Terapia en Broadway

Por Federico Karstulovich

Terapia en Broadway (She’s Funny That Way)
Estados Unidos-Alemania, 2014, 93′
Dirigida por Peter Bogdanovich.
Con Owen Wilson, Imogen Poots, Jennifer Aniston, Richard Lewis, Debi Mazar, Austin Pendleton, Cybill Shepherd, Kathryn Hahn, Rhys Ifans, Will Forte e Illeana Douglas.

Todo tiempo pasado fue futuro
Algunos apuntes sobre el cine de Peter Bogdanovich, la generación del 70, la comedia actual y Terapia en Broadway

Por Federico Karstulovich

 

  1. Entrada (al olimpo)

Una de las marcas inelidibles que identifica a la llamada generación del 70 (también concida con el poco original mote de la generación del new Hollywood) -entre la que podemos encontrar a nombres como Eastwood, Scorsese, Coppola, Friedkin, Cimino, De Palma, Spielberg, Lucas…y a un tal Bogdanovich- fue su amorosa relación con los géneros clásicos.
Sabida cuenta que buena parte de esta generación supo tener una formación cinematográfica universitaria (que excedía su ya amplia formación cinéfila y autodidacta), en la obra de buena parta de estos directores supo darse un encuentro generoso y creativo de dos tradiciones: por un lado la histórica tradición del cine americano clásico con sus géneros encima, por otro del cine europeo de posguerra, con las primeras armas de la modernidad cinematográfica a mano.

En buena medida, si el cine americano de los 70’s es lo que es se debe a ese sincretismo, que habilitó renovadas posibilidades al cine de género, que lo prestigió (pensemos en El Exorcista, cuyo caso solo encuentra comparación con la excelente y también prestigiosa El silencio de los inocentes, no casualmente ambas fuertes candidatas y con premios Oscar en su haber) y que a la vez dio vida a una generación que, amparada en un espíritu clasicista, supo dar oxígeno a una industria que venía de una década funesta para la tradición clásica (habiendo mostrado incluso el mismo Hollywood un desprecio hacia su propia historia a partir de una avanzada revisionista).

No obstante, no todas son rosas. Al menos no para todos los directores mencionados. Eastwood supo armarse de paciencia y construir una carrera como director a lo largo de cuarenta y pico de años, de los cuales los últimos 25 comenzaron a traerle prestigio y dentro de los que el plazo que va de 2003 a 2015 lo tiene realmente en el lugar que debió haber estado siempre. El caso de Scorsese supo ser oscilante en calidad, pero supo estar presente. El de Coppola es uno de los más dolorosos, fundamentalmente por la debacle a la que se sometió en los últimos 20 años. Spielberg, como Eastwood, ha sabido reinventarse y estar siempre en el centro. Lo de Lucas ha tendido al patetismo. Friedkin y De Palma fueron cayendo en un lento ostracismo, mediado por fugaces retornos con mayor o menor suerte según el caso, pero sin dudas con repetidos problemas para filmar en continuidad. Cimino es quizás el caso más extremo de autoaniquilación, acaso el director problemático que junto a Coppola supo encarnar mejor el sindrome Von Stroheim (de director-megalómano-demonio-de-tasmania-arruina-rodajes).

Sn D6 157

  1. Camino equivocado

Pero hay un último caso, uno de esos que cuenta el cuento en silencio, sin demasiados aspaventos. Ahí está el cuerpo minúsculo de Pedro el grande.

Peter Bogdanovich, a diferencia de sus pares que supieron moverse en el marco de géneros consolidados, fuertes, identificables, como la Ciencia ficción (Encuentros cercanos del tercer tipo, E.T., la trilogía incial Star wars) el cine de aventuras (la trilogía Indiana Jones), el policial (Contacto en Francia, Impacto fulminante, Vivir y morir en L.A., El principiante) el cine de gangsters (Calles peligrosas, la trilogía de El padrino, Buenos muchachos), el terror (Míralos morir, El exorcista, Angel de las sombras), el bélico (El francotirador, Apocalipsis now, Jardines de piedra, El guerrero solitario), el musical (Al fin llegó el amor, NewYork, New york, Golpe al corazón), el melodrama (Daisy Miller, Peggy sue, su pasado la espera, La edad de la inocencia), el western (Las puertas del cielo, Josey Wales, El jinete pálido, Los imperdonables), decidió jugar fuerte por otra cosa, aunque en los primeros años haya formado parte del selecto grupo de los movie brats.

Pedro eligió otro camino, el difícil, porque se metió con una forma de comedia que nunca tuvo una renovación formal. Y precisamente ahí donde los otros directores supieron meterse por los recovecos de lo que los géneros habían dejado latente, Bogdanovich realizó un salto hacia atrás, apelando al más indiscriminado anacronismo. El resultado de eso fue que buena parte de su obra estuviera teñida de un tono -un mood– melancólico y en apariencia nostálgico por un tiempo pasado y por un estilo. Hablamos de un director fascinado con el hollywood clásico del período 30’s-50’s. Hablamos de un género y un estilo en particular, que es la screwball comedy, que lograba concebir hacia su interior una aparente normativa con respecto al lugar de las muejeres en un mundo dominado por conductas machistas a la vez que una enorme libertad para subvertir esos aparentes andamiajes sociales.

Ese mundo de ensueño tiene para Bogdanovich forma y nombre: Lubitsch, Hawks, Sturges, La Cava, Cukor, McCarey, algo menos Capra, Wilder. Ese campo es el verdadero campo de los sueños para nuestro Pedro. Y es el lugar al cual volverá una y otra vez. Pero no como ejericio de estilo, como copia certificada de un mundo museificado, muerto. Sino como anacronismo, como abrazo desmedido y desesperado a una época en la que ya esa propuesta implicaba un enorme artificio. Películas como What’s up doc (1972), Luna de papel (1973), Nickelodeon (1976), Todos rieron (1981), Ilegalmente tuya(1988), Noises off (1992) y la flamante Terapia en Broadway (2014) están cortadas por la misma tijera (dejemos afuera a las excepciones como el díptico La última película (1971) y Texasville (1990) asi como Saint Jack (1979), Máscara (1985), Esa cosa llamada amor (1993) asi como los fracasados telefilms que realizó entre 1996 y 2001, cuando intenta retornar sin éxito con The cats meow).
Esto quiere decir que hay tres momentos fuertes en la obra de PB: un primer momento en donde el eclecticismo de los 70’s lo hace recorrer distintos géneros, un segundo momento característicamente nostálgico por la vieja comedia americana y un tercer momento, el del retiro a cuarteles de invierno, que refiere al de las últimas dos décadas, que lo tuvieron sumido en un prolongado silencio.

El retorno a la amada screwball comedy es para PB tanto un run for cover hitchcockiano (volver a lo conocido) como una enorme desmarca del cine contemporáneo, es decir, un enorme contraste con la comedia de los últimos treinta años. En éste orden de cosas, estamos ante un director que en más de una ocasión fue acusado de anticuado, incluso de reaccionario por dar a entender que todo tiempo pasado fue mejor. Pero da la sensación que si esa fuera la recepción general frente a la obra de PB no habría existido la remota posibilidad de que se filmara y estrenara la extraordinaria Terapia en Broadway.

La pregunta podría ser, entonces…por qué Bogdanovich sufrió esa lenta exclusión del grupo de directores prestigiosos que había construído un nombre y una obra reconocida en los 70’s? Sencillamente porque Bogdanovich nunca quiso renovar nada de ningún género en particular. Y menos de la screwball comedy. En todo caso –y como un acto de amor a un cine que lo atraviesa- se permitió pensar si era posible pensar el cine de los años dorados de ese género vaporoso e inestable, pero actualizado al presente. El resultado fue siempre el de un anacronismo galopante, burbujeante, el de un artificio perfecto que nunca especuló con nada. Podemos culpar a Bogdanovich por esto? Quizás podamos culparlo de endogamia y elitismo, por cultivar una forma cinematográfica muerta, como si pretendiera que habláramos sánscrito. Quizás podamos culparlo de no haber sabido construir su propia carrera en relación al futuro que se avecinaba. Lo que seguro no podemos decir es que haya traicionado su amor por un género que nunca supo encontrar su lugar en el cine de los últimos 40 años y que tuvo en PB al hombre que lo abrazó.

Imogen Poots And Owen Wilson In Shes Funny That Way

  1. El pasado, presente

Terapia en Broadway (TEB de aquí en más) en esta dirección, es algo más que un juego nostálgico, precisamente porque trae al pasado no para repetirlo sino para repensar el presente. Y en esa comparación se impone a la comedia contemporánea mainstream por goleada. Porque ahí donde un tipo como Appatow vende gato por liebre castigando la poligamia, TEB celebra sin culpa los hexágonos sexuales y amorosos (lo que la conecta con las brillantes Todos rieron y Noises off , como si se tratara de una trilogía virtual de películas). Ahí donde en mucha comedia mainstream actual que asimiló la escatología de la NCA y necesita redoblar el asco para generar gags, TEB opta por la economía de tópicos, por reducir para sumar, valiédose de dos o tres objetos clave que circulen y hagan circular el equívoco. Ahí donde la comedia actual suele precisar de un marco de realismo, como si el más puro artificio estuviera obturado, TEB se tira de lleno a la pileta de hacer una comedia artificial como el jugo Tang pero con extrema conciencia de si (que recuerda a la operación que realizó Stanley Tucci en 1998 sobre el slapstick, otro subgénero en desuso, con Los impostores).

TEB es también velocidad y precisión, como Fereder. Es juego con estilo y organización geomérica del tiempo de las acciones y las palabras. Por eso se agradece este retorno, porque lo que retorna es una métrica y una rima pefectas, que habían sido abandonadas hace años por el cine y que, lateralmente, podían aparecer reivindicadas en ejemplos aislados de directores del off-mainstream.

Es un lugar común lo que cuenta PB en TEB? Sin dudas. Un lugar común en un cine de hace setenta años puede ser la perfecta renovación de una comedia apolillada de condescendencia (no puedo dejar de pensar en la fallida y masturbatoria This is the end), que tiene como finalidad última la carcajada. Y en realidad, como dijera Stanley Cavell (autor del fundamental libro para entender este género en cuestión, La búsqueda de la felicidad), quizás el gran centro de la comedia no estaba en la risotada catártica sino en el sismo que nos provee la felicidad perenne de vivir en una burbuja.

  1. Coda

Seguramente aquí al lado encuentren muchos y mejores argumentos que los míos para defender este retorno con gloria de Bogdanovich a la pantalla grande. Aquí apenas intenté explicar cuál fue el contexto en el que se inscribió la carrera de este enorme director, todavía demasiado oculto para mucha gente.

Vayan al cine. No se da todos los días un acontecimiento como este.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter