Lego Batman: La película

Por Federico Karstulovich

LEGO Batman: La película (The Lego Batman Movie)
Estados Unidos-Dinamarca, 2017, 104′
Dirigida por Chris McKay.
Con voces de Will Arnett, Michael Cera, Rosario Dawson y Zach Galifianakis

Estamos grandes para juegos

Por Ignacio Balbuena

La Gran Aventura Lego (Phil Lord & Christopher Miller, 2014) fue un hit. Tenía todo para inspirar desconfianza -desde el vamos no ocultaba su intención de ser un comercial de dos horas para vender sets de Lego-, pero la creatividad infinita de las bestias pop Lord y Miller alcanzó para elevar el material a puntos altísimos. Estos amigotes nerds devenidos directores estrella – que hoy están a cargo de un spinoff de Star Wars, nada menos- tenían experiencia en animación (Lluvia de Hamburguesas, de 2011 vale mucho la pena) y remixando cultura pop en las dos entregas del reboot de Comando Especial. En la película de Lego supieron mostrar cómo esos pequeños ladrillitos son tan fascinantes para gente de todas las edades con un plot que iba a las chapas, anárquico y lúdico, pero que también se mostraba emotivo y sensible. La animación era sencillamente espectacular, y lo mejor de todo era como a pesar de que los sets, los personajes y la iluminación tenían un nivel de detalle minucioso e increíble, los personajes se movían como en stop motion, con movimientos espásticos de figuras de plástico real. Esa falta de movimiento, esa torpeza intencional, le daba a la película su aire juguetón. La película tenía un argumento poco original, con un Chris Pratt haciendo de una suerte de everyman americano recorriendo el camino del héroe, pero el desenfreno de cartoon pasado de rosca, la vuelta de tuerca del final y todos los cameos hacían que la película fuera algo excepcional. Un personaje en particular se destacaba: Will Arnett (Arrested Development, Bojack Horseman) en el papel de un Batman sardónico y engreído. Era cuestión de tiempo para que esta versión del caballero de la noche tuviera su propia película, que pasó por nuestras salas en febrero.
Lamentablemente, Lord y Miller sólo volvieron como productores, pero la película mantiene 100% la estética y el espíritu de la película de Lego original, aunque obviamente, esta vez se enfoca por completo en el Batman de este universo. Si la película de Lego original apuntaba a recrear la magia de sentarse frente a una cantidad infinita de ladrillos sueltos, esta secuela es como uno de esos sets prearmados. Como esas cajas, tal vez apunta a un público más específico, pero ese público seguro la va a amar.

Batman es un personaje con una trayectoria de más de 75 años en la cultura pop, y a esta altura, los aspectos centrales de su mito son como un ABC que conocemos todos. Los padres asesinados en el callejón, el traje de murciélago, la decisión de hacer justicia vigilante, la mezcla entre serial de aventuras y crime procedural, los villanos como El Guasón, Gatúbela, el Pingüino. Son más o menos conocidas también las diversas etapas que el personaje atravesó a lo largo de estos tres cuartos de siglo en los cómics y el cine: la psicodelia de Adam West, el Art Decó y el espíritu pulp de Tim Burton, el camp berreta de Joel Schumacher, el realismo sucio de las versiones de Nolan, que fueron un punto de inflexión para los superhéroes y Hollywood en general. No pasa un día sin que una franquicia tenga un ‘gritty reboot’, apostando a mezclar elementos nostálgicos con un approach más realista y oscuro. Este enfoque más conflictuado y neo-noir de Batman le debe mucho a Frank Miller, que con cómics como Batman: Año Uno y El Regreso del Caballero Oscuro, demostró que los superhéroes podían contar historias más allá de los pastiches coloridos que caracterizaban a los cómics de superhéroes en los 60’s y 70’s.

