España-Argentina, 2025, 93′
Dirigida por Agustina Macri
Con Lux Pascal, Laura Grandinetti, Romina Escobar, Leixandre Gómez Davi, Simone Mercado, Federico Marzullo, Gabriela Pastor y Paco León.
Las buenas intenciones
Miss Carbón, la nueva película de Agustina Macri fue filmada en Río Turbio, la ciudad minera ubicada en el extremo sur de la provincia de Santa Cruz, donde recientemente Tatiana Mazú filmó su celebre Río Turbio. Al igual que Mazú, Macri filma planos generales desde las elevaciones de la ciudad en las que se puede ver una ciudad considerablemente grande pero desierta, fría y con un hermoso paisaje. La diferencia consiste en que Macri, a diferencia de Mazú, decide meterse en esas calles, narrar una espacialidad fragmentada que consiste en calles en elevación, cabarets, hoteles, el río y, sobre todo, la mina.
Ante los majestuosos planos de Mazú los de Macri parecen acartonados. Quizás porque Mazú busca una relación más directa entre su cámara y lo que está filmando. En lugar de usar sus planos como una transición, o de filmar atardeceres, Mazú se detiene en la hora en la que la luz más diáfana posible nos desnuda la generalidad de la ciudad ante nuestros ojos. Pero, a la vez, la fragmentación espacial de Macri se compone con la insistencia del foco corto que nos hace seguir incansablemente a su personaje y comenzar, poco a poco, a abandonar la exterioridad.
A Miss Carbón le interesa la particularidad de su personaje y el espacio sirve como una contextualización que la determina, al estilo clásico. Esa particularidad se compone de una fuerte caracterización: una chica trans que utiliza su DNI masculino para cumplir su sueño, que es trabajar en la mina de carbón. El seguimiento de esa particularidad requiere, en primer instancia, presentar, ayudándose por un montaje acelerado, al contexto que la lleva a componer su carácter. Esto consta de una familia que la rechaza, de una condena social, tanto de machos mineros como de mujeres administrativas, de un grupo de amigas trans que la apoyan y de un cabaret en el que trabaja.
Una vez presentado este contexto es que la película se embarca en el abandono de la exterioridad que mencioné anteriormente. Esto quiere decir, que la película parece olvidarse de ese contexto que le sirvió para impulsar su narración con el fin de que el personaje empiece a triunfar. A partir del foco corto y los planos detalle la película se decide, con cada vez mayor intención, a anular el plano general de Río Turbio. Entonces, el amante español que parece quererla sin prejuicios desaparece sin que sepamos por qué; los mineros que, hasta ese momento, parecían rechazarla apoyan su causa arriesgando su trabajo; el pueblo la elige reina del carbón a pesar de que la película nos muestra en varios planos (un travelling en una cancha de basquet donde le revolean cosas, un plano general en una ruta donde se esconde para que no la humillen) como parece haber un rechazo social ante ella (¿o fue un sueño?); su padre aparece demostrándole apoyo sin ningún contexto; la madre la trata de mujer.
La película, entonces, tiene una estructura de dos actos son puntos de giro: de rechazada Carli pasó a ser aceptada. ¿Qué cambió? ¿Fue la ley de identidad de genero que Carli festeja con sus amigas pero sin tanto entusiasmo? ¿Se dieron cuenta que era buena trabajadora? No terminamos de saberlo y eso sucede porque la película es decididamente amarreta no solo en su fragmentación espacial, sino también en su fragmentación temporal.
Entonces, entendemos el tiempo que pasó porque Carli nos marca que trabaja hace años de eso, entendemos que a la dirección de la empresa le molestó que se operase las tetas porque lo menciona en la misma charla. También tenemos que entender que Carli trabaja en el cabaret porque en dos momentos distintos lo repite a modo de amenaza para sus colegas mineros (si hablo arruino tu familia, si te habré visto allá). Uno de los pocos recursos visuales que la película tiene para que entendamos algo por fuera de las palabras de Carli es una constante fantasía que vemos de ella misma convertida en la reina del carbón.
Si sumamos una excesiva fragmentación espacial y temporal con la falta de recursos visuales para poner en escena la narración tenemos por resultado una película que consiste de pequeñas escenas de Lux Pascal en lugares, diciendo monosílabos (vení, vamos, ¿querés?, dame, me quedo) o one liners que nos hagan entender qué es lo que pasó previamente (me sacó la silicona y listo).
Estamos ante una película donde todo está fuera de foco a excepción del rostro abatido de un personaje que en última instancia termina resultándonos misterioso. Porque si bien Macri artícula una caracterización puntual, la falta de ideas para que la narración contenga momentos por fuera de lo que debemos entender termina por componer a un personaje sin carácter. A partir de determinado momento, todo termina por resultarle fácil a Carli. Y el principio de la narración contradice profundamente esa facilidad con la que Carli consigue volver a trabajar o ser abrazada por su familia.
Las buenas intenciones de Macri conspiran en contra suyo, porque su película termina por banalizar el tema al reducirlo a un relato sobre como un pueblo que redime su postura sin pagar el precio de su propia injusticia. La falta de realismo visual que se puede notar en escenas como la cena entre Carli y el personaje de Romina Escobar, las primeras escenas de Carli en su casa o el almuerzo de Carli con la madre, también aporta en componer esa mirada distante, indirecta y, en definitiva, limitada de aquel espacio y aquel personaje. Curiosamente Macri decide mostrar un pequeño espacio en cámara (un plano detalle de unas piernas, planos que le cortan la cabeza a los personajes, escena romántica insonorizadas) pero su mirada no se siente orientada, sino que dispersa.

