The bad batch

Por Ignacio Balbuena

The Bad Batch
EE.UU., 2016, 119′
Dirigida por Ana Lily Amirpour
Con Suki Waterhouse, Keanu Reeves, Jason Momoa, Jim Carrey, Diego Luna, Giovanni Ribisi, Emily O’Brien, Jayda Fink, Alina Aliluykina, Cory Roberts, Rae Sunshine Lee, Yolonda Ross, Dakota Black, Ashleigh Biller, Almayvonne, Irene Guindal, Stephanie Nauli, Allison Gordon, Jayne Trcka, E.R. Ruiz

Mañana es hoy

Por Ignacio Balbuena

Es de 2016, si. Pero la vi hace relativamente poco. Tenía una enorme expectativa. Llegó 2018. Ya sé que no es reciente, pero no podía dejar de contar algunas ideas sobre esta decepción. Veamos: La premisa de The Bad Batch (TBB de ahora en más ) es, en principio, más que atractiva. Estamos ante una distopía post-apocalíptica protagonizada por una rubia hipster (Suki Waterhouse, que con ese nombre solo puede ser una modelo y entrepeneur devenida actriz) abandonada a su suerte en un desierto poblado de caníbales, acompañada por un Jim Carrey irreconocible, un Jason Momoa con acento cubano y un MIAMI gigante tatuado en el pecho, un Giovanni Ribisi chiflado y un Keanu Reeves como una suerte de gurú al mando de un poblado que es mitad campamento de refugiados, mitad rave de los ’90.

Llama premisa es atractiva, si, pero la película es menos efectiva de lo que el párrafo anterior sugiere. A ver: de alguna manera, es una película muy del zeitgeist contemporáneo, ya que sirve más como un compendio de gifs y posts listos para tumblr e instagram que como una película. Si bien la directora sabe construir un artefacto visual atractivo, si bien la película tiene un excelente comienzo, el ritmo lánguido y la falta de personajes definidos hacen de TBB algo más difícil de digerir de lo que parecía. Ana Lily Amirpour, la directora, continúa el cruce de géneros que ensayaba en su debut A Girl Walks Home Alone at Night y acá mezcla un poco de Mad Max: Fury Road, un poco del grindhouse grotesco de Planet Terror con una sensibilidad drogona al estilo del primer Jodorowsky. No siempre es efectiva y la historia no llega a justificar el ritmo cansino, pero hay que reconocer el ojo (y el oído) de la directora para crear escenas lisérgicas que si bien pueden sentirse desconectadas no dejan de tener una potencia poética enorme por momentos, como si la película se desmembrara entre lo que se cuenta y cómo se lo cuenta.

The Bad Batch Suki Waterhouse 01

TBB empieza con voces en off describiendo un proceso burocrático en torno a esta ‘tanda defectuosa’ que da título a la película. No se dan detalles del proceso de expulsión. Lo único que importa aquí son las consecuencias: todos los expulsado son los parias que terminan con un tatuaje, con un número y abandonados a su suerte detrás de un alambrado en la frontera de Texas. Por suerte no hay demasiadas explicaciones. O, mejor dicho, el imaginario audiovisual de la película es el que habla por sí solo. Un muro que atraviesa la frontera de Texas, y un cartel que reza ‘de aquí en adelante ninguna persona dentro del territorio más allá de la valla es un residente de los Estados Unidos de América.’ Acaso la fantasía ideal para la era de Trump.

“Encontrá El Sueño. Encontrá el confort”. Arlen, la protagonista, empieza a deambular por el desierto con un papel con ese texto como única instrucción, pero enseguida cae presa de una tribu de caníbales que la drogan para cortarle los miembros sin problemas. A los 13 minutos de película, Arlen se queda sin una pierna ni un brazo, y sometida a las elecciones musicales eclécticas de los caníbales, que van de “All That She Wants” de Ace of Base al rap espástico de Die Antwoord. En esta secuencia TBB es tensa, con encuadres y elipsis pequeñas de montaje que construyen la tensión junto un diseño de sonido ominoso, que prescinde además del uso del diálogo durante casi todo el primer acto. Una vez que Arlen logra escapar de la comunidad de caníbales, el plot empieza a tomar forma.

