#Polémica: The Mandalorian – Tercera Temporada

Por Rodrigo Martín Seijas

The Mandalorian S03
EE.UU., 2020, 8 episodios de 36′
Creada por Jon Favreau 
Con Pedro Pascal, Gina Carano, Giancarlo Esposito, Sasha Banks, Carl Weathers, Timothy Olyphant, Horatio Sanz, Omid Abtahi, Mark Kubr, Barry Hanley, Michael Biehn, Rosario Dawson, Temuera Morrison, Katee Sackhoff, Bill Burr

A favor

Desafíos y deberes cumplidos

En estos tiempos donde el fandom parece imponerse a cualquier análisis racional, los más extremistas terminaron siendo los críticos, que parecen cada vez más preocupados por complacer a los fanáticos, o que son ellos mismos fans sin mucho raciocinio. Eso se pudo apreciar en buena medida viendo las reacciones de la crítica estadounidense frente a la tercera temporada de The Mandalorian. En especial con el episodio final, donde el creador y guionista único Jon Favreau terminó de acomodar todas las piezas y tomar unas cuantas decisiones trascendentales para la serie. No me gusta trasladar responsabilidades, pero dan ganas de preguntarles a estos críticos qué hubieran hecho, qué geniales decisiones habrían tomado para acomodar tramas y subtramas, además de darle a cada personaje el desarrollo adecuado. A veces, ciertos reclamos se vuelven infantiles y los críticos sobreactúan inconformismo para quedar bien con las multitudes, en verdad de adoptar miradas un poco más equilibradas y distintivas.

Convengamos que Favreau también se metió solo en todo el lío, porque podría haber mantenido a The Mandalorian en ese carril lateral y marginal en el cual se encontraba, solo cruzándose por momentos con la historia grande de Star Wars. Pero en esta nueva entrega, Din Djarin (y su compañero de aventuras Grogu, obviamente), quedan metidos en toda una disputa que involucra el resurgimiento de las fuerzas imperiales y la lucha por recuperar Mandalore que emprenden Bo-Katan y otros mandalorianos. Eso lleva a que haya una variedad enorme de tonos, atmósferas y géneros en los distintos capítulos: no solo el western, sino también la road-movie, el espionaje, el thriller político, lo bélico y la épica conviven y se dan la mano, no siempre de manera armoniosa. En buena medida eso sucede porque hay saltos espaciales que siguen a otros personajes, dejando de lado al protagonista principal. De ahí que se vaya formando, progresivamente, un entramado complejo de intereses cruzados, aunque al precio de que en varios capítulos no haya un centro narrativo claro y distinguible.

Ahora bien, en esa apuesta riesgosa y dificultosa en su implementación, casi todos los episodios se las arreglan para mantener un sostén sólido en las personalidades de los personajes. Eso está dado también por un manejo paciente de los tiempos, tratando de acompañar el recorrido ético y moral -que es también esencialmente identitario- de los diversos sujetos en el tablero narrativo. Capítulos como The foundling, que conecta el pasado con el presente de Grogu y dirigido con mano experta por Carl Weathers; o The pirate, dirigido por Peter Ramsey, que tiene una secuencia de combate bastante potente, son ejemplos de cómo la serie puede abordar diversos ejes temáticos sin perder de vista las nociones de peligro y aventura. Hay un piso de excelencia estética y narrativa que The Mandalorian ha conseguido mantener y eso es lo que le ha permitido expandir sus ambiciones.Los dos últimos episodios, The spies y The return, son los más polémicos, quizás en gran medida porque son los más emparentados de toda la serie con la mitología más establecida de Star Wars, esa que atraviesa a las tres trilogías cinematográficas. En particular, el foco queda en ese tramo de transición entre los Episodios VI y VII, antes del surgimiento de la Primera Orden. Allí el relato establece una gran cantidad de idas y vueltas argumentales, que incluyen trampas, sacrificios y enfrentamientos finales, con un rol muy relevante de ese gran villano que es Moff Gideon. No se puede negar que hay un excesivo apresuramiento al momento de ejecutar algunas resoluciones argumentales, lo que por ahí quita tensión o vigor a secuencias que poseían mayor potencial. Pero también que la serie exhibe una sabiduría notable para resumir sentimientos y estados de ánimo sin necesidad de bajadas de línea obvias o discursos solemnes. Ahí tenemos, por caso, el plano final, que es toda una declaración de principios sobre los logros del dúo protagónico, el vínculo entre ambos y hasta la conexión que han establecido con los espectadores. Con altas y bajas, The Mandalorian sigue sosteniéndose como un pequeño oasis de aventura pura y personajes con los que es imposible no empatizar.

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