Rápidos y Furiosos X

Por Ludmila Ferreri

Fast X
EE.UU., 2023, 141′
Dirigida por Louis Leterrier
Con Vin Diesel, Jason Momoa, Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson, Nathalie Emmanuel, Jordana Brewster, Sung Kang, Jason Statham, John Cena, Scott Eastwood, Helen Mirren y Charlize Theron.

Volver al pasado

Habitualmente reacia a las sagas insoportables, tediosas y repetitivas, mi amor por las sagas que gustan de los espectadores, que juegan con ellos, que les plantean algunos desafíos, me pone particularmente selectiva. Por eso la saga de las Misión Imposible le agrega mas vida a mi vida y la saga de Star Wars (episodios I a III y VII a IX) me resulta insufrible. Con la saga de la famiglia Toretto la relación fue esquiva y no puedo sino compartir lo que mis compañeros de redacción han escrito en salidas anteriores (acerca de la séptima, octava, octava bis y novena entregas pueden leer en los correspondientes links). En esa dirección de cosas, lo que venía sucediendo desde la 8va entrega para acá empezaba a echar a perder todo el generoso trabajo llevado adelante desde la quinta entrega, que supo reformular lo que de la primera a la cuarta no era ni más ni menos que una ristra grasosa y olvidable sobre el asfalto.

La octava entrega se había vuelto más pesada y solemne, la yapa de Hobbs and Shaw había echado a perder un potable spin off, la novena profundizaba la tontería familiar. Y la décima, para colmo de males, nos traía a un director malo malo malo malazo como Louis Leterrier. En este sentido, Rápidos & Furiosos 10 se había sacado todos los tickets necesarios para embarrar aún más lo que ya estaba embarrado. Así las cosas, se produjo una inversión, un poco como la película misma propone desde su narrativa: en vez de abrir y cerrar cíclicamente con el recorrido familiar, FX (como se la conoce con su nombre internacional también, que alude inevitablemente a el concepto de efectos especiales), se comporta como lo hiciera Avengers: Infinity War, es decir, se comporta como una mitad, como un segmento de una unidad mayor que seguramente terminará de componer la undécima entrega. Ya ese aspecto inacabado, decimonónico casi, marca un camino: comenzar desde la unidad, desde lo cerrado y lo estable y abrirse a lo imprevisible. Es una clave? Quizás 

Rápidos & Furiosos 10 es farolera y abunda en pavadas varias, pero en su devenir (llamamos devenir a su mutación porque en efecto sobre la marcha se transforma en otra cosa, incluso contra sí misma) se va liberando de pesos varios, recuperando la velocidad y la memoria de las mejores entregas anteriores: más superficie, menos psicología, más acción física que reconecte con el espíritu plástico e impresionista de lo mejor de la saga. En el medio va quedando relegado el discurso familiar (que en este caso vuelve por medio de flashbacks bigger than life que nada tienen que envidiarle a las vueltas de tuerca de los folletines de Alejandro Dumas), la berretada de los amigos y la familia no sanguínea (línea afectiva resuelta con pocos intercambios verbales y algunas riñas pugilísticas mal filmadas, porque Leterrier no sabe filmar cuerpos pero sí sabe filmar máquinas). 

¿Qué nos queda de la saga? Villanos que comprendieron el código (bien por la elección de Jason Momoa, que ya esta practicando para convertirse en Lobo, el personaje de DC, bajo las manos de James Gunn), persecuciones y set pieces cada vez más grandes e imposibles (por fin Leterrier parece haber entendido lo que las tres películas anteriores pasaban por alto) y un gusto por el entretenimiento pensado como espectáculo de feria, donde los autos adquieren un valor cercano a un poder superheroico. En ese sentido, Rápidos & Furiosos 10 entrega una hora final (de sus extensos 133′) en donde la apuesta se multiplica y cada nueva escena suma un escalón a la espectacularidad hiperbólica de la anterior. Pero la novedad es que nada de esto adquiere autonomía suficiente como para que cerremos el paquete narrativo, sino que, como había mencionado, todo termina en un gigantesco cliffhanger, en un in media res habitualmente intolerable para el espectador del mainstream, que acaso comience a acostumbrarse a estas posibilidades gracias a la relación establecida con las series. Curiosamente la espectatorialidad televisiva ilumina al cine de algún modo y ayuda en vez de reducir sus posibilidades.

Cuando termino de ver Rápidos & Furiosos 10 me doy cuenta que me gustó mucho más de lo que me venía gustando en un principio.Pero también me di cuenta que a veces, en la miopía de la velocidad de los estrenos, se nos escapan libertades insólitas provenientes de los casos menos esperados. En este punto, y lo digo con culpa, es probable que la undécima entrega eche a perder todo el asunto y de alguna manera intente restituir el equilibrio de la famiglia, los domingos, la mesa con los amigos, la fraternidad de la barbacoa en el jardín trasero y la mar en coche (literal), pero quién nos quitará lo bailado de esta transición que, por suerte, nos lleva de vuelta a un siglo en el que la aventura se festejaba porque siempre fue más grande que la vida y la familia.

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