57142E63 D5Ea 4786 9Cb7 81Cd5C02B172

El Miami Man de Jason Momoa (así se llama el personaje) rastrea a su hija perdida, que va a parar a la comunidad donde Arlen termina luego de su escape asistido por un vagabundo mudo (Jim Carrey). Allí, en El Confort, el personaje de Keanu Reeves complica un poco las cosas, dado que si bien su ghetto recibe en apariencia a los indefensos, minusválidos y sobrevivientes de los encuentros con los caníbales, también es un personaje de tintes siniestros, que maneja su comunidad como si fuera un culto y espera la veneración de las mujeres que lo rodean.

“Para entrar al Sueño, tenés que dejar que El Sueño entre en vos”, señala un cartel. Por si hiciera falta explicar el doble sentido, las guardaespaldas de Keanu Reeves son embarazadas con metralleta que visten remeras con el texto “El Sueño está adentro de mí”. Ahí es cuando TBB parece abandonar la potencia narrativa del comienzo, dejando de lado la confianza en sus imágenes y la construcción de un mundo propio (el pastiche shockeante que mezclaba a los caníbales de ojos inyectados en sangre que escuchan pop, los cuervos posados sobre carteles con el texto “Encuentra el Confort” y a una protagonista con recursos que contrastan con su look) y hace explícitas sus metáforas.

En un encuentro entre Arlen y Miami Man, él explica su condición de inmigrante cubano con dificultades para sostenerse en Miami. En otro momento, el personaje de Keanu Reeves preside una rave multicolor con Diego Luna como el DJ Jimmy, y le habla a la multitud: “Todos nosotros, no fuimos suficientemente buenos. No fuimos inteligentes, jóvenes, saludables, ricos. Somos freaks. Parásitos. No somos buenos. Somos malos”. Si los veinte minutos iniciales de la película son casi extraordinarios por la capacidad de crear un mundo de violencia sin usar palabras (algo lógico, no hace falta el lenguaje para sobrevivir en la distopía, solo ingenio y brutalidad), en la segunda mitad de la película aparecen estos textos declamatorios. Y realmente, es evidente que esta gente está feliz de vivir rechazada por la sociedad, sino no estarían teniendo una fiesta electrónica en el medio del desierto con un Keanu Reeves caracterizado como una estrella porno de los ‘70. ‘Hay una única regla acá. Es tiempo de despertar. Es tiempo de encontrar el Sueño.’, nos dice Keanu Reeves, funcionando como un maestro de ceremonias que es casi como un Neo envejecido y falopa, al mando de una cohorte que hace fila para tomar drogas como si fuera la comunión, sacando la lengua afuera para tomar cartones de LSD en vez de hostias.

666 Thebadbatch 1

La directora no tiene problemas para abrazar ese pastiche monumental porque compensa a partir de la creación de imágenes de gran intensidad visual, pero el problema aparece, como dijimos, con la verbalización. El acento de Jason Momoa es afectado e insoportable, los diálogos entre Arlen y Miami Man tampoco sugieren la química que si aparece cuando ambos personajes se limitan a la gestualidad y las miradas. Ana Lily Amirpour filma bien los cuerpos, ya sea musculosos y sexies o viejos y grotescos, y los combina adecuadamente con los paisajes desolados y desérticos. Pero también es la otra película, la que tras agotar los cuerpos da paso a el palabrerío que en alguna medida desvirtúa lo logrado en el inicio, casi hasta la mitad. De hecho TBB sería una película ostensiblemente tanto mejor si durara 45 minutos menos y tuviera poco o nada de diálogo.

Quizás por todo esto es que uno vuelve al comienzo -con la cámara siempre encontrando el encuadre justo, el sonido intenso y visceral y el soundtrack pop- como antídoto frente a lo que viene después, que no es mucho más que una especie de historia de amor con aire a cuento de hadas -con un bruto y una princesa- que no termina de cerrar más allá de la belleza pictórica de un mundo con detalles aislados, pero como dije, desmembrados de una solidez general que nunca llega. Tal vez este síndrome de déficit de atención que abandona ideas y géneros (terror, romance, fábula moral, road movie) a lo largo de las dos horas que dura la película es apropiado, como si fuera un síntoma de retratar no una distopía del futuro, si no la del hoy: un mundo incoherente, por momentos bellísimo, por momentos insufrible, y siempre dispuesto a celebrar el romance entre una modelo de mini short teñido de rosa y un Jason Momoa sin remera.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter