Sobre las nubes

Por Sergio Monsalve

Argentina, 2022, 145′
Dirigida por María Aparicio
Con Malena León, Eva Bianco, Pablo Limarzi, Leandro García Ponzo, Juana Oviedo

Historias mínimas

El cine de las provincias argentinas brinda una necesaria bocanada de aire fresco a la receta aburguesada de los slackers porteños de clase media, a los que Mar del Plata sigue abriendo sus puertas, desde una evidente condescendencia, sin consecuencias reales, fuera de la grilla del certamen. Por eso, Sobre las nubes, el trabajo de la cordobesa María Aparicio nos ha ilusionado y gustado -paso previo por la competencia de Mar del Plata 2022-, al reconfigurar una tradición de historias mínimas de la Argentina, donde podemos conectar con nuestro sentimiento de precariedad y solidaridad, en la adversidad, desde cualquier lugar del mundo. 

Rodada en un poético blanco y negro, el largometraje nos seduce a través de sus formas, de las vidas cruzadas de sus personajes, quienes buscan sencillamente sobrevivir y ganarse el pan, de manera digna, sin renunciar a su costado humano, sin transar o prostituirse.

De tal modo, sus cuatro protagonistas resignifican el formato de la corriente neorrealista de la Italia de los cincuenta y de la Argentina de los noventa, contando evoluciones discretas de mujeres y hombres a los que la ciudad, a los que el país parece ignorar o condenar al olvido. 

Personalmente he quedado conmovido con el fresco que reúne a una joven que trabaja en el aseo, a una chica que asiste a una librería semivacía para refrendar el valor de la lectura, a un padre soltero con su niña, a la que apenas puede mantener y regalar un globo, mientras intenta conseguir empleo, sin mayor fortuna. Un padre que he visto en Caracas, en Bogotá, en Sao Paulo, en Barcelona, en Buenos Aires, y ahora en Córdoba, gracias a la luminosa película de María Aparicio, justamente incluida en el Palmarés.

Una cinta política, aunque no lo parezca, que logra transmitir emociones y madurez intelectual, en un universo generalmente cargado de retórica y demagogia panfletaria. La recomiendo porque nos puede servir de inspiración, en América Latina, para seguir relatando nuestra crisis laboral, por medio de un lenguaje sutil que rehúye de los pactos con el algoritmo del streaming.

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