The Punisher

Por Diego Kohan

The Punisher
EE.UU., 2017, 13 capítulos de 60′ c/u
Creado por Steve Lightfoot
Con Jon Bernthal, Ben Barnes, Ebon Moss-Bachrach, Amber Rose Revah, Deborah Ann Woll, Daniel Webber, Jason R. Moore, Paul Schulze, Jaime Ray Newman, Michael Nathanson, Shohreh Aghdashloo, Mary Elizabeth Mastrantonio, Rob Morgan

Fuera de campo

Por Diego Kohan

Pensemos en el famoso juego de mesa “Monopoly”.Es bien conocido por su versión clásica, pero además cuenta con decenas de ediciones especiales, adaptando su tablero a distintos temas, que van desde los Simpsons hasta Marvel, pasando por El Padrino o algún campeonato mundial de fútbol. Estos “temas” no son más que una capa que no altera el fondo, el tablero es siempre el mismo, la mecánica del juego es siempre la misma. De la misma forma, cuando elegimos el tema del navegador de internet optando entre florcitas y animales pero apenas es un cambio estético superficial. The Punisher combina no dos sino tres moldes usados hasta el cansancio: el del soldado que vuelve con problemas psiquiátricos, el del soldado/policía/agente que descubre una conspiración gubernamental y el del protagonista incorrecto que es cazado por una pareja de policías que finalmente lo entiende y apoya (incluso con idéntica composición que en Luke Cage, serie que con otras compone el universo de The Defenders). Para colmo, a diferencia del sistema aduanero hollywoodense, estas estructuras recicladas no se remontan a décadas lejanas ni a tradiciones con largo aliento, sino que las vemos continuamente desde hace un par de años. A saber: The Hurt Locker, Good Kill, Brothers, American Sniper, Homeland, la saga Bourne, Green Zone, Shooter, la mencionada Luke Cage, Ray Donovan, etc, etc y más etceteras.

Frank And Micro Go Over Their Strategy E18475F3

The Punisher  se sitúa temporalmente a continuación de los eventos de la 2da temporada de Daredevil, en donde Frank Castle, el castigador en cuestión que le da nombre a nuestra serie (Jon Bernthal), hace su presentación. En esencia, un justiciero violento con formación militar de elite. Como en tantos otros comics y similares, su familia fue asesinada por una mafia y él busca vengarse. Quizás allí –en la serie del demonio de Hell’s Kitchen…Daredevil, para quienes no lo sepan- el mayor atractivo del personaje radicaba en el conflicto que tenía no con los villanos sino con los héroes (en aquel caso con Daredevil). Se trataba de la puesta en escena en menor escala y a nivel urbano del mismo mitologema que recrea, por ejemplo, el arco dramático que narra Batman vs. Superman, que no es otra cosa sino el clásico enfrentamiento ético entre héroes (no nos hemos cansado de ver finales de películas y series donde un sujeto A va a ejecutar a su enemigo y un sujeto B lo llama a la reflexión y le sugiere que la justicia estatal se ocupe del asunto?).

 

La cuestión es que, a diferencia de la compleja y oscura Daredevil, The Punisher  es, básicamente, una historia ordinaria incapaz de reformular los esqueletos narrativos, los mitologemas establecidos y los moldes narrativos convencionales para esta clase de historias. Empecemos por decir que si bien es abarcada por la diégesis Marvel/Defenders (grupo que conforman Daredevil, Jessica Jones, Luke Cage y Iron Fist), carece de elementos sobrenaturales o místicos (lo mitológico siempre está, claro, pero en muy baja escala) que son los que distinguen a este universo, y a pesar de transcurrir en el mismo tiempo y espacio Frank Castle tiene como enemigos no a un par de supervillanos sino a Rawlins, quien anteriormente fuera su jefe en un escuadrón paramilitar y hoy ocupa un puesto jerárquico en la CIA, y Russo, excompañero devenido en secuaz del otro. Como si el realismo fuera un contrapeso para no poder dar el salto hacia el verosímil del cómic superheroico, que al fin y al cabo es un molde tan respetable como cualquier verosímil de cualquier género.

