Morbius 

Por Rodrigo Martín Seijas

EE.UU., 2022, 109′
Dirigida por Daniel Espinosa
Con Jared Leto, Matt Smith, Joseph Esson, Adria Arjona, Jared Harris, Tyrese Gibson, Corey Johnson, Michael Keaton, Bentley Kalu, Charlie Shotwell, Archie Renaux, Tom Forbes, Clara Rosager, Al Madrigal, Ruth Horrocks, Amanda Perez, Dave Simon, Abraham Popoola, Kadrolsha Ona Carole

Un experimento fallido

A Morbius la vienen vapuleando casi con saña y hay que reconocer que en algunos casos con bastante creatividad. Mi invención preferida es un meme que evoca el apretón de manos de Arnold Schwarzenegger y Carl Weathers en Depredador, donde la peor película de DC y la peor de Marvel se unen a través de Jared Leto. La referencia a Escuadrón Suicida es bastante atinada, pero creo que la calificación de Morbius como lo peor que dio Marvel es un tanto exagerada: de hecho, la primera parte de Venom es claramente inferior. Sin embargo, esto no la saca automáticamente de la mediocridad. De hecho, ocurre todo lo contrario. 

La película dirigida por Daniel Espinosa -que después de saltar a la consideración con Protegiendo al enemigo no hizo nada bueno- sigue a Michael Morbius (Leto), un médico brillante que ha luchado toda su vida contra un trastorno sanguíneo. En su búsqueda de una cura, emprende un experimento con sangre de murciélago para encontrar inmunidad. Lo que al comienzo parece todo un éxito, que incluso le da poderes sobrehumanos, termina siendo una maldición, ya que la sed de sangre (primero artificial, luego humana) se hace imparable y lo acerca al vampirismo. Si la historia que toma al conocimiento como una maldición y que plantea el dilema moral frente al uso del poder suena bastante conocida, es porque lo es. La cuestión es cómo encontrarle una vuelta de tuerca que la haga mínimamente original, y ahí es donde Morbius falla en toda regla.

No es por falta de energía que la película no logra sus propósitos, sino más bien por las limitaciones de las herramientas que despliega. Eso ya puede apreciarse en el diseño de los personajes: Morbius no solo tiene su inteligencia y sus enigmas éticos, sino también un interés romántico (Adria Arjona), un mentor (Jared Harris) y un amigo que progresivamente se convierte en antagonista (Matt Smith), pero como todos sus trazos son endebles, están sometidos a una constante enunciación de qué les pasa, qué piensan, cuáles son sus objetivos. Eso produce una retroalimentación entre explicación y superficialidad que vuelven al relato cansino y predecible. Y también afecta a otros componentes del film: la incapacidad para encontrar un rango de equilibrio estético lleva a un abuso de la cámara lenta, lo que resta fisicidad y el potencial vínculo con lo corporal que insinuaba la trama.

En Morbius se insinúan muchas estructuras narraciones y temáticas, vinculadas al aprendizaje, el romance trágico, la tensión entre lo heroico y lo villanesco, incluso el thriller que amaga con adentrarse en el horror corporal. Pero, a la vez, no hay nada concreto y tangible, apenas un compendio de superficies genéricas y estéticas que no encuentran cómo hacer sistema, por más que Espinosa hace todos los esfuerzos posibles para aunar solemnidad con humor sarcástico. No hay movimiento real en la película, por más que los personajes se muevan de un lugar a otro, no hay una sensación cabal de evolución o cambio, por más que se expliquen a cada rato esos supuestos cambios.

En consecuencia, Morbius se percibe rotundamente como un capítulo obligado -otro más, y van- de una franquicia que todavía no encuentra un tono consistente. Sony, con su universo de antihéroes de Marvel, todavía no parece tener claro del todo qué es precisamente un antihéroe y el conjunto de contradicciones que integran a personajes como estos. Por eso pasa del disparate desatado a la solemnidad sin transiciones sólidas y entrega relatos donde la estructura argumental -el ser maldito que lidia como puede con sus poderes y se enfrenta con un igual que no tiene sus mismos dilemas- se repite sin variaciones creativas. De ahí que Morbius sea otro experimento fallido, una misma fórmula cambiando de tono, pero obteniendo los mismos resultados decepcionantes.

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