#Polémica: La casa Gucci

Por Varios Autores

House of Gucci
EE.UU., 2021, 157′
Dirigida por Ridley Scott
Con Lady Gaga, Adam Driver, Al Pacino, Jeremy Irons, Jared Leto, Salma Hayek, Jack Huston, Alexia Murray, Vincent Riotta, Reeve Carney, Gaetano Bruno, Camille Cottin, Youssef Kerkour, Madalina Ghenea, Mia McGovern Zaini, Florence Andrews, Mehdi Nebbou, Edouard Philipponnat, Bianca Nappi, Andrea Piedimonte, Mario Opinato, Luca Chikovani, Miloud Mourad Benamara, Vincenzo Tanassi, Pietro Ragusa

Lo que nunca fue

Por Amilcar Boetto

Para narrar las bien conocidas excentricidades de Maurizio Gucci, House Of Gucci decide  mostrar como Maurizio le abre la puerta a su flamante nueva novia y le muestra un Lamborghini  estacionado. Luego, en una de las tantas escenas que transcurren en una mesa de negocios, uno  de los nuevos ejecutivos de Gucci le lee una lista de gastos increíbles que Maurizio hizo con la  plata de la empresa (lo más llamativo: un reloj de tres millones de dólares).  

Dentro de una película de más de dos horas, narrar con esta velocidad un aspecto  aparentemente tan constitutivo de la personalidad (o al menos, la nueva personalidad, tras  haberse divorciado) del personaje principal es, al menos, llamativo.  

Sin embargo, al ponernos a pensar retrospectivamente, nos damos cuenta que la película nos  dice todo el tiempo lo que los personajes son, antes que hacérnoslo ver. Aldo dice que Rodolfo  es complicado, Rodolfo dice que Aldo es muy inteligente, todos dicen que Paolo es un idiota  (aunque esto si que lo podemos notar en cada instante gracias a la insoportable actuación de  Jared Leto), luego nos quieren hacer creer que Maurizio podría ser un visionario, por más que  realmente no tengamos ninguna escena donde lo demuestre. Es más, sino fuera por el final,  pensaríamos que en términos generales Maurizio es un pobre hombre que no hace más que  obedecer lo que le dice la mujer.  

Hay, en la película, una falta de confianza preocupante (más para un director con tanta  trayectoria) en lo que la película puede narrar. Eso se demuestra en cada sobre enunciación sobre  ciertas características de un personaje para que podamos creer lo que pasa en otra escena. Un  ejemplo es la ya mencionada cualidad de visionario de Maurizio, que se nos enuncia  anteriormente para que la escena donde decide contratar a un diseñador texano completamente  desconocido, que luego tendrá tanto éxito que hará que Gucci vuelva al pico de la moda, sea  verosímil. Lo que termina sucediendo con esto es que más allá de la verosimilitud o no, la película  termina siendo predecible y redundante. Como si en las palabras de otros personajes ya hubiera  estado constantemente lo que iba a pasar y cuando pasa pierde toda importancia.  

Pienso, entonces, en qué es que invierte tanto tiempo la película, además de en charlas sobre los  personajes opinan de otros personajes, y en escenas cortas que pretenden demostrar una  característica de algún personaje. Y lo que comienzo a pensar es que House of Gucci es una  película sobre charlas empresariales, que eventualmente involucra una familia, pero en donde  antes que nada se habla de acciones, porcentajes, proyecciones y demás. El problema en sí, no  es que sea una película sobre esas cuestiones, sino que la película quiera ponernos en un lugar  de empatía con personajes que solo escuchamos hablando de otros personajes o números, de  los que solo suponemos una porción de su vida (quizás, a excepción de la primer escena en  donde seguimos a Patrizia vestida con cierto glamour bajándose de un auto barato para ir a  trabajar a una empresa de camiones, definitivamente una imagen lograda para determinar un  aspecto importante de su personalidad -sin lugar a dudas ella es el personaje mejor trabajado de  la película-).  

Finalmente, lo más triste termina siendo que la película tenía potencias visuales que no termina  de sistematizar. Ciertamente el personaje que interpreta Adam Driver está bien logrado  visualmente, por las decisiones de vestuario y por la interpretación relajada de Driver, lo mismo  las expresiones y el over-the-top mersa de lo que rodea al personaje de Lady Gaga. Como en  muchos otros casos, vamos a quedarnos solamente imaginando una posible película donde esos  dos personajes tan excéntricos podrían haber sido explotados fuera de un mundo tan desganado  y con tanta urgencia de tener que narrar una historia entera (porque, quizás, si la historia hubiera  sido parcial, si un momento hubiera sido verdaderamente relatado, todo sería distinto).

Serás lo que no debas ser

Por Federico Karstulovich

Es difícil encontrar mas de un puñado (3, 4 a lo sumo) de películas rescatables en la obra de Ridley Scott. Es una tendencia arrancar con ese prejuicio (que tiene algo de cierto y algo de falaz). Reducir sus películas rescatables a Los duelistasAlienBlade RunnerGangster Americano es una safe zone de la cinefilia semidura, esa que no lo desprecia reduciéndolo al rol de fotógrafo aplicado, pero que se permite, legitimación parcial mediante, dejarle pasar algunas. Pero hay otra cinefilia, blandísima, despojada de la historia y de la tradición. Hay que entrar a la obra de Scott desde ese perfil.

Esa otra mirada de la obra de Scott, aquella que hay que leer desde los laterales, desde los errores, desde las anomalías, desde la salida de las zonas de confort y de la solemnidad como registro de identidad. En esa zona la obra de Scott funciona ostensiblemente mejor: Los impostoresRobin HoodEl abogado del crimenMisión Rescate (la mejor obra de Scott borrando cualquier marca autoral), precisamente porque son películas que no le deben nada a nadie: ni al espíritu de “obra”, ni a las marcas de un género ni a un tono tan acorde de la casa matriz-Scott: la solemnidad. Es consciente el director que cuanto más atenta contra su propia obra mejor le va? Poco importa la conciencia. En esa in-conciencia deliciosa y fracasada hay que leer a la vapuleada La casa Gucci, en donde Scott revisita al cine publicitario más vulgar y ramplón y lo lleva al paroxismo. 

La Casa Gucci está codificada en un tono grotesco-artie-publicitario, lo que constituye, a primera vista, una verdadera porquería. A si las cosas, su revisita al cine de Scorsese mediado por la exageración del De Palma de Scarface con su mirada operística grasulienta es, curiosamente, uno de los momentos mas vitales del cine de este año. Cuando la película comprende esto entrega a sus personajes la la exageración y nos divierte con armas infrecuentes para el propio Scott. Por el contrario, cuando va por el camino solemne del personaje de Adam Driver todo adquiere una pátina de importancia y dudamos de haber visto un error de dos horas frente al que, el responsable, se arrepintió. Necesitamos más películas como esta, Ridley. Y menos ataduras genuflexas a la corrección como con El último duelo

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