Las películas de Nolan y la mala interpretación que los ejecutivos de Hollywood y Zack Snyder hicieron de ellas hicieron que nos quedáramos con un Batman atormentado, oscuro, nihilista. La posta de Batman está en la serie animada de los 90s, creada por Bruce Timm y Eric Radomski, que tenía un balance tonal perfecto. Ahí está la versión definitiva, con una galería de villanos completa y colorida pero que no llega al camp nunca, y con una oscuridad realista que no sofoca. No es de extrañar entonces, que nuestra nueva versión definitiva del personaje pase de nuevo por la animación, que es donde DC parece hacer todo bien, al contrario del cine live action.

Esto es en serio, el so called DC Extended Universe es un tremendo fiasco pero las películas animadas de DC son un paraíso de adaptaciones y referencias nerds bien contadas, bien animadas, coherentes, cortitas y al pie. Lo mismo en la series de televisión, Flash y Supergirl, dos personajes icónicos, tienen series coloridas con personajes que disfrutan de ser héroes. Se los ve sonreír, muy al contrario de Henry Cavill y Ben Affleck en Batman V. Superman, que sólo encontraron afinidad al gruñir el nombre de sus madres (Martaa!).

Toda esta larguísima introducción es para decir que The Lego Batman Movie es una película consciente del legado de Batman. No sólo para el espectador, sino en el propio universo de la película: el Batman de Will Arnett ES cada uno de los batman anteriores que hemos visto, como si fuera un hombre que constantemente vive una crisis de identidad. El plot de la película muestra como Batman, Robin (Michael Cera), y Barbara Gordon (Rosario Dawson) se enfrentan contra el Joker (Zach Galifianakis), que recibe la ayuda de todos (TODOS, hasta Condiment Man) los villanos del universo de Batman, y de una serie de villanos del universo Lego después (Voldemort, el Kraken, Drácula, Daleks de Dr. Who). Hay cameos de toda la liga de la Justicia y los Super Amigos y muchísimos easters eggs de Batman, Superman y hasta Marvel se come un insulto gratuito. Para los completistas/obsesivos de la cultura pop, The Lego Batman Movie es realmente una fiesta. Al ser una secuela, la novedad de los efectos se pierde, pero el desenfreno visual de la anterior combinado con la estética del mundo de Batman es algo que definitivamente vale la pena ver en una pantalla lo más grande posible. Tal vez la cantidad de cameos, referencias y personajes es algo excesiva pero se destaca Bane, que es un intermedio entre la versión con máscara de Tom Hardy y la versión pasada de esteroides de Batman y Robin, y las varias composiciones visuales y referencias en los diálogos a momentos puntuales de la franquicia, como el soundtrack de Prince en la Batman original del ‘89 o la secuencia de los botes en The Dark Knight (Christopher Nolan, 2008).

La trama finalmente se resuelve cuando Batman enfrenta su miedo a reformar su familia, y si bien resuena emocionalmente y funciona muy bien en el contexto de la película, el tema de la familia sustituta es una carta que las películas de superhéroes están jugando mucho. Sin ir más lejos, lo vimos hace poco en Guardianes de la Galaxia 2 (que de todas formas es una película excelente). Más allá de lo genérico del argumento, lo interesante es como esta versión de Batman se toma en serio el asunto de reírse de sí mismo. Después de un Batman psicótico y asesino y sin demasiado rumbo, necesitábamos un Batman que baile, que haga chistes, que nos recuerde el bati-repelente para tiburones. Lo interesante de la película de Batman Lego es que pueda co-existir en el imaginario popular al mismo tiempo que el Batman de Ben Affleck sin que nadie empiece a cuestionar continuidades o detalles minuciosos. Batman es un personaje ridículo desde el vamos, es un playboy billonario que se viste de murciélago por las noches para trompear mafiosos y gente disfrazada después de haber entrenado artes místicas en Asia. No necesitamos que Batman sea un fascista sociópata, no necesitamos tampoco que Batman sea un bufón que al pegar piñas emita un KAPOW!. Por lo menos, no necesitamos ninguna de esas cosas exclusivamente, y la película de Batman Lego se hace cargo de que todos estos aspectos forman parte de la historia del personaje, de su identidad, de su relación con el público y la cultura que lo rodea. If anything, logramos tener una peli de Batman en la que no mueren los padres de Bruce Wayne en escena. Eso siempre es digno de celebrar.

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