Knightriders (George Romero, 1981)

Por Varios Autores

George Romero tiene varias películas que son imprescindibles. Y la gran mayoría está por fuera del mundo de la hexalogía de los zombies, que terminó desvirtuando su obra mas conocida, La noche de los muertos vivos (1968). Por eso hablar de Romero y olvidarse de Monkey Shines (1986), The Crazies (1973), Martin (1976), incluso de Creepshow (1982) es particularmente injusto, ya que deja afuera a obras ostensiblemente mejores a las cinco películas continuadoras de la saga. Pero el mayor olvido de todos le sucedió a otra de sus mejores películas, acaso la que a primera vista más nos aleja del mundo de Romero. 

Knightriders (1981) es una pequeña fábula perfecta sobre un grupo recreado de espectáculos de caballeros medievales. Todo lo que narra la película está en su superficie, sin mediar ninguna crítica social o metáfora explícita como si sucede en la saga de los muertos y en varias de sus películas. Esta suerte de road movie libre y desprejuiciada (cada uno los personajes de la película tiene una personalidad definida y nada de lo que sucede en ese mundo está atravesado por el cinismo, ni siquiera la ironía). Porque los personajes de Knightriders funcionan como una comunidad cerrada y de cuidado mutuo hasta el momento en el que ese contrato se rompe (acaso por ese costado aparezca el comentario social de Romero sobre las comunidades hippies y similares, en las que el discurso antisistema prevalece como salvaguarda de la integridad, en este caso encarnada por el personaje de Ed Harris). En ese momento la película plantea el cuento moral, que es el del abandono de la identidad, la experiencia exterior (el mundo del dinero y del éxito) y el necesario retorno que permita concluir el proceso de anagnórisis.

Por eso la fábula de Romero es, autónoma, inicialmente. Pero luego, por contraste, se vuelve política, defensora de un espacio común y una identidad de resistencia. En ese recorrido (en el de la configuración del grupo, en el de el reconocimiento de la derrota parcial, pero también de la prevalesencia de una ética innegociable) es en donde la película también habla del propio Romero y su lugar en relación al resto de la industria del cine que tanto aborrece. 

Knightriders sigue siendo una maravilla anárquica y feliz. Y es de las películas menos visitadas, recorridas y conocidas de un autor que se hizo famoso por sus zombies y no por sus personajes vivos, portadores de una felicidad ajena al gore.

Sin quitarles más tiempo, les dejamos AQUI el link que los redireccionará para ver la película subtitulada. Y para nuestros suscriptores de la Comunidad Cinéfila Perro Blanco se tratará de nuestro noveno análisis en el marco del cineclub, con un extenso podcast solo para quienes se suscriban.

Que la disfruten!

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