Secreto a voces para buena parte de la cinefilia, material desconocido para gran parte de los amantes de las películas de fantasmas, la realidad es que Carnaval de almas no solo es una obra maestra sino que es un prodigio de economía de recursos, aprovechamiento de medios y construcción de la perturbación. Imitada una y mil veces, arraigada en influencias literarias del gótico estadounidense, la ópera prima (y despedida: nunca volvió al largometraje) de Herk Harvey es de esas películas que se instalan como un culto automático (y justo, valga aclarar). Encima de todo es corta. Siéntense, cómanse algo rico y play.