Ebffb808 4E5E 45A1 9C36 55D3D8B723A9 109 Crime 111 Unit 03772R

En la serie se conjugan dos situaciones que conspiran notablemente contra la calidad: la poca originalidad de la trama (y su correspondiente sensación de redundancia, de “esto ya lo vi” en la cabeza del espectador) y la necesidad de exponer mucho a un personaje border y temible (“oscuro” queda lindo, pero no sé si es aplicable). En Daredevil, Castle es una sombra y un problema para el protagonista de aquella serie (el mitologema que mencionamos), un rival poderoso que se nos presenta ciego en su odio y al que prácticamente sólo vemos en batallas, siempre un paso adelante, desconociendo cómo hace ni cómo pasa su tiempo cuando no está luchando. Allí el fuera de campo es oxígeno para Punisher (el personaje), por eso reconocemos que no tiene fisuras narrativas. El problema viene ahora como protagonista, cuando debe cargar todo el peso dramático y de la acción, cuando se lo expone y hay que ocupar varias horas de pantalla con Bernthal, cuando sí o sí debe pasar de la invisibilidad al mundo visible. Quizás, la mayor dificultad sea haberse propuesto barrer con toda la atmósfera de superhéroes y dotar al personaje de una verosimilitud realista que termina siendo altamente venenosa, que de modo no intencional –supongo- obliga al espectador a juzgar al detalle todo lo que ocurre, a buscar la incongruencia en las acciones (un problema que no es privativo de esta serie y que acaso sea un inconveniente de la narrativa de esta época, como también lo mencioné en esta nota).

Marvels The Punisher

Hagamos una prueba. Atrevámonos a pensar qué hubiese resultado de intentar hacer lo mismo con Darth Vader (no como Anakin, que es pre-mítico, sino con Vader), The Joker, Norman Bates o John Doe (el asesino de Seven – Pecados capitales) , personajes que nacen para vivir la mayor parte del tiempo en el fuera de campo. Necesitan el misterio, el no mostrarse como una persona sino como un símbolo o figura. Son contadas las veces donde protagonistas con estos rasgos pueden salir airosos de ocupar el rol estelar y exhibir su lado humano no les implica cortar el lazo con la imagen temible. ¿Ejemplos? Rambo y Taxi Driver. Volvamos al castigador, entonces. Este problema conspira no sólo contra la trama de nuestra serie sino también contra el mismo Jon Bernthal que de a ratos no encuentra el tono o fuerza una pose de loco y se cansa de impostar la voz y repetir muletillas. Sostengo todo este concepto invitando al lector a rever su participación en Daredevil. Me pasa que cuando leo algún rumor sobre la idea de hacer una película spin-off con este tipo de personajes me acuerdo de una reflexión al paso del Negro Dolina, que se quejaba de los reportajes radiales donde a un genio (músico, científico, lo que sea) se le preguntan cosas ordinarias como qué desayuna, para mostrar que es uno más de nosotros.

The Punisher

Entonces, si en la ecuación tenemos que The Punisher es una serie de acción ajena a los artefactos de superhéroes y que la estructura narrativa es reconocible y está agotada, el resultado previsible es una ficción que aunque está correctamente ensamblada no tiene nada nuevo para contar y hasta necesita mostrar una violencia exagerada que no se justifica. La violencia, por lo tanto, sólo busca el efecto pero no suma a lo narrativo como sí en otros casos (Brawl in cell block 99, El club de la pelea, Una historia violenta, Oldboy) donde la crudeza de las escenas hablan del personaje o la crueldad del mundo, en sus coreografías, en su diseño audiovisual como problema de forma. Acá, en cambio, sólo es la coronación de un enfrentamiento del montón, donde en general al final hay un detalle excesivamente potente para mostrar que Frank Castle es sádico y que su crueldad es una de esas cualidades que lo hacen “oscuro”. Además, el personaje raramente confunde a inocentes con culpables, apenas algún detalle (un soldado joven que lo enfrenta) para hacernos recordar cada tanto que él no anda con vueltas; de nuevo el desgaste del tiempo en pantalla, también culpable de que ante cada escena donde ocurra una situación tensa o peligrosa sabremos que Castle va a ponerse en esa pose temeraria y tan reconocible. Pero nunca un salto al vacío de la incorrección política. Al final de cuentas se trata de un personaje que tiene una incorrección muy correcta.

La sensación que tengo al finalizar la serie confirma lo que intuía antes de verla: que se trataría de un spin-off injustificado (como en el caso de Rogue One en la saga Star Wars) que sólo se explica desde el fin meramente comercial, propio de un apogeo del género de adaptaciones de cómics de superhéroes, en donde ningún personaje con una carga más o menos mítica se salva de ser exprimido hasta la última moneda. Para peor (aunque lo entendamos), vendiendo el producto como si se tratara de un fan-pleaser. Nada más lejano a la realidad.

No lo pienso dos veces: hubiese sido más feliz dedicando estas horas a ver nuevamente cualquier temporada de Daredevil. A veces hay cosas y personas que fuera de campo son mucho mejor que revelando su identidad completa.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter