Poderes ocultos

Por Mariano Bizzio

The innocents
Noruega, 2021, 117′
Dirigida por Eskil Vogt
Con Rakel Lenora Fløttum, Sam Ashraf, Alva Brynsmo Ramstad, Kadra Yusuf, Mina Yasmin Bremseth Asheim, Morten Svartveit, Marius Kolbenstvedt, Lisa Tønne, Birgit Nordby, Kim Atle Hansen, Irina Eidsvold Tøien, Nor Erik Vaagland Torgersen, Tone Grøttjord-Glenne

¿A quién puede matar un niño?

Confundimos con impericia e impunidad cualquier producto que provenga del círculo escandinavo. Suecia mezclada con Finlandia, Noruega con Dinamarca y así. Pero la confusión también es posible porque reconocemos que los cines nacionales de esos lares redundan, en muchas ocasiones, en tópicos comunes que ya hemos instalado en nuestro sistema de expectativas cinéfilo: aislamiento, relaciones humanas distantes, coexistencia en espacios comunes fríos y anónimos, pobreza de estado de bienestar y, finalmente, extrañamiento en medio de ese presunto estado de cuidado bajo la órbita de un estado presente. “Nada que festejar”, bien podrían decirnos muchas de las películas de esos orígenes. “Acá la existencia es una pesadilla silenciosa” podrían decir. Y terminaríamos creyéndoles. Y de ahí a las tasas de suicidios y la depresión y el alcohol. Pero no se trata de hacer sociología de datos de Wikipedia esto. En todo caso, con todos esos elementos, hay que preguntarnos si el cine de esas latitudes tiene algo para ofrecernos o lisa y llanamente la inercia de la expectativa mencionada.

The Innocents, que tuvo estreno internacional en julio de 2021 pero comenzó a circular fuerte por plataformas legales e ilegales recién hacia finales de año, entre noviembre y diciembre, tiene todos y cada uno de esos lugares comunes que Let the right one in supo aprovechar en su favor y que no todos los exponentes de terror/fantástico de los cines de género de los países nórdicos han sabido utilizar. En alguna medida, si seguimos los lineamientos mencionados arriba, la película de Eskil Vogt no tiene nada demasiado nuevo para ofrecer: un conjunto de niños que viven en un condominio de viviendas de clase media baja (aunque en Noruega seguramente sean considerados pobres) se conocen e intentan construir un grupo de amigos en el que puedan soportar mejor la existencia mientras sus padres sobreviven a duras penas con los trabajos que tienen. El problema es que la manifestación de poderes sobrenaturales (telekinesis, telepatía, manipulación cognitiva de terceros, etc) comienza a tornar el asunto de una mera travesura a niveles de crueldad innecesaria e indetenible. Ahora bien: hay algo distinto en todo esto a lo que pudimos haber visto en la evidente influencia que supone El pueblo de los malditos (Wolf Rilla, 1961)? No parece. En todo caso hay una profundización de un tópico que está cada vez más instalado y circulando con fuerza en el cine contemporáneo: no solo la condena al matrimonio y a la paternidad, sino también la condena a la inocencia infantil de los hijos.

Ahí, donde el film de Rilla (incluso en la remake carpenteriana de 1995) tenía una vuelta de tuerca sobrenatural pero palpable y con una paranoia justificada, en The Innocents se produce un punto de contacto con una matriz acaso más inquietante aún. Me refiero a la inoxidable Quien puede matar a un niño? (Narciso Ibañez Serrador, 1976), quien traía el tópico de la condena al sadismo infantil pero al mismo tiempo no lo analizaba ni psicológica ni sociológicamente. En la película de Eskil Vogt esa pregunta abierta, la del sadismo infantil, se abre, si. Pero de a poco, de manera indirecta, a partir de la incorporación de los roles de los padres y de los distintos tipos, es donde la pregunta por la violencia de los niños adquiere alguna tentativa respuesta. A su vez, también es cierto, que The Innocents no brinda respuestas conclusivas, pero se preocupa porque los personajes dejen establecido un contraste entre sus correspondientes contextos socioeconómicos y el modo en el que usan sus poderes, lo que en alguna medida, moraliza y determina una evaluación sobre aquello que en un inicio era incómodo e insoportable porque no tenía justificativo.

A caballo de varias tradiciones, pero al mismo tiempo temerosa de todo aquello que pueda remitir a la gratuidad y el pleno sadismo, lo malo de The Innocents es que atenta contra la propia historia que la precede y alimenta, como si en alguna manera el territorio del cine todavía necesitara ser un territorio de explicaciones.

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