Cuando nos proponemos pensar qué películas nos interesa repensar en el momento en el que los festivales terminan y la espuma baja, a veces lo que se impone es menos un criterio extensivo y en cambio si uno más intensivo. De intensidades hablan estas cuatro películas sobre las que nos cuenta uno de nuestros cronistas, que con los años ha ido sofisticando su capacidad de parecerse a Ron Swanson. Si, nos referimos a Andrés Cappiello, que en esta caso se dedicó a pensar en cuatro películas sobre el difícil arte de la reconstrucción. El recorrido es ecléctico, libre y saltarín, yendo de una película a otra, cambiando el tono y el estilo pero con un denominador común: el discreto arte de reescribir, reconstruir y repensar los modos de representación (a veces un poco demasiado naturalizados). Pasen y lean, que se acaba rápido.
Behind the dark night
Corea del Sur, 2017, 118′
Dirigida por Chanyang Shim
Napalm
Francia, 2017, 100′
Dirigida por Claude Lanzmann
Columbus
EE.UU., 2017, 104′
Dirigida por Kogonada
Con John Cho, Haley Lu Richardson, Parker Posey, Michelle Forbes, Rory Culkin, Jim Dougherty, William Willet, Wynn Reichert, Rosalyn R. Ross, Reen Vogel, Shani Salyers Stiles, Lindsey Shope, Erin Allegretti
The disaster Artist
Estados Unidos, 2017, 104′
Dirigida por James Franco.
Con James Franco, Dave Franco, Seth Rogen, Judd Apatow, Hannibal Burress, Jerrod Carmichael
(Re) Construcciones
Por Emiliano Andrés Cappiello
Un grupo de estudiantes secundarios coreanos decide filmar una película, ahora que gracias a la accesibilidad de la tecnología esto es, teóricamente, mas fácil. Contando con pocos recursos, se mandan a hacer una de superhéroes. Behind the Dark Night (2017) es el falso documental que narra esta trama como un detrás de camaras de la película de superhéroes con el menor presupuesto de la Historia. Fascinados con el Batman de Nolan, los miembros del club de cine intentan filmar una especie de reconstrucción-choreo-homenaje inconsciente a las películas del Caballero Oscuro. Chanyang Shim, novato director y guionista, combina en Behind the Dark Night los elementos de ambos géneros, mockumentary y superhéroes, para lograr lo que sus mismos personajes buscan: construir un film enorme partiendo de bases precarias.
A pesar de ser un lugar común, la comparación con Christopher Guest es inevitable, pero no solo por el mockumentary como género, sino por la forma en que Shim arma un universo lleno de personajes tan inadaptados como adorables, dibujados con trazos pequeños pero precisos y poseedores de una ilusión y optimismo encantadores. En un giro final espectacular, Shim se da el gusto incluso de cumplir sus sueños y, a la vez, el propio, cerrando el documental con la película finalizada. Lo que Shim finalmente construye es una película que encierra el espíritu de un festival de cine; esto es, la mas gloriosa celebración de la cinefilia como refugio.
En Napalm, Claude Lanzmann hace su propia reconstruccion con materiales escasos. Utilizando apenas la entrevista como formato, y el ocasional material de archivo, Lanzmann recuerda un viaje a Corea del Norte en los 50, durante el cual vivió un affaire trunco con una enfermera. Ver 100 minutos de un francés viejo en primer plano contar sobre la vez que casi se cogió una oriental no parece, a priori, el mas atractivo de los planes. Napalm, sin embargo, demuestra la habilidad de Claude como narrador, confiando en el poder de la simpleza. Un hombre, su voz, y una historia increíble es todo lo que necesita para desarrollar un relato tan atrapante y emocionante como la mejor película de espías. La guerra y sus consecuencias, como es de esperar, no dejan de ser abordadas por el director (no es al pedo el título), pero finalmente lo que prima en sus palabras y su mirada, y lo que hace a la película tan desgarradora, es el intento (en vano) de revivir un recuerdo, de recuperar ese breve instante de goce y esperanza en medio del horror.
Columbus es un pueblo en el estado de Indiana notable por la cantidad de construcciones modernistas que posee. También es el lugar elegido por Kogonada (asi solo, como Cher, o Madonna) para situar su primera película narrativa de ficción, Columbus (2017). La trama no se aleja mucho de los lineamientos básicos del cine indie americano contemporáneo. Dos jóvenes medio solos y atribulados se conocen en dicho pueblo y entablan una relación. Casey (Haley Lu Richardson, la de Fragmentado) es una adolescente local cuyos sueños personales se ven truncos por tener que cuidar de su madre, y Jin (John Cho, el Sulu de las nuevas Star Trek), coreano reticente, es un visitante que espera que su padre salga de un coma. Ambos pasean por la ciudad mientras discuten sus ideas y problemas. Kogonada aprovecha la belleza de las locaciones, utilizando un esquema conocido para concentrarse en la construcciones de momentos, en el placer de las experiencias como fin mismo. Columbus adopta el indie y lo reconstruye a su manera, sin tramas romanticas ni dramatismos forzados, solo el pleno desarrollo de su forma para contar nuevas historias con viejas herramientas.
El cine se vuelve otro tipo de refugio a través de la reconstrucción en The Disaster Artist, del notorio actor drogón James Franco. La premisa, ficcionalizar la filmacion de una de las peores películas de la galaxia, levantaba varias alarmas, al menos para los que elegimos el Bien y detestamos el consumo irónico. Pero Franco elige el camino correcto y hace su propia versión de Ed Wood (1994), convirtiendo la historia de Tommy Wiseau y The Room (2003) en una comedia que no se burla de sus personajes y trata de comprenderlos. Franco ve mas allá de las (muchas) idiosincrasias de Wiseau y lo re-interpreta como un soñador que alcanza su éxito en base al fracaso. Acompañado por sus colaboradores habituales (y co-protagonizando con su propio hermano), Franco demuestra un buen criterio para elegir de qué reirse y con qué emocionar, sin aprovecharse de sus personajes ni explotarlos con innecesaria crueldad. Esa es una línea delgada, y Franco sale airoso del desafío.
