Severance

Por Ludmila Ferreri

EE.UU., 2022, 8 episodios de 45′
Creada por Dan Erickson 
Con Adam Scott, Patricia Arquette, John Turturro, Britt Lower, Zach Cherry, Christopher Walken, Tramell Tillman, Dichen Lachman, Jen Tullock, Marc Geller, Yul Vazquez, Mark Kenneth Smaltz, Nikki M. James, Ethan Flower, James Augustus Lee, Sahar Bibiyan, James Sarli, Rickland Powell, Sydney Cole Alexander, Anthoula Katsimatides, Cassidy Layton

Hoy es hoy que fue ayer hoy

Valga la aclaración con una disculpa inicial: como varios de los integrantes de la revista hacemos cada tanto, allá lejos y hace tiempo, hacia inicios de 2022 me comprometí a ver la serie dirigida por Ben Stiller. Y como a veces nos pasa a los redactores y redactoras, las promesas se nos desvanecen entre las obligaciones (comencé a ver la serie a mediados de febrero de 2022, luego me tomé vacaciones, prometí tenerla para el mes siguiente…y comenzó el año laboral duro y parejo). Asi las cosas, casi todos los meses prometí a Fede, nuestro editor, que iba a cumplir con mi promesa, pero siempre, por algún motivo procrastinaba. Toda esta justificación viene al caso como agradecimiento porque Fede no le asignó la nota a otros redactores, justamentre porque supo desde el principio cuánto me había angustiado esta serie y por qué necesitaba escribir sobre ella. Bueno, casi un año después de su estreno en la plataforma de Apple TV, decidí reverla y juntar valor. Y ampliar lo que si había escrito para el anuario con las mejores series del año en donde, como era de imaginarse, no podía faltar Severance.

A primera vista podemos encontrarnos con la sensación de estar frente a una clásica distopía claustrofóbica con aroma retro y desconfianza anticientífica (esa que postuló durante años la ciencia ficción blanda, sosteniendo que el avance de ta tecnología sólo busca encubrir una posterior dominación). Pero, afortunadamente, Severance tiene bastante más que ofrecer que esas etiquetas. Y es que si bien despliega la fantasía hiperproductivista de no llevar los problemas de la casa el trabajo ni viceversa -gracias a un procedimiento via chip que permite que el cerebro lleve a cabo esa separación (que le da el nombre a la serie)-, en el fondo el juego de la serie redunda en una de las claves de uno de los géneros con los que coquetea: la ciencia ficción (el otro género es el thriller paranoico) y su obsesión con aquello que hace humano a los humanos.

Quizás la clave de que Severance no sea un iceberg dependa bastante de uno de los responsables de todo el asunto, que si bien no es guionista en este caso es director y productor. Hablamos de Ben Stiller, quien le imprime a cada episodio un aire de comedia oscura y desesperación que se hace cada vez más asfixiante, que puede confundirse superficialmente con el cine de Spike Jonze, Andy Kauffman, Michel Gondry y otros compañeros generacionales que coquetean con el surrealismo como estrategia para narrar las desesperaciones de la percepción humana sobre sus propias miserias. Pero Severance, afortunadamente vas más allá de esas referencias (que también resuenan a Lynch y Kubrick en la frialdad formal), asi como va más allá de la necesidad de la lectura metafórica sobre el mundo del trabajo y la sociedad que habitualmente imponen los lugares comunes de la interpretación biempensante. 

La clave de la participación de Stiller está en el grito desesperado que no escuchamos, porque como en todo el cine de Stiller, la angustia es una procesión melancólica y silenciosa. No obstante todo aquello que se revela frío en un inicio nos va obligando a ingresar a un mundo violento, sin retorno. En este sentido, hacia su cierre, Severance se revela como una salvajada, en particular luego de unos primeros episodios particularmente difíciles, distantes. El presente que construye es imposible porque todo el universo autónomo de la serie vive en un anacronismo que tensa el hoy con el ayer con un mañana posible.

Terminamos de ver Severance (que me recordó otro trabajo en una oficina de mierda y pesadilla a pocas cuadras del Congreso de la nación, lugar en el que entrábamos cuando el sol no terminaba de salir y nos íbamos de noche, en un ejercicio de trabajo esclavo) y percibimos que nos ha dejado más dañados de lo que hubiéramos querido. Pero todavía necesitamos fuerzas para superar ese final, uno de los mejores cliffhangers de los últimos años.

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