The woman in the yard
Estados Unidos, 2025, 85’
Dirigida por Jaume Collet-Serra
Con Danielle Deadwyler, Okwui Okpokwasili, Peyton Jackson, Estella Kahiha y Russell Hornsby.
No estás sola
Poco después de la muerte de su esposo en su accidente en la ruta, Ramona vive recluida en una casa ubicada en medio del campo. Mientras lidia con la carga de una vida destrozada y una grave lesión en una de sus piernas, su hijo preadolescente Taylor debe ocuparse de la pequeña Annie y de toda tarea doméstica. Si bien los días de la familia se han vuelto tristes y asfixiantes, una mañana la representación física de esa oscuridad llegará misteriosamente a la puerta del rancho para que el duelo se transforme en terror. Más allá de que transita correctamente desde el drama espeso a la fantasía con tintes de horror, La mujer de las sombras por momentos se pierde entre una puesta en escena confusa y un poco sutil abordaje sobre la salud mental de la protagonista.
Más allá de que han pasado dieciséis años del estreno de La huérfana, Jaume Collet-Serra nuevamente demuestra criterio para el diseño de películas del género. A pesar de que en ese lapso su obra transitó mayormente por la acción, incluyendo su paso por los universos de superhéroes con la olvidable Black Adam, sus producciones siempre se destacaron por la solidez narrativa, la apuesta por secuencias de acción para motorizar la historia y climas de tensión y suspenso estimulantes para el espectador (un buen ejemplo de ello es su anterior película: Equipaje de mano). Buena parte de estas virtudes se materializan en La mujer de las sombras, donde el encierro opera como un elemento central para asfixiar a una familia que no tiene forma de huir del peligro que ha llegado a su puerta. Paulatinamente, la invasión de la dama de negro avanza hasta confinarlos en la más absoluta oscuridad, conjugando así el impacto de la desesperación, la violencia, la represión, el medio y la culpa para darle sustento al conflicto central.
Sin embargo, la película falla en el tercer acto. A la hora de resolver, el camino resulta confuso, ya que ciertos pasajes de lo onírico/sobrenatural se pierden en su propio laberinto. En ese juego de luces, sombras, realidad y fantasía, la historia progresa a los tumbos para llegar hacia un determinado lugar por necesidades de guion. En ese momento la sutileza y la contundencia narrativa se pierden definitivamente para encaminar a la protagonista hacia sus últimas decisiones, por cierto bastante previsibles. No sólo los giros y las revelaciones se agotan faltando media hora para el cierre del relato, sino que en ese lapso final el mensaje se impone a la acción de la forma más burda posible. De esa manera, los conceptos que representan esa misteriosa mujer y la oscuridad se explican y se debaten, abriendo de par en par la peligrosa puerta a la redención de Ramona, un personaje cuyo atractivo se había consolidado desde sus peores cualidades como esposa, madre y persona. Aunque finalmente no se apela a la frase “No estás sola”, La mujer de las sombras acaba privilegiando lo discursivo para resolver todos sus conflictos, pasando sin escalas del drama y el horror al más edulcorado cuento moral.

