cagarse de la risa de ese miedo a la vez, como una forma de conjurar todos los fantasmas del crecimiento, esos que nos hacen pensar que “ya no podés seguir pensando que sos un pendejo vistiéndote con la ropa de los veintes”. Uno puede ser muy hijo de puta consigo mismo. Pero intento no serlo. Una forma es esa: dándole al cuerpo la posibilidad de que me ponga límites y al mismo tiempo mirarlo con atención, como quien tiene que domar a la bestia y la ciurcunvala para ver por dónde entrarle mejor.
  5. Johhny Knoxville se la puso una vez más en esta entrega (casi se muere y estuvo hospitalizado gravemente gracias a las inclemencias de un toro que lo dejó como trapo viejo)Trilce deJackass, acaso la más vallejiana tristemente dulce porque es un arma portadora de las dos balas: la de la tristeza de ya no ser joven de cuerpo y la de la dulzura de crecer juntos (pero separados) con amigos con los que poder reconocerse las marcas y los golpes. En esa dirección de cosas a Jackass Forever los años no le pasan no por negadores, sino porque elige suspender el paso del tiempo para las acciones (las mismas bromas, los mismos peligros, las mismas lastimaduras pero en cuerpos más viejos) en pos de que podamos seguir creyendo en ese grupo cerrado que como los sadomasoquistas, se dan murra no para someterse o someter al poder, sino porque pueden jugar a que llevan las cosas al límite.
  6. Luego de la tos infartante, luego de la comezón que duró casi una semana y me hizo transitar por varios sanatorios varias veces, sobrevino una jodita más, como si lo demás ni hubiera sido poco. Luego de una noche de descompostura y terror (imagínense perder agua de su cuerpo de manera irrestricta, estar agotados física y mentalmente pero que tu cerebro no te permita dormir por la ansiedad y el shock), otra vez a una guardia, ya casi sin saber qué más hacer, por dónde comenzar. Me estaré muriendo? Me pasó algo grave y no lo vi venir? Ocho horas de internación. Sales de rehidrartación oral. Suero y a contarla. Vesícula, nos vimos, amiga. Fue un gusto haber sufrido juntos todos estos días. Dieta de enfermo. A casa.
  7. Jackass es objeto de nuestro afecto año tras año, década tras década, pero no porque seamos unos pendeviejos que queremos pendejearla y joder hasta tarde o esas cosas que a veces se impostan y nos resultan un poco tiernas, un poco penosas. Nos entregamos con amor a Jackass y a su grupo de amigos (que en esta ocasión suma a una mujer como si nada, porque nada importa: es una más, no hay agenda inclusiva ni nada por el estilo: es una más y está bien que suframos juntos) porque ellos se entregan a nosotros como nadie en el el cine contemporáneo. Porque ahí hay tanto realismo como en los Dardenne, tanto circo como en Meliés, tanto amor por la comedia física como Keaton y Jerry Lewis y tanto juego con el documental como en Kiarostami. Pero es una paja enorme validar a la salvajada de la troupe Knoxville acariciando lo áspero del cine que legitima. Si los pueden ver y reconocer, fantástico. Pero si no la salvajada que nunca pudo ser correcta y que siempre fue política es más que suficiente. Lo es para mi, a quien los 96′ de viñetas dolorosas con el cuerpo se le pasaron como un pedo en una canasta.
  8. Otra operación, esta vez en los cuarenta y piquito. Una operación en medio de un arreglo. Un arreglo en medio de la construcción de una casa (sobre la que les conté alguna vez en esta crítica de La Mula, donde Eastwood me recordaba que hay que parar un poco y mirar atrás). Un juego adentro de otro. Y yo metido en este cuerpo que se va a volver a operar. Y que seguramente se va a volver a romper, como se rompen las personas. A veces romperse es necesario para acordarse de la palpitación de estar vivo. No, no es una celebración irreflexiva de quebrarse, sino una constatación de que no siempre está tan mal encontrarse con gente en la pantalla dispuesta a recordarnos que en el dolor hay belleza y reconocimiento.

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