Pipa

Por Amilcar Boetto

Argentina, 2022, 116′
Dirigida por Alejandro Montiel
Con Luisana Lopilato, Mauricio Paniagua, Inés Estévez, Ariel Staltari, Paulina García, Malena Narvay, Aquiles Casabella, Benjamín del Cerro, Santiago Artemis, Benjamín del Cerro, Laura González, Ivone Quispe, Mercedes Burgos, Javier Flores

Ausencia

Desde hace varios días que observo lo mismo en distintos medios: “Pipa busca todo el  tiempo el impacto en el espectador”. No podría disentir más: no hay nada en esta película que se asemeje al impacto. Podríamos decir, entonces, que para poder generar un impacto la película  debería haber sido capaz de construir, aunque sea mínimamente, uno o una serie de medios a través de los cuales ese impacto se haga presente. Construir un mundo que pueda ser alterado por una acción, una serie de herramientas que alteren la compostura del espectador. Pero nada, ni eso podemos encontrar en Pipa

Como muestra basta un botón. Lo que sigue les va a resultar confuso. Pero créanme que no mejora al verlo.
1. Pipa ingresa a investigar a la casa de Paredes. Podemos ver una secuencia corta de planos que demuestran una fractura expuesta en la construcción formal de la película. O para decirlo mejor, una no construcción: Pipa observa algo que no vemos, luego hay un plano de una sombra moviéndose sobre el cuero, de la que vemos salir a Pipa, en ese plano aparece Paredes por atrás y la amenaza a punta de escopeta; luego un corte y los vemos entrar a aquel  espacio que tanto se había evitado mostrar (lo que Pipa observaba).
2. Una vez allí adentro lo  que vemos no es más que un lugar lleno de objetos que no podemos reconocer como algo que  pueda representar alguna pista para la investigación que la detective se planteó en un principio.
3. Luego de eso, lo que  sucede es una serie de planos contraplanos entre Pipa y Paredes, uno con y otro sin  referencia, uno con el fondo en foco, otro con el fondo fuera de foco. En esos planos Pipa le cuenta sus sospechas a Paredes, quien termina diciendo en un  primer plano con un Travelling in (si es que se podía subrayar un poco más) “yo no quería  lastimarla” para que luego la película corte y vaya a cualquier otra escena, sin interesarse en el  acto de la confesión. O peor aún: creyendo que el acto de confesión ya está entendido, así que  no vale la pena verlo.

Resultado? Solo vale la pena ver y escuchar aquello que el espectador debe entender  aparentemente. Aunque, por lo que vemos en esta escena, el espectador tampoco tiene mucha  ayuda de la película para entender que espacio está queriendo configurar la película, cómo es  que se diagrama ese espacio en términos de acción (¿qué ve Pipa? ¿de dónde viene Paredes?  ¿cómo toma Pipa la confianza para avanzar sobre él en el plano-contraplano y hablarle más de  cerca, si el está armado?) Pero también como es que ese espacio determina una relación entre  los personajes (al no entender como es que ella avanza sobre él, tampoco entendemos por qué el  confiesa, ni siquiera le vemos la cara compungida cuando ella le relata su culpa en esta tragedia). Si a ud lector le resulta un desporpósito entender todo esto, haga el intento de ver Pipa a ver si logra comprender el espacio narrativo y las decisiones de operar sobre el mismo.

Diría entonces que el problema de Pipa excede el impacto del que hablábamos al principio. No solo por su redundancia, por su tendencia a explicar en exceso caso todo, no solo por ser previsible o fría, sino por falta total de planificación de cada escena, sobre su renuncia a narrar, casi como si se declarara en un estadio narrativo pre-clásico, un primitivismo atroz. Si la construcción formal y narrativa de Pipa falla hasta en un plano-contraplano donde por algunas diferencias visuales (como mencioné: el fuera de foco, la  referencia) nos cuesta unos segundos entender las distancias entre ellos., imagínense qué puede pasar con problemas mayores: la incorporación narrativa del paisaje, de su trama policial, la trama del incesto, las imposibles actuaciones, las tonadas llevadas a un limite casi paródico (involuntario, claro). Todos y cada uno de esos errores y limitaciones se reducen al mínimo al lado de un problema central como es el de la renuncia, la ausencia, el abandono de los materiales, que es el que no permite al espectador pensar o sentir ninguna clase de emoción o de idea. Me atrevería de cir que en Pipa, en realidad, opera un platonismo involuntario: en realidad no hay personajes, ni trama, ni intriga, ni suspenso, ni acción, ni  drama, ni espacio, ni temporalidad, ni película. Porque en realidad Pipa nunca sucedió.

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