La heredera de la mafia

Por Pedro Gomes Reis

Mafia Mamma 
Inglaterra – Italia – EE.UU., 2023, 101′ 
Dirigida por Catherine Hardwicke 
Con Monica Bellucci, Alessandro Bressanello, Eduardo Scarpetta, Toni Collette, Tommy Rodger, Tim Daish, Jay Natelle, Yonv Joseph, Mitch Salm, Claire Palazzo, Sophia Nomvete, Maddalena Vallecchi Williams

La tradición sin historia

La heredera de la mafia expresa un problema que hace rato vienen mostrando ciertas películas en la época contemporánea que abordan los géneros canónicos: bajo una pátina de conocimiento, en el fondo evidencian un evidente desprecio y un olímpico desconocimiento por tradiciones absolutamente básicas y elementales, que incluso sonrrojarían a los viejos revisionistas que en los 60s se declararon odiadores sistemáticos de la tradición del viejo Hollywood, acaso como respuesta infantil e impotente. El chiste evidente (y recurrente) sobre si la protagonista vio o conoce la saga de El Padrino habla bastante de esto, incluso de manera un tanto penosa.

Si ya desde finales de los 90s, es decir, en un contexto post-Casino (Martin Scorsese, 1995) y post El funeral (Abel Ferrara, 1997, pero sobre todas las cosas post The Sopranos (1999-2007), el cine de gángsters experimentaba una suerte de triste ocaso, expuesto a sátiras con mayor o menos suerte (desde Analízame a Mickey Ojos Azules), los últimos veinte años no han aportado nada para que esta situación mejore, incluso podría decir que bien por el contrario, todo ha empeorado notablemente. En ese contexto, la existencia extemporánea de La heredera de la mafia es un misterio inconmensurable, que no se explica ni con una interpelación al público del presente ni del pasado. Ni a jóvenes ni a viejos. Es, técnicamente, una película condenada a una interlocución nula.

No obstante, si algo puede conectar a La heredera de la mafia con el presente es su capacidad para intentar alguna clase de discursillo cercano a una postura que podríamos definir como un protofeminismo edulcorado que, vuelta de tuerca mediante intenta asociar las imposibilidades de soltar un vínculo con la familia (y as tradiciones heteronormativas) con la misma tradición de tensiones propias del cine de gangsters, donde los personajes son en función a su pertenencia o resistencia a la organización mafiosa-familiar. Desde ese punto, si nos ponemos un poco rebuscados, la película puede intentar un aporte, incluso mediando su desconocimiento y banalización de un género que, alguna vez, supo ser algo más que un instrumento para escupirnos algunos lugares comunes de la agenda de la tranquilidad moral de la época que nos toca